
“El bloque de pisos donde vivíamos era como una colmena de hormigón. Un panal de ladrillos rojos y cemento donde se apelotonaban las abejas trabajadoras del reino. Yo vivía en el portal ciento doce y el Pista en el ciento catorce. Las ventanas de la fachada eran afiladas y estrechas, todas iguales. La de mi habitación daba a la carretera que salía del barrio, rodeaba el cementerio de Montjuich, se retorcía hasta el puerto y se alejaba de la ciudad en dirección a Tarragona. La ventana de la habitación del Pista daba al otro lado, al sombrío patio trasero, un lugar donde, entre ortigas y cartones, una camada de gatos callejeros esperaba los platos de sobras que les bajaban las viejas».
Se suele decir de la lectura que permite vivir vidas que de otra forma jamás viviríamos. Es una afirmación bien cierta. Pero también lo es que leer también te permite revivir la vida que viviste, tu propia vida, y hacer sacar a flote aspectos de tu pasado que hacía mucho tiempo habían quedado sepultados por el paso y el peso del tiempo.
Más o menos eso es lo que me ha sucedido con los dos libros de Miguel Ángel Ortiz, “Fuera de juego” y “La inmensa minoría”, dos novelas que acabo de incorporar a mi patrimonio personal de lecturas porque me han llevado por territorios cercanos a lo que Vázquez Montalbán, por boca de Carvalho, denominaba “paisaje de la infancia”.

Si en “Fuera de juego” los protagonistas comenzaban a flirtear con el acercamiento a la adolescencia, en “La inmensa minoría” los personajes principales están ya en ese terreno ambiguo en el que adolescencia, juventud y edad adulta se mezclan en función de los momentos que toca vivir. Todavía niños para algunas cosas, pero mayores ya para otras. Un territorio difícil de describir en el que uno empieza ya a intuir que hay que empezar a tomar decisiones y que la vida es un fenómeno ante el cual, antes o después, hay que enfrentarse.
Quizá sea esa la razón que de “La inmensa minoría” me haya impactado más. Porque los conflictos de la adolescencia, esa etapa en la que el abismo de la edad adulta comienza a intuirse dejen recuerdos más perdurables en cuanto a la claridad de las imágenes. Mis recuerdos de infancia son nebulosos, difusos. Los de la adolescencia ya dejan algunas cicatrices.
Pero me resultan muy cercanos los de esos jóvenes como el Pista, el Chusmari, el Peludo y el Retaco, con las esperanzas, expectativas y frustraciones de quien se ha criado en un barrio del extrarradio, de esos que quedan en los márgenes de todo y que se acaban convirtiendo en una especie de microcosmos particular en el que el futuro es grisáceo, en el mejor de los casos, y negro como la noche, en la mayoría de ellos.

Miguel Ángel Ortiz consigue condensar en una novela el latido de la vida de los cuatro protagonistas, de su día a día y los ejes principales en torno a los que giran las vidas de los chicos de barrio: el instituto, las relaciones, la amistad, las dificultades e incertidumbres para salir adelante… Y todo ello condimentado con mucha música, conflictivos entornos familiares y sociales, los primeros desengaños amorosos, los porros compartidos… y el fútbol, metáfora de la salida del túnel de la miseria.
SINOPSIS
En la contraportada del libro leemos:
Barcelona, a las puertas del Mundial de Sudáfrica. Pista, Retaco, Peludo y Chusmari viven en la Zona Franca. Tienen entre quince y dieciséis años, estudian 4º. de la ESO y resuelven sus preguntas existenciales con porros, mucha música, novias, algo de sexo, bastantes cervezas y el fútbol como metáfora, aprendizaje, combate y sueño. Viven en ese entorno físico, urbano y social de la periferia barcelonesa cuyo horizonte no es otro que el de las expectativas defraudadas. Y tratan de meterle un gol a la realidad. Sus padres y madres sobreviven como pueden: friegan casas, conducen autobuses, trabajan en una peluquería o venden ropa en los mercadillos. Son esas gentes, esa inmensa minoría, que salen poco en los periódicos ypara los que la crisis es un llover sobre mojado. Luego los adolescentes crecen, es decir, unos aprenden a ser peores y otros tratan de que las desgracias no les aplasten.
La inmensa minoría viene a sumarse a esa magistral estirpe de extraordinarias novelas en las que Barcelona es paisaje, tiempo, luz, sombra, color y espacio: Los atracadores, de Tomás Salvador, Han matado a un hombre, han roto un paisaje de Francisco Candel, La plaça del Diamant de Mercè Rodoreda, Las afueras de Luis Goytisolo, Si te dicen que caí de Juan Marsé o El día del Watusi de Francisco Casavella.

