Programa «Pase de página» del 7 de marzo: Laia Tudel y el debut de Leo Messi

 

Os dejo con el link a la edición de ayer, 7 de marzo, del programa «Pase de página«.  Para escucharlo tenéis que hacer clic en la imagen, y hacia el final de todo llegaréis a mi modesta aportación.

El audio con el que participé ayer hace referencia a un relato escrito por la periodista Laia Tudel para una de las ediciones de «Relatos solidarios«, iniciativa de carácter benéfico en la que participan diferentes periodistas deportivos. El texto al que pertenece el fragmento lleva por título «El matadero de oro«. En él se hace referencia al debut de Leo Messi con el Barça en partido oficial, tras unos meses de incertidumbre que se solucionaron tras el famoso contrato firmado en una servilleta de papel.

Aquel día, Leo Messi no solo debutó, sino que también marcó su primer gol con la camiseta blaugrana. Y ese es uno de los elementos centrales del relato, pues el portero que lo encajó, el primero en recibir un gol de Messi como barcelonista, también protagoniza el relato.

 

 

Explicada la parte «académica» del artículo, vayamos a la paranormal. Ayer, como decía, leía la historia del primer portero a quien Messi marcó. Laia Tudel, en su relato, describe qué fue de aquel guardameta y de su carrera futbolística. Y hoy recibo un mensaje del periodista y escritor Wilmar Cabrera en la que me facilita el enlace al último de sus artículos. ¿Sabéis de qué trata? Pues ni más ni menos de lo que fue de Oriol Riera, jugador que debutó el mismo día que Messi, el 16 de noviembre de 2003, pero, en esta ocasión, en el primer equipo que entrenaba Frank Rikjaard.

Dos debuts de Messi en dos artículos en dos días.

 

1 de marzo: 16 años de la firma del contrato de Messi

 

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De todos es conocida la historia del contrato de Messi en una servilleta de papel. Sucedió el 14 de diciembre de 2000. Aquel peculiar contrato se convertiría, pocos meses después, en un acuerdo de verdad que vinculaba al todavía niño Lionel con el Fútbol Club Barcelona. Esa firma se produjo el 1 de marzo de 2001. Es decir, hoy hace exactamente 16 años.

Y así lo explica el gran Juan Villoro en su relato “Lionel Messi: infancia es destino”, publicado en el recopilatorio “Cuando nunca perdíamos”.

Para tranquilizar a la familia, el técnico firmó el «contrato» más delgado del fútbol. El 14 de diciembre de 2000 tomó una servilleta de papel en un bar y escribió un párrafo en el que se comprometía a velar por el niño. El documento tenía el mismo valor legal que una plegaria en Montserrat, pero hoy en día es custodiado por Josep Maria Minguella, gestor de la contratación, como una valiosísima pieza de arte popular.

 El 1 de marzo de 2001 se firmó un contrato de verdad y la familia Messi  se trasladó a Barcelona para apoyar a la Pulga.

Uno de los mayores desafíos de un futbolista es la administración de la soledad. Durante horas sin fin debe matar el tedio en cuartos de hotel. Esto se agrava cuando el jugador es un niño alejado de su entorno. Sin los pasatiempos ni los ravioles familiares. Leo descubrió que vivir en Barcelona era tan aburrido como chupar un clavo.

Nunca ha sido una persona con muchas ni muy variadas aficiones, pero no es lo mismo estar triste en casa que estar triste lejos.

También sus hermanos se deprimieron. Estaban desubicados, ansiosos. La madre decidió regresar a Argentina con ellos. Leo permaneció con su padre en la ciudad donde el más célebre extranjero envejecía en el zoológico: el gorila blanco Copito de Nieve.

La importancia de quedarse

A Messi le sobraban facultades, pero la historia del fútbol está llena de talentos que se quedaron en el camino. ¿Valía la pena permanecer en Barcelona, lejos de la familia, sin recompensa certera a la vista?

