«Soy gallina. Once cuentos de fútbol azules. Soy león. Once cuentos de fútbol rojos», Varios Autores. Editorial Caballito de Acero

 

 



La globalización del mundo del fútbol ha hecho posible que te puedas encontrar en el lugar más insospechado con alguien vistiendo la camiseta del Barça, del Madrid, del Manchester o de la Juve. Sin embargo, se trata de un alcance de grandes titulares, de conocimiento de grandes nombres. En cambio, cuando intentamos ir al detalle, pocas cosas conocemos acerca de la historia o episodios más significativos de la mayoría de clubes del mundo.

En el caso del fútbol colombiano debo reconocer que mis referencias se reducen a nombres (legendarios en el mundo del fútbol) como los de René Higuita, Valderrama, el tren Valencia, Faustino Asprilla o Pacho Maturana. También, cómo no, al de Andrés Escobar por el trágico suceso de su asesinato. Y, más recientemente, James Rodríguez gracias a su paso por la liga española. Pero, más allá de esos jugadores, desconocemos la infinidad de pequeños episodios, anécdotas, vivencias, momentos de euforia y también de fracasos del universo del fútbol colombiano. Una situación, por otro lado, que es totalmente extrapolable al resto de clubes de cualquier ciudad de cualquier país del mundo.

 

 

En realidad, la esencia del fútbol sobrevive en la infinita zona que queda fuera de los grandes focos. Ahí es donde la auténtica pasión que el fútbol genera mantiene toda su vitalidad. Y ello se debe, sobre todo, a las vivencias de los aficionados, que con su inquebrantable adhesión consiguen que el balón continúe rodando y generando historias.

Se suele situar la aparición del primer hincha en la figura de Prudencio Miguelito Reyes, ‘el gordo Reyes’, seguidor de Nacional de Montevideo. El término procede de su ocupación en el estadio: era el encargado de inflar, de ‘hinchar’ los balones. La palabra, desde entonces, ha servido para definir la identificación entre un aficionado al fútbol y un equipo en concreto.

Convertirse en seguidor de un club es un fenómeno que poco tiene de racional y mucho de emocional. Seguramente, la mayoría de nosotros es capaz de identificar el momento en el que nos hicimos seguidores de nuestro equipo, con algún episodio infantil como experiencia clave. Pero lo más probable es que si nos piden que describamos y expliquemos nuestra afición nos cueste más hacerlo. Del mismo modo que es casi imposible establecer una definición acerca de qué es arte, también resulta de gran dificultad enunciar con palabras qué significa nuestra atracción por unos colores.

Una opción para hacerlo es recurrir a la literatura y la ficción. A veces, la descripción de un episodio, un recuerdo, una vivencia en forma de relato puede ser una vía de gran utilidad para que otros entiendan a qué nos referimos cuando decimos «soy de tal equipo«. Eso es, en parte, lo que nos ofrecen veintidós escritores y periodistas en «Soy gallina. Once cuentos de fútbol azules. Soy león. Once cuentos de fútbol rojos«, magnífica iniciativa en forma de libro publicado el pasado año por la editorial colombiana Caballito de Acero. Sus autores, once aficionados del Club Millonarios y once de Independiente de Santa Fe, los dos principales equipos de Bogotá que, además, comparten el estadio Nemesio Camacho, más conocido como ‘El Campín’. Y un ejemplar, el que obra en mi poder, con un simbolismo especial, pues Wilmar Cabrera, uno de los participantes en el proyecto y uno de los cracks del Fútbol Club de Lectura tuvo el enorme detalle de hacérmelo llegar.

 

 

SINOPSIS

Cuando un estadio se viste de un solo color, se apaga la algarabía y se pierde el grito de gol del contrario. Y esta es la fiesta más hermosa de todas: el gol nació para ser cantado y escuchado por hinchas, locutores, jugadores, rivales… crecer con una cancha a dos colores es aprender a convivir con la belleza de la derrota, la inmortalidad de la victoria, y la simpleza del empate. El fútbol es cosa de dos, nada tiene sentido sin el otro.