Y ahora, antes de continuar, una advertencia, y es que diría tantas cosas de “La inmensa minoría” que me siento incapaz de hacer una reseña de interés literario. De hecho, si lo que queréis es leer auténticos comentarios interesantes os recomiendo que vayáis al final de este artículo, en el que he dejado una relación de enlaces que hablan sobre la novela.
A partir de ahora, si continuáis leyendo, será bajo vuestra responsabilidad 😀

La novela se divide en cuatro partes de títulos muy ilustrativos: “Las aceras del barrio”, “El verano del Mundial”, “Un domingo de gloria”, y “La playa de Somorrostro”. Sus 430 páginas retratan a la perfección lo que significa haber nacido y vivido en uno de esos barrios que parecen al margen de todo, que no salen en los folletos turísticos ni forman parte de rutas a promocionar, pero en los que, en cambio, la vida, la lucha, el esfuerzo y la conciencia están bien presentes.
El contexto social
«El paisaje, hasta la Diagonal, era todo casas con jardines, edificios acristalados en los que se reflejaba el cielo, avenidas anchas y aceras limpias por las que la gente paseaba despreocupada a sus perros. Hasta en los quioscos, que abrían cuando bajábamos, las páginas de los periódicos parecían más blancas.»
La historia se sitúa en torno al año 2010, un año paradójico en tanto que la crisis ya golpeaba con fuerza y hacía estragos en los barrios más humildes, mientras que la selección española ganaba el Mundial de Sudáfrica con el gol de Iniesta. En ese contexto temporal, en “La inmensa minoría” asistimos a la descripción de momentos futbolísticos como el citado que se alternan con el de la cruel realidad vivida por muchas familias. Y en ese desarrollo temporal encontramos también espacio para los movimientos de los indignados del 15M e incluso tiene cabida la llegada de desahucios y desalojos de familias del barrio.
Es un contexto sociológico en el que no encontraremos abogados, médicos o empresarios, sino ocupaciones como conductores de camión de basura, peluqueras o servicio doméstico. En el que se intenta ocupar el verano en deprimentes trabajos para conseguir algún dinero, y en el que, pese a todo, se mantiene un sólido sentimiento de pertenencia al barrio.
El barrio
“Yo no hubiera querido nacer en ningún otro barrio de Barcelona. No hubiera lucido otros colores que los del Iberia. No hubiera defendido otro escudo. Me gustaba vivir allí con lo bueno y con lo malo. En mi barrio, la gente era de verdad. Con sus defectos, pero de verdad. Como decía el Pista: el que entra en Zona Franca, nunca sale como ha entrado”.

La novela se sitúa en el barrio de la Zona Franca, entre el puerto y la montaña de Montjuich, entre los fastos de las intervenciones olímpicas y la miseria de las casas baratas y los aledaños portuarios. Como tantos otros barrios, se trata de espacios en el que la vida lucha un día tras otro para salir adelante, y en el que aun cuando las dificultades son continuas acaban forjando una indestructible identidad. Es justamente la idea que transmite el Pista en la cita que encabeza este párrafo. Y la novela retrata a la perfección esa realidad. Una realidad de personajes que “son perdedores y lo saben, aunque están vivos y son fuertes”, en palabras del propio autor.
Un orbe sociológico muy lejano al de otras zonas de la misma ciudad de Barcelona a las que los protagonistas hacen de tanto en tanto algún “viaje” (Tibidabo, Parque Güell, Pedralbes) y a los que de manera simbólica hay que “subir” para ir, y desde donde se mira desde arriba a los que están por allí abajo.

