Fútbol y literatura para estas Navidades

Por si estáis pensando en regalar fútbol y literatura estas navidades, os dejo con las sinopsis de cuatro libros futboleros recientemente publicados y con los que el disfrute y la victoria están asegurados.

Gambetas entre un discípulo de Bolaño y un fanático de D10S, de Miguel Ángel Ortiz y David García Cames (Ultras Librería Editorial)

Decía el maestro Eduardo Galeano que un escritor debe ayudar a mirar a los demás. Gambetas entre un discípulo de Bolaño y un fanático de D10S rinde homenaje a escritores y personajes de la cultura popular latinoamericana que nos llevaron a mirar el fútbol de una manera diferente.

​A través de 45 goles repartidos en 45 relatos, y unos minutos de tiempo extra, este libro nos transporta a episodios olvidados y legendarios de la historia del fútbol. En estas crónicas de ficción, te encontrarás con autores como Alejandro Zambra, Mariana Enriquez o Nicanor Parra, pero también con iconos como Gardel, Evita o Chespirito.

Los invitamos a gambetear con todos ellos. ¡Literatura y fútbol, carajo!


Moneda al aire, de Sergio Vázquez Jodar (Revista Panenka)

Jacobo Fandiño es un jugador de fútbol que acaba de fichar por un gran equipo pero no va sobrado de confianza. Bruna Vila es una periodista deportiva que lo borda con sus crónicas en un mundo atestado de señoros y clickbait. Vicente Parrado es un aficionado que se agarra a los viejos tiempos mientras cuida de su padre enfermo. Aunque cada uno trate de hacer su camino, los tres solo contemplan un destino: cuando llegue el verano, irán al Mundial.

Mientras lees esta novela, el ejercicio prodigioso y vibrante de un autor que se atreve a jugar con la estructura y la narración a varias voces como el más fino de los mediapuntas, suena el tic-tac de una cuenta atrás. 330 días en los que el fútbol y la vida funcionan como dos espejos que se devuelven el mismo reflejo. Porque es indiferente si las historias suceden dentro o fuera del campo: lo importante es que nos hablen de nosotros mismos.


Subcampeón, de Ander Izagirre y Zuhaitz Gurruchaga (Libros del KO)

Con diecinueve años, Zuhaitz Gurrutxaga cumplió el sueño de su vida: debutar con la Real Sociedad en Primera División. La perla de la cantera guipuzcoana cautivó a los aficionados y a la prensa, pero empezó a sentir cada vez más presión: «Tenía mucho miedo a fallar en el campo. Llegué a odiar el fútbol por todo lo que me hacía sufrir». Una noche de verano se le voló la cabeza y creyó que se había vuelto loco para siempre. No tenía palabras para nombrar lo que le pasaba, no se atrevía a contárselo a nadie, y en los terrenos de juego trataba de disimularlo como podía. El mismo día en que Gurrutxaga se proclamó subcampeón de Liga con la Real, su madre se asustó tanto con su comportamiento que buscó una psicóloga al azar y lo llevó a su consulta.

Gurrutxaga fue cayendo por equipos de Primera, Segunda, Segunda B y Tercera, mientras luchaba contra la ansiedad, la depresión y un grave trastorno obsesivo-compulsivo. Lo curioso es que nunca perdió el humor. Cuando colgó las botas, se subió a los escenarios de los teatros para contar las tripas del fútbol profesional, sus propias batallitas, sus desastres deportivos y sexuales, sus variados y rocambolescos fracasos, en monólogos muy divertidos. Gracias a su radical y tierno sentido del humor, se reconcilió con el fútbol y consigo mismo.

Subcampeón es una autobiografía desternillante, cruda y honesta, entre la comedia y la angustia, cocinada a cuatro manos entre Gurrutxaga y Ander Izagirre, que discurre entre los bares de música bakalao de Elgoibar y las discotecas pijas de Madrid, que salta de la consulta de la psicóloga a la playa de Copacabana, y por donde desfilan personajes como Javier Clemente, Toshack o David Bustamante. Un libro que se lee como un tobogán: rápido, divertido y con un poco de miedo.


No fue penalti, de Juan Villoro (Editorial Almadia)

Es el segundo tiempo y el Tanque se mueve inquieto dentro del área técnica. El equipo de futbol que dirige está a punto de descender a segunda división si pierde este partido. Faltan pocos minutos, pero hasta ahora ningún equipo ha anotado un gol. Desde su pequeña prisión de director técnico, el Tanque enfrenta algo más que un marcador: está en juego su futuro tanto como su pasado. Con la garganta hecha trizas, lucha a voz en grito contra la torpeza de sus propios jugadores, el escándalo de la porra local y la arrogancia del árbitro. Pero además del juez en la cancha, hay alguien más que determinará su destino: una mirada lo observa implacable desde la cabina del VAR.