Por eso este libro es dos libros, por un lado azul, y por el otro rojo. Eso quiere decir que estaremos sentados uno al lado del otro como cuando el clásico capitalino se jugaba a dos colores, y la convivencia permitía la sonrisa burlona de la victoria, o el silencio ensimismado de la derrota. Leamos fútbol en paz, y juguemos a pensar con los pies en vez de ir por el mundo conviviendo a las patadas.

 

 

Por las páginas del libro desfila un variado catálogo de historias. Encontramos relatos en los que lo futbolístico entra en conflicto con lo amoroso; también alguno en el que la memoria que se pierde emite unos últimos destellos de lucidez gracias al recuerdo de lo que un balón es capaz de generar. Hay historias que describen los primeros pasos en el nacimiento de la afición por un club, referencias a partidos y jugadores, a maldiciones, gafes y los particulares rituales de los hinchas, incluso de especiales entrenadores interesados en la literatura… 22 cuentos futboleros unidos por un origen común: todos nacen en la afición por un equipo. Millonarios en el caso de unos, Independiente Santa Fe en el de otros. Un literario encuentro en el que es más acertado hablar de un “Once más once” que de un “Once contra once”, porque, en el fondo, los unos se necesitan a los otros, y en este magnífico partido nadie pierde, y todos (autores, aficionados de uno y otro equipo y lectores) ganan.

La relación de relatos y autores es la siguiente:

Soy Gallina

    • Alejandro Escorcia: “La no tan extraordinaria historia del argentino que nos enseñó a jugar fútbol
    • Nicolás Samper: “Esperanza
    • Stany Siruti: “La suerte de Charly Salazar
    • Felipe Valderrama: “Domingos
    • Wilmar “Gullit” Cabrera: “¡Gracias a un ángel noble y a la mismísima Santamaría!»
    • Jorge Andrés Osorio Guillot: “Los días arcanos del profe Ochoa
    • María Paula Lizarazo Cañón: “Hízose la luz«
    • Diego Caldas Triana: “El loco
    • Carlos Castillo: “La hincha
    • Diego Mauricio Cortés Zabala: “El domingo que Maricela no salió a la ciclovía
    • Ricardo Silva Romero: “Contragolpe

Soy León

    • Miguel Mendoza Luna: “Salvar a Gottardi
    • Sebastián Heredia Ferro: “¡Volveremos, volveremos!
    • Juan Francisco García: “Fuerza, Éder»
    • Andrea Salgado: “No se trata de un corazón generoso
    • Andrés Mauricio Muñoz: “Las pecas de un balón son letras
    • Mario Alberto Domínguez Torres: “Resiliencias
    • Paula Quintero: “Genealogía
    • Francisco José Restrepo: “Primer y último campeón
    • Juliana Muñoz Toro: “Final«
    • Federico Díaz-Granados: “La estrella en la memoria«
    • Santiago Rivas: “Mufa

Un maravilloso proyecto magníficamente editado que valdría la pena exportar a otras aficiones deportivamente enfrentadas. Un libro que sirve para demostrar que en el fútbol, la rivalidad bien entendida también sirve para dar a la luz proyectos tan atractivos como este.

 

 

«Quedará la ilusión» y el recuerdo literario del Mundial de Rusia 2018

 

Ya ha pasado casi un año desde el pasado Mundial de Rusia. Para mi fue, sin duda, el más literario de los que recuerdo. Sobre todo, gracias a los protagonistas de la foto: Galder Reguera y Carlos Marañón.

Gracias a «Quedará la ilusión«, el libro que recoge el emotivo e inolvidable intercambio epistolar que mantuvieron durante aquellos días, puedo revivir todo lo que llegué a disfrutar con sus escritos.

Imprescindible.

 

«Vázquez Montalbán. Barça, deporte, sociedad», artículo de Jordi Osúa

 

Imagen de www.escritores.org

Hace unos días tuve el gran honor de participar en el festival “Les Corts escenari literari”, que en la edición de este año estaba dedicado a la relación entre fútbol y literatura. Mi aportación consistió en una más que agradable conversación con Anna Ballbona acerca de esa relación cada vez más valorada, aunque todavía exista un gran camino por recorrer.