Una tarde, el padre no pudo más y propuso que volvieran. Otra puerta parecía cerrarse en su carrera. Pero a los trece años Leo ya era un especialista en adversidades. El niño que escapó por una ventana para ganar su primer título le pidió a su padre que se quedarn. En Rosario estaba el mundo, pero en Barcelona estaba la Masía, la esuela de fútbol donde se formaron Xavi, Iniesta y Guardiola.

 

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Portada - Cuando nunca perdíamos

22 de abril: de Enrique Vila-Matas a Juan Sasturain, y de Saviola a Messi, con el Quijote de árbitro

 

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Tal día como hoy, pero de hace 14 años (es decir, el 22 de abril de 2002), Enrique Vila-Matas escribía un artículo en el diario El País bajo el título “Don Quijote y Saviola”. Vale la pena recuperar el texto porque el inicio no puede estar más en consonancia con el día de hoy, en un ejemplo más de que, a menudo, parece que estamos inmersos en un eterno día de la marmota. Y si no, fijaros en las dos primeras frases del artículo:

Mañana es el Día del Libro y el día del partido del siglo. Literatura y fútbol más unidos que nunca, el no va más. Tal vez por lo especial que se presenta el día de mañana estaba yo hace un rato leyendo al profesor Claudio Magris hablando del Quijote…

Excepto por la referencia al partido del siglo (aquel año coincidió un Barça-Real Madrid por Sant Jordi), el resto de la frase podría haberse escrito perfectamente tal día como hoy: mañana es el Día del Libro, Claudio Magris leyó ayer el pregón de Sant Jordi en el ayuntamiento de Barcelona, Cervantes y el “Quijote” fueron homenajeados en el congreso de los diputados…

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Lo que decía. Que aunque el paso del tiempo es inexorable, en ocasiones se muestra juguetón y parece haberse detenido y mostrarse perezoso, con ganas de que la realidad se repita una y otra vez. En fin, dejémonos de enrevesamientos temporales y disfrutemos del artículo.

¡Ah! Y cuando lleguéis al final no os marchéis todavía, que aún hay más.

Don Quijote y Saviola

Enrique Vila-Matas

22 de abril de 2002

Mañana es el Día del Libro y el día del partido del siglo. Literatura y fútbol más unidos que nunca, el no va más. Tal vez por lo especial que se presenta el día de mañana, estaba yo hace un rato leyendo al profesor Claudio Magris hablando del Quijote y, ustedes perdonen, he ido a parar a la cueva de Montesinos y allí se me ha aparecido el presidente Gaspart.

Dice Magris que Don Quijote no tiene miedo. He recordado que Cruyff le ha recomendado a Rexach que no tenga su habitual canguelo -a nivel de táctica, se vio en Vigo y me parece asombroso, el entrenador del Barça sigue estando en la pretemporada y, además, continúa con sus apelmazados pánicos- y le juegue al Madrid sin miedo, teniendo la fe y la confianza del que sabe que puede ser superior. Precisamente los éxitos del dream team llegaron gracias a haberle perdido por completo el miedo, que no el respeto, al Madrid.

Dice Magris que Don Quijote se ofrece a la incertidumbre del vivir, que le trae desastres, palos, porquerías, humillaciones. Pero Don Quijote no tiene fe en la vida, que no sabe lo que hace, sino en los libros que no hablan de la vida, sino de aquello que le da sentido, sus enseñas. Por ellas Don Quijote se bate y recibe palizas, pero nunca duda de esas enseñas.

¿Puede tener fe el socio del Barça en Rexach si éste se ha pasado la (pre)temporada plagiando a Alexanko, quiero decir a Héctor Cúper? ¿Puede tener fe el socio del Barça en su presidente si éste, que es una de sus máximas enseñas, tiene canguelo en el palco y lo abandona cambiándolo por el retrete a la primera de cambio? Ya se vio en el partido de laChampions con los mediocres griegos y lo hemos visto otras veces: de pronto, desaparece el presidente y con él se evaporan, pues, trágicamente todos los socios a los que él representa. Es como si en las grandes batallas antiguas el general en jefe de un ejército de legendario prestigio cambiara sistemáticamente a sus soldados por las letrinas.