No es casual, por eso, que la novela se sitúe en el mismo espacio que otras grandes novelas de autores como Marsé, Rodoreda o Candel, de quien (seguro que no es gratuito) encontramos incluso una referencia entre sus páginas:
“De esa te acuerdas, ¿eh, Tino? Y de la Campas, recién fallecida, y los del bar Iberia, los que estaban antes que yo, y más fantasmas que se me olvidan, muchos más, como la Paula, que se fue del barrio, y el pobre Candel que dio a conocer nuestro barrio, este barrio lleno de gaviotas y de palomas del que todo el mundo se olvida…”
Por eso me parece muy acertada la observación de Santos Sanz Villanueva en la completísima reseña que sobre la novela hace en Cuadernos Hispanoamericanos cuando dice que “en el futuro, cuando un historiador quiera utilizar la literatura para reconstruir los modos de vida y las mentalidades de una época más allá de las frías estadísticas o estudios sociológicos tendrá en este libro un material inapreciable.”
El fútbol
“Siempre he jugado al fútbol y, por suerte, casi siempre de titular. No soy ningún crack, pero creo que aprovecho bien mis cualidades. Soy jugador de equipo. Peleo cada balón, corro hasta que ya no doy más de mí. Pero en el fútbol también hay otros casos diferentes al mío. Están los del banquillo. Y los que se quedan en las pruebas de pretemporada. O los que ni van por miedo a que no les escojan. O los que van aunque saben que no les cogerán. Así es la vida, ¿no?»

El fútbol es un constante telón de fondo a lo largo de toda la novela. Como en tantos y tantos adolescentes precisamente de este tipo de barrios, el fútbol forma parte central de la vida de ellos, convirtiéndose en una de las pocas alternativas para escapar a la dificultad de los días. Quienes hemos conocido el fútbol regional sabemos bien que el campo, los entrenamientos, los partidos forman parte de la agenda vital de estos lugares, y en ellos se proyectan las ilusiones de miles y miles de jóvenes que sueñan con la esperanza de escapar a las penalidades gracias al fútbol.
En la novela encontramos una magnífica descripción de lo que es el fútbol en estas categorías, y de la importancia que tiene como elemento central en las vidas de los protagonistas. Es interesante también que el equipo del barrio sea el Iberia, un club que conozco por haberme enfrentado a ellos en más de una ocasión, porque representa el ejemplo de lo que pueden significar los éxitos. En el caso del libro, que el equipo consiga ascender de categoría supondrá que se les instale hierba artificial, y dejar atrás el campo de tierra en el que continúan jugando.

En este sentido, uno de las partes del libro se llama “Un domingo de gloria”, un mensaje bien claro del papel que el fútbol juega en la vida de los protagonistas, en tanto que, seguramente, será una de las pocas actividades que les ofrecerá la posibilidad de vivir un día de gloria en sus vidas.
La presencia del fútbol en la novela se manifiesta en dos niveles más. Por un lado, el utópico, el lejano, el de las grandes estrellas que juegan un Mundial y al que todos querrían acceder. Es el fútbol que todo lo paraliza y que lleva un poco de consuelo y evasión entre tantas penalidades diarias. Y por otro lado el fútbol como salida, como ilusión, representado en la figura de Eduardo Manchón, un histórico del Barça que salió, justamente, del barrio de nuestros protagonistas. Manchón se muestra así como una frágil pero posible esperanza de llegar hasta lo más alto aunque tu punto de partida sea lo más bajo.

Para acabar, no puedo más que recomendar su lectura. Una gran novela que, como decía al principio, se incorpora a mi patrimonio vital y emocional de lecturas y a la que de vez en cuando volveré para conservar el paisaje de mi infancia. Y un libro imprescindible para quienes quieran leer un libro en el que el fútbol es tratado desde otra perspectiva, y en el que Barcelona es retratada desde una realidad diferente a la habitual pero que también existe: la de «La inmensa minoría«.
MÁS INFORMACIÓN
Encontraréis más artículos y reseñas sobre la novela en los siguientes enlaces:
– Crítica de la novela en el suplemento Babelia del diario El País:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/08/babelia/1412780859_901429.html
– Un completo artículo en Cuadernos Hispanoamericanos:
http://issuu.com/publicacionesaecid/docs/ch_776_dig_b_febrero_2015/112
– Una entrevista con el autor en el siguiente enlace:
http://www.abc.es/cultura/cultural/20141230/abci-miguel-angel-ortiz-201412261359.html
– Artículo sobre el libro en el blog Solo Libros:
http://www.solodelibros.es/23/10/2014/la-inmensa-minoria-miguel-angel-ortiz/

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