A lo largo de nuestra tertulia tuve la ocasión de hablar acerca del origen de mi afición a combinar lo futbolístico con lo literario. Hice una breve enumeración de lo que considero algunos momentos claves en la formación de ese interés, estando uno de ellos marcado por la figura de Manuel Vázquez Montalbán. Él fue uno de los principales responsables de que descubriera que se podía disfrutar del fútbol leyendo artículos periodísticos. Y, sobre todo, fue gracias a él cuando descubrí que una novela de temática futbolera (“El delantero centro fue asesinado al atardecer”, en concreto) podía ser tan o más apasionante y atractiva como la mejor de cualquier otro género.

Vázquez Montalbán nació el 14 de junio de 1939, lo que significa que hoy habría cumplido 80 años. Recordando esa efeméride, en La Vanguardia de hoy aparece un interesantísimo artículo titulado “Vázquez Montalbán: Barça, deporte y sociedad” firmado por Jordi Osúa Quintana, y en el que se habla del importante papel que el polifacético periodista y escritor jugó a la hora de hacer entender que deporte e intelectualidad también pueden ir de la mano.

Tal y como se explica en el artículo, Montalbán escribió más de 700 textos específicamente dedicados al deporte. Quien esté interesado en acercarse a ese material tiene una magnífica forma de hacerlo gracias al extraordinario trabajo que el propio Osúa recoge en el libro “Manuel Vázquez Montalbán. Barça, cultura i esport”, editado por la Editorial Base. Se trata de una obra que reúne todos los artículos que el padre de Pepe Carvalho escribió sobre el Barça y que se convierten en una fuente indispensable no solo de consulta, sino también de disfrute gracias a la capacidad de Montalbán a la hora de escribir de cualquier tema.

Podéis leer el artículo publicado en el diario La Vanguardia en el siguiente enlace:

https://www.lavanguardia.com/deportes/20190614/462858373321/vazquez-montalban-barca-deporte-y-sociedad.html

 

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«Poesía y patadas», Miguel Ángel Ortiz. Ediciones Córner

 

Portada

 

“La pelota llega a un escritor, que la controla y la pasa a otro mejor desmarcado. Los buenos jugadores mejoran el juego de sus compañeros porque entienden que el fútbol, ante todo, es un deporte colectivo. Y lo mismo sucede con la literatura: un escritro es lo que escribe pero, sobre todo, es lo que lee».

Creo que la mejor forma de comenzar esta reseña es hacerlo por el final, por la conclusión: «Poesía y patadas«, de Miguel Ángel Ortiz y Córner Ediciones, es una obra extraordinaria, un auténtico lujo para los amantes del fútbol y la literatura. Un libro del que los hinchas de este particular club obsesionado con unir palabras y balones deberíamos llevar siempre encima para consultar (y disfrutar) en cualquier momento.

Estamos ante un exhaustivo recorrido por la relación entre fútbol y literatura durante los últimos cien años. Tomando como referencia la publicación en 1918 de “Juan Polti, half back”, relato de Horacio Quiroga considerado pionero en el uso de la temática futbolera, Miguel Ángel busca, bucea y analiza toda la producción que durante un siglo ha dado de sí esta apasionante relación entre letras y chutes. El recorrido es cronológico, y refleja desde relatos y poemas hasta novelas, ensayos o artículos de prensa. El origen, tal y como lo explica, un taller de escritura creativa, unido al imprescindible blog que ha ido utilizando como diario de lecturas futboleras durante los últimos años.

 

SINOPSIS

En 1910, un lector escribió a Bohemia, una revista de arte solicitándoles que incluyesen el fútbol entre sus temas. Como respuesta, recibió una contundente negativa de sus editores: «La poesía y las patadas son incompatibles». Ocho años después, Horacio Quiroga publicó un cuento en otra revista, Atlántida. El cuento narraba la trágica muerte del futbolista que se había quitado la vida disparándose en el corazón. La literatura, por primera vez, se puso al servicio del fútbol. Y desde entonces hasta nuestros días, a lo largo de un siglo, cientos de escritores han demostrado que, en el fútbol, hay poesía y patadas.