Se dirá que todo el mundo tiene derecho a estar enfermo, pero conviene recordar que el presidente no ha sido elegido para que haga de charlatán en la televisión, sino para que sea la encarnación misma de la dignidad de un gran club. No es una cuestión estética el asunto de las letrinas, sino ética. Ya que no le reprende el entorno mediático -cómplice del miedo y más ocupado en chorradas que en advertir, por ejemplo, a los socios de las pretensiones de la Junta de vender a ese futuro gran jugador que es Arteta a un club escocés-, deberían reprenderle los socios pero éstos, en respetable mayoría, eligieron hace dos años el proyecto Riquelme -llamemos así a la ausencia de cualquier proyecto de futuro- y se merecen lo que está pasando.

Hace tiempo que el gregarismo y la mezquindad de cierta parte de la afición están alejando a muchos de su antigua identificación con este gran club que no siempre ha tenido miedo, que tuvo etapas de valentía y arrojo.

En fin. Ojalá mañana sea el Día del Libro y el día del Libro de Saviola -acaba de publicar uno, seguramente escrito en el tiempo que le ha sobrado todo el año cuando jugaba el Barça en campo contrario- y el equipo juegue sin miedo ofreciéndose como el Quijote a la incertidumbre del vivir y, como hicieron algunos inolvidables jugadores que forjaron la intensa leyenda de este club, a la maravillosa incertidumbre del fútbol.

Ojalá el equipo, olvidándose del canguelo escénico de palco y banquillo, recupere la fe y, si es necesario, la fe en los libros y vea el partido como un libro abierto y acabe ganando por 6-2, que es un resultado que a los miedosos de Can Barça les haría decir que la eliminatoria aún no estaba resuelta y a los valientes proclamar que había que ir de nuevo con todas las enseñas y la fe del mundo al Bernabéu.

Enrique Vila-Matas,socio del Barcelona número 7.933.

Javier Saviola. Imagen de www.taringa.net

¿Ya estáis aquí? Bien. Pues ahora que habéis acabado con la lectura del artículo, os tengo preparada otra sorpresa. Debe ser una confabulación astral o ves a saber qué alineación sobrenatural, pero el caso es que existe una fijación en la literatura por relacionar a delanteros argentinos con el Quijote. Yo, al menos, conozco dos casos. El descrito del artículo de Vila-Matas, vinculando al caballero de la triste figura con el conejo Saviola y otro, de Juan Sasturain, publicado en el 2004, bajo el título de… Agarraros: “Lionel Messi, autor del Quijote”.

Juan Sasturain. Imagen de www.donpatadon.com

 

Y así, gracias al fútbol y la literatura, nos encontramos ante una pared literaria entre Enrique Vila-Matas y Juan Sasturain, y entre Javier Saviola y Leo Messi. Y todo ello con el Quijote como testigo. Desconozco si tan famoso hidalgo jugó alguna vez al fútbol, o si Cervantes, como tantos otros escritores, fue portero durante su juventud (siendo manco, no me extrañaría en absoluto).

Pero no puedo evitar dejar volar la imaginación y pensar que en el episodio de los molinos que don Quijote veía como gigantes quizá, en realidad, en lo que Cervantes estaba pensando era en enormes defensas del equipo rival de un partido de fútbol, tal y como Forges lo intuyó y podéis ver en la viñeta del final de este artículo.

Aquí tenéis el artículo.