Precisamente Poesía y patadas se titula el libro de Miguel Ángel Ortiz. Por sus páginas desfilan afamados novelistas como Camus, Pasolini, Nabokov, Delibes, Montalbán, Ray Loriga o Félix Romeo. Los ensayos periodísticos de Miquelarena o Hernández Coronado, el aguafuerte porteño de Roberto Artl, un artículo de García Márquez, son algunos ejemplos más, junto a Alberti, Celaya o Miguel Hernández capitaneando a muchos otros poetas que, año tras año, han cantado al balón.

Cientos de páginas que, leídas en conjunto, cuentan algo más que la historia del fútbol: nuestra historia como sociedad. Eduardo Galeano siempre reivindicó el vacío en el que los historiadores habían arrojado al balón. El fútbol, la pasión que más almas movía en el mundo, era un espejo que devolvía un fidedigno reflejo de la sociedad. Y este libro, sin duda, les da la razón.

El libro comienza con una interesantísima introducción histórica (Calentamiento. Cinco toques históricos) que se remonta a los primeros juegos de pelota a orillas del Nilo, que pasa por juegos como el epyskuros, ya descrito por Herodoto, por los salvajes partidos de mob football medievales, y los encuentros de calcio de los que disfrutaba Miguel Ángel Buonarroti en la Italia renacentista para llegar hasta la creación de las reglas del fútbol en la Freemason’s Tavern en 1863, entre otras referencias.

A partir de aquí, la progresiva expansión del fútbol se irá haciendo poco a poco un espacio en el mundo de las letras, en forma de artículos y poemas al principio, fuera para alabarlo o para denostarlo, para tratar de sus beneficios y de los deportes en general o para obstaculizar la incorporación de la mujer a un mundo de machos en opinión de algunos.

Todo ello lo encontramos en el apartado “Peloteo. De patadas y palabras”, que incluye, entre otras muchas referencias, la aparición del primer “hincha”, el origen del considerado primer relato futbolero o las cada vez más habituales creaciones líricas dedicadas al deporte del balón. Unamuno, Gerardo Diego, las primeras novelitas con presencia futbolera, la competencia entre toros y fútbol, los sainetes de Jardiel Poncela, Rafael Alberti, Miguel Hernández, cuestiones relativas al lenguaje y un extenso y ameno repertorio de aportaciones de intelectuales de la época conducen este segundo apartado hasta el inicio de la Guerra Civil.

De portería a portería

 

“Muchos intelectuales no han amado el fútbol. Algunos han pateado el balón con palabras lo más lejos que han podido. Otros simplemente pasaron por su lado y lo miraron con total indiferencia, como si aquel desalmado pedazo de cuero solo estuviera hinchado con aire. Y unos pocos incluso intentaron pincharlo”.

Primer tiempo. Su majestad el fútbol” nos lleva hasta el inicio de los años cuarenta para ofrecer un viaje por la literatura futbolera, a ambos lados del Atlántico, por el que desfilan, entre otros muchos, desde Max Aub a Wenceslao Fernández Flórez, las aficiones futboleras de García Márquez, Mario Benedetti o Ernesto Sábato, Camus, Nabokov, Kapuscinski, Pasolini, Skármeta, Delibes, Roberto Fontanarrosa, Vázquez Montalbán…, sin dejar de lado a los intelectuales (que también los ha habido) a quienes no gustaba el fútbol. Todo ello hasta completar una extensísima relación de nombres que van apareciendo y siendo reseñados y cuyas obras se van tratando con una habilidad narrativa que consigue convertir un ensayo en una obra que se lee casi como si fuera una ficción.

Unos “Cinco minutos de descuento” para este primer período comienzan en 1992 con uno de los libros de referencia en el mundo del fútbol y la literatura: “Fiebre en las gradas” de Nick Hornby. Se trata de un capítulo que comparte con autores como Ray Loriga, Félix Romeo, Bernardo Atxaga y Manuel Longares.

A continuación entramos en “Segundo tiempo. El fútbol nos cuenta”, que abarca el período entre 1995 y 2016. Es la época en la que la literatura pierde definitivamente su complejo a la hora de convertir el fútbol en temática de sus obras, y comienzan a crecer las publicaciones de manera exponencial. La lista de nombres y ejemplos, nuevamente, es extensa, y pasa, por ejemplo, por Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri, Javier Marías, Juan Villoro, David Trueba, Ramiro Pinilla, Ignacio Martínez de Pisón, Sergio Rodrigues y también algunos ejemplos de obras poéticas y libros de relatos.

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De nuevo encontramos otra concesión del autor: “Cinco minutos de descuento” como complemento al segundo tiempo. En él se reseñan varias obras publicadas entre el 2016 y el 2017 de autores como José Luis Muñoz, Carles Viñas, Philipp Winkler o Galder Reguera. Y este maravilloso partido literario termina con un “Silbatazo final” dedicado a Eduardo Galeano y su ausencia durante el pasado Mundial de Rusia. Un “Epílogo” que es un canto a la relación entre fútbol y literatura para enmarcar y una amplia y utilísima bibliografía completan el volumen.

“Tras el rollo que les solté, acordamos tratar de levantar una biblioteca de libros sobre fútbol. Por un lado, reseñar las novedades y, por otro, rescatar del olvido ejemplares como aquel, novelas, cuentos, obras de teatro, poemas y viejos ensayos que mostrasen cómo había evolucionado el juego y la manera de contarlo. Resumiendo, que intentaríamos meter un balón en las estanterías de una biblioteca”.

Tenemos, en total, 137 artículos que se pueden leer en el orden en el que están escritos, siguiendo un criterio cronológico. Pero también de manera aislada, cuando necesitemos consultar una reseña sobre alguno de los libros en los que el fútbol es temática destacada. O, simplemente, cuando tengamos ganas de disfrutar del placer de la lectura, nos guste el fútbol o no. Y es que el trabajo del autor, en este sentido, es brillante, puesto que cada uno de los textos son una pequeña historia en sí mismos, piezas de gran literatura que enseñan de un modo muy ameno y atractivo.

Además, “Poesía y patadas” va mucho más allá de la simple recopilación de reseñas de libros, ya que se van intercalando artículos en los que se describe el tratamiento que desde el universo de la literatura se ha proyectado sobre diferentes aspectos relacionados con el fútbol: su papel y consideración social o la forma en que fue visto por determinados intelectuales en diferentes épocas.

En este sentido, destaca muy especialmente el repaso que el autor hace al papel de la mujer en el mundo del fútbol y la discriminación padecida a lo largo de estos cien años. De hecho, casi podríamos decir que es más que un libro, puesto que de su contenido podríamos extraer una pequeña historia de la evolución y consideración del fútbol femenino durante el siglo XX. Vivimos tiempos en los que las rancias barreras y prejuicios que durante años se han intentado mantener en pie parecen comenzar a caer. Y ahora que comienza un más que atractivo Mundial de fútbol femenino es un momento idóneo para zambullirse en la lectura de “Poesía y patadas” para comprender, entre otras cosas, qué difícil ha sido para la mujer llegar hasta aquí.

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Imagen de www.mundodeportivo.com

 

“Leyendo he recorrido un mundo que envejecía como el cuero de un balón, una época que agonizaba como los últimos minutos de un partido. Y he recorrido este camino sin camiseta ni escudo ni colores: simplemente leyendo, simplemente viajando. Mendigando un párrafo de buen fútbol, como hubiera hecho Eduardo Galeano”.

Y mención aparte merece la gran habilidad que tiene Miguel Ángel para abrir los capítulos. No necesita de un desentumecimiento para entrar en el partido. Desde la primera línea de cada uno de los artículos se pone en marcha un mecanismo que nos arrastra y nos hace disfrutar de todas estas piezas iniciales. Y aquí, en estos primeros párrafos, casi podríamos encontrar un nuevo libro dentro de “Poesía y patadas”, una especie de ‘ejercicios de estilo’ que nos proporcionan otro elemento de disfrute de esta gran obra literaria. Haced la prueba: coged el libro y leer los primeros párrafos de cada capítulo.