Lionel Messi, autor del Quijote

 Por Juan Sasturain

Cuando Jorge Luis Borges en 1944 publicó Ficciones, acaso el mejor libro de cuentos de la lengua castellana, incluyó un texto barroco, irónico y sin duda extraordinario que le había dedicado a Silvina Ocampo cinco años antes: Pierre Menard, autor del Quijote. Pocos relatos borgeanos han sido objeto de exégesis más finas y ninguno plantea con mayor sutileza una cuestión tan insólita como deslumbrante. El narrador, que es un pedantísimo confidente epistolar del desaparecido Menard –simbolista tardío, amigo de Valéry, autor de una obra breve y fragmentaria y de un intento desmesurado–, hace el relato y la detallada descripción de la inconcebible empresa que se llevó los máximos esfuerzos y los parciales logros del malogrado poeta de Nimes: escribir El Quijote.

Porque el propósito del oscuro francés Pierre Menard no era traducir ni copiar ni transcribir ni memorizar la obra clásica española; es decir, no quería escribir otro Quijote –“lo que sería fácil”, dice Borges por boca del narrador–, sino escribir el Quijote, el mismo texto: “Producir unas páginas que coincidieran –palabra por palabra y línea por línea– con las de Miguel de Cervantes”. Un propósito “meramente asombroso” en sus propias palabras, para cuyo cumplimiento se impuso en principio un método que, dentro de lo imposible, era relativamente sencillo: ser Cervantes.

Para eso –y ahí deslumbra Borges en la enumeración–, Menard llegó a conocer relativamente bien el español del siglo XVII, recuperó la fe católica, guerreó de memoria contra turcos y moros y consiguió olvidar la historia europea entre 1602 y 1912, entre otras hazañas. Sin embargo, ese camino le pareció excesivamente fácil y lo desechó. Así eligió finalmente la tarea más ardua y la única verdadera: llegar a escribir El Quijote sin tratar de ser en el siglo XX un novelista del XVII, siendo apenas lo –y el– que era, el oscuro Pierre Menard. “Mi empresa no es difícil esencialmente –le confiesa al narrador en una de sus cartas con lógica perturbadora–, me bastaría ser inmortal para llevarla a cabo.”

De toda esa prodigiosa tarea sólo quedan testimonios parciales, ejemplos de lo que pudo haber sido: los capítulos noveno y trigésimo octavo de la primera parte y un fragmento del veintidós. Y eso es todo.

Hasta ahí, Menard. Hasta –o desde– ahí, la soberbia especulación borgeana sobre la propiedad de las ideas y los relatos, la temporalidad reversible, el equívoco sentido que se ilumina hacia atrás y hacia adelante. “Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante una técnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura: la técnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas”, concluye la indudable voz de Borges con pavorosa ironía.

Recurrir a estos esplendores de la ficción y la inteligencia para referirse a un avatar futbolero puede parecer excesivo o al menos descaminado. Creo poder demostrar que no lo es.

Cuando –ya famosamente– el joven Lionel Messi realizó en el Camp Nou del Barcelona FC, durante el crepúsculo boreal del miércoles 18 de abril, para disfrute y consumo urbi et orbe, la maniobra prolongada en tiempo y espacio que culminó en el segundo gol de su equipo contra el Getafe, hubo consenso unánime e inmediato de que se trataba de un hecho prodigioso y, paradójicamente, comparable: el pibe había hecho un gol igual al de Maradona contra los ingleses en el Mundial ’86.

En estos tiempos de fútbol mecanizado y jugadas preconcebidas con ejecutores obedientes, no es demasiado raro que se vean goles iguales a otros –hay infinidad de casos en que se repiten calcados circunstancias y desempeños–; lo extraordinario del caso es que, precisamente, lo que se veía mágicamente repetido era lo –por definición– irrepetible, lo excepcional: el mejor gol de la historia. El de Messi no era ni mejor ni peor: era, de un modo inquietante, igual. No hizo otro gol parecido ni lo copió ni lo imitó ni lo tradujo: simple, increíblemente, lo hizo otra vez.