Miguel Ángel Ortiz, como David García Cames (con su “La jugada de todos los tiempos. Fútbol, mito y literatura”), han dado un paso más allá en el territorio de la literatura futbolera regalándonos dos trabajos brillantes que se convierten en obras de referencia para los amantes del fútbol y la literatura. Si hasta ahora tan solo teníamos a nuestra disposición artículos más o menos profundos sobre esta relación, a partir de ahora podemos afirmar que tenemos a nuestra disposición dos tratados de consulta (y disfrute) imprescindible para todos los fanáticos de considerar que sin la palabra y la literatura la pasión futbolera está huérfana.

 

Dios es redondo

 

«Poesía y patadas» es, en resumen, una auténtica enciclopedia de lecturas que abarca todas las épocas, un canon imprescindible para quien quiera adentrarse en este apasionante mundo del fútbol y la literatura. Lo mejor de todo es que en los textos de Miguel Ángel se respira la atmósfera del escritor experimentado, tanto a la hora de escribir como a la hora de explicar el fútbol de una forma personal y atractiva. No en vano tiene a sus espaldas dos magníficas novelas (“Fuera de juego” y “La inmensa minoría”) en las que la calidad literaria se entremezcla con un trasfondo futbolero. Y el día que se decida a escribir una novela alejada del mundo del balón será, sin duda, una lectura de altos vuelos.

En 1910, los editores de la revista Bohemia, respondieron de forma contundente a un lector que solicitaba más fútbol entre sus temas: “La poesía y las patadas son incompatibles”. Si hubieran tenido la posibilidad de leer este libro su respuesta, sin duda, habría sido muy diferente.

 

«El chico que relataba partidos de fútbol», de Pablo di Pietro. Ediciones Deldragón

 

 

 

Cuando tenía unos once o doce años tuve un compañero en el colegio que se pasaba el día inventando y contando noticias deportivas y gritándolas por los pasillos. Una de las que se me han quedado grabadas es la siguiente: “¡Extra, extra. Cruyff, 29 años, 48 veces internacional. Iríbar, 33, solo 49!”. Lo hacía a grito pelado. Tenía alma de periodista, pero le perdí el rastro y desconozco si acabó dedicándose a ello.

Me he acordado de él tras leer una extraordinaria novela: “El chico que relataba partidos de fútbol”, del escritor y periodista argentino Pablo di Pietro y publicada por Ediciones Deldragón. Se trata de una maravilla de historia protagonizada por Campeonato, uno de los personajes más entrañables con los que me he cruzado. El contexto histórico es el del final del peronismo, la dictadura de Videla, la Argentina del Mundial 78, los inicios de Maradona y la guerra de las Malvinas. Pero la novela es mucho más que eso, puesto que aborda temas universales con los que cualquier lector se sentirá identificado.

SINOPSIS

Al cumplirse un nuevo aniversario de la Guerra de las Malvinas, Nacho, un periodista en plena crisis de los cuarenta, publica una semblanza sobre Sosita, el ídolo futbolístico de su infancia, que combatió en las islas, y de quien perdió el rastro. Poco después, recibe el llamado de una mujer que dice ser la viuda de Sosita. A partir de ahí, Nacho repasará su niñez teñida de fútbol, reconstruirá la historia de su amistad con el goleador y descubrirá que las cosas no ocurrieron exactamente como las evocaba.

Este es el argumento central de El chico que relataba partidos de fútbol. Su telón de fondo, las peleas entre familiares peronistas y antiperonistas, la dictadura militar, el Mundial ’78 y, especialmente, los delirantes días de la guerra en el Atlántico Sur. El protagonista vivirá intensamente su pasión por “el más popular de los deportes” y le servirá de refugio o de fuga ante las situaciones que deberá atravesar.

Plagada de personajes y de escenas entrañables, haciendo equilibrio sobre la delgada línea que separa la realidad de la ficción, El chico que relataba partidos de fútbol atrapa y no suelta hasta el final. Detrás de su inocente apariencia, sin embargo, ofrece una singular mirada sobre la Guerra de las Malvinas, al mismo tiempo que reflexiona sobre lo agujeros de la memoria y las miserias del exitismo.

 

La escritura de una reseña sobre Sosita, quien fuera su ídolo futbolístico cuando era niño, lleva a Nacho a rememorar los años de su infancia. En aquella época, todos lo llamaban Campeonato. Sus amigos creían que ello era debido a que todo el tiempo estaba relatando partidos. Aunque, en realidad, el origen del apodo era otro, una peculiaridad manifestada el día de su nacimiento.

 

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La novela, entre otras muchas cosas, es un perfecto espejo del universo infantil en el que transcurrieron mis primeros años. Dice Javier Marías que el fútbol es la recuperación semanal de la infancia. También he vuelto a sentirme nuevamente transportado a mi infancia con esta historia, que me ha emocionado por momentos ante la descripción de vivencias con las que es imposible no sentirse identificado. En este sentido, el hecho de que la ambientación corresponda a un determinado contexto cultural e histórico (el de la Argentina de los 70) no supone ningún impedimento para la narración. Es más, se trata de una etapa que no es extraña para nadie. ¿Quién no recuerda el simbolismo de los goles de Maradona a Inglaterra en el Mundial de México, con el eco de la Guerra de las Malvinas de fondo?

 

“Al principio, cada vez que su madre lo escuchaba susurrar en la oscuridad, creía que estaba rezando antes de dormirse, como ella le había enseñado. Cuando descubrió que murmuraba goles como un poseído, se preguntó si no sería víctima de alguna enfermedad”.

 

El mundo en el que Campeonato se mueve es el de un niño para quien la vida es un placentero lugar en el que solo existe el campito en el que jugar al fútbol, el ídolo al que admirar y el artesanal fulbito con el que prolongar la experiencia futbolística en la soledad de una habitación. Un oasis que se completa con la experiencia del primer enamoramiento. El paraíso que muchos de nosotros conocimos (niños que crecimos entre el Mundial del 78 y el del 82) y que la llegada de la edad adulta acaba haciendo que se evapore. Un proceso al que Campeonato se va viendo abocado, hasta acabar contemplando como la realidad de las cosas va provocando la desaparición del estado de inocencia que la niñez lleva asociado.

 

“Campeonato se daba cuenta de que era distinto a los demás porque el relato se le hacía más fácil:

– Recibe la pelota, levanta la cabeza. Amaga, deja atrás al defensor, se la pasa al diez y la vuelve a pedir, atención. Sosita le pegóo… y el remate se va rozando el travesaño.”

 

Por ahí aparecen las discusiones políticas en la Argentina de la Junta y la dictadura militar, de los encontronazos familiares entre peronistas y contrarios. Y, finalmente, entre la crudeza de la Guerra de las Malvinas y la huella simbólica que el conflicto dejó en los argentinos. También queda reflejada en la novela ese episodio, como uno de los ingredientes que conforman el cóctel definitivo de la entrada de Campeonato en una nueva etapa en la que se mezclan el momento político, la influencia del fútbol, la revelación de aquel que fue tu ídolo y el despertar a los primeros escarceos amorosos. Todo ello descrito con maestría, como si uno fuera el propio Campeonato, reviviendo lo que cuando fuimos como el protagonista de la historia también vivimos.

Y eso también es la novela: la descripción de un proceso de descubrimiento, el de Campeonato respecto del viraje del mundo que lo rodea. Un camino que lo conducirá a aceptar que las cosas no eran como pensaba, y que el idílico paisaje al que estaba acostumbrado comenzaba a transformarse hasta convertirse en un lugar diferente.

«El chico que relataba partidos de fútbol« es una maravillosa historia habitada por  un batallón de personajes entrañables capitaneados por Campeonato. Una conmovedora e inolvidable novela de las que dejan una huella imborrable.

El libro también está disponible en versión digital a través de Amazon e Itunes.

 

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