Digo que, como Pierre Menard quiso y pudo parcialmente escribir El Quijote, Messi intentó y pudo hacer el gol de Diego. Incluso se puede llegar a suponer o –me atrevo a decirlo– a reconstruir un propósito similar en el precoz, homólogo petiso. Es innegable que, como Pierre Menard, Messi –o el espíritu consciente o no que a través de él se manifiesta– alguna vez concibió la idea de hacer el mismo gol del Diego. Y es evidente que eligió como primera opción, al igual que Pierre Menard, el camino de –en la medida de lo posible– ser Maradona para después hacerlo “desde el Diego”. Por eso es (se hizo) argentino, por eso se mueve allí donde se mueve, por eso ha ido a jugar a Europa en el Barcelona, por eso ha sido campeón mundial juvenil, por eso ha tenido un primer Mundial frustrante.

Lo extraordinario es que en algún momento, y también como Pierre Menard, Messi decidió el camino más difícil, y decidió hacer el gol del Diego sin (esperar) ser Diego: aceleró (literalmente) el trámite, se apuró, no llegó ni a cumplir los años ni a jugar el segundo Mundial ni a enfrentar a Inglaterra y, en una noche cualquiera, hizo el gol del Diego con la certeza y sabiduría desinteresada con que da en el blanco un arquero zen.

 

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¿Es Messi lector de «Los futbolísimos»?

 

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En el partido de Liga que ayer disputaron el Eibar y el FC Barcelona se produjo un hecho del que nadie ha hablado, y que pese a su trascendencia e importancia parece haber pasado inadvertido a todo el mundo. La situación, en otras circunstancias, no superaría la consideración de simple anécdota. Pero teniendo en cuenta que su protagonista fue Messi, y que todo el episodio desprende un innegable aura de suceso paranormal, creo que es de justicia dejar constancia de la verdad por inverosímil que parezca.

Todo comenzó en el minuto 29, con el penalti con el que fue sancionado el equipo local. El FC Barcelona, recordémoslo, lleva una extraña racha de penaltis fallados, algo increíble teniendo en cuenta la categoría de los jugadores que tiene a su disposición a la hora de ejecutar la pena máxima. Sea como fuere, la realidad es que los once metros se han convertido esta temporada en una bestia negra para el equipo blaugrana.

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Con esos antecedentes, en cuanto el árbitro señaló ayer la pena máxima, pudimos contemplar la determinación de Messi a la hora de disponerse a lanzar el penalti. A partir de ese momento, todo cuanto sucedió no fue más que un calco de lo que un episodio de literatura futbolera infantil describió hace ya algunos meses. Porque en aquel preciso instante un fogonazo en forma de recuerdo atravesó la mente de Messi, haciéndole recordar a Pakete, delantero de «Los Futbolísimos”, quien en el primer número de la serie, “El misterio de los árbitros dormidos”, llevaba una racha de cinco penaltis fallados.

Pero lo más increíble de todo fue que Messi no solo recordó a Pakete, sino que se inspiró en él a la hora de disponerse a lanzar el penalti. Por la mente del argentino, esto es lo que pasó:

“Miro fijamente al portero. Y recuerdo lo que ha dicho mamá, de chutar hacia la derecha o la izquierda, y todo eso. Pienso en el Mosca. ¿Qué probabilidad hay de que el portero salte hacia la derecha si yo chuto a la izquierda?

Supongo que un 50%.

Pero el portero está en el medio.

¡Claro! No es un 50%.

Porque los porteros casi siempre se tiran hacia la derecha o la izquierda.

No se pueden quedar quietos.

Es superior a sus fuerzas.

Es su carácter.

Decidido.

Tomo impulso.

Coloco el pie bajo la pelota.

Y hago un lanzamiento hacia el medio de la portería.

Como Panenka.

Como Pirlo.

Como Messi.”

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Ahí lo tenéis. Messi, para acabar con la negativa racha de penaltis fallados, se acaba inspirando en un personaje de la literatura infantil que para acabar con su negativa racha de penaltis fallados se había inspirado, a su vez, en el propio Messi. Y lanzó su penalti por el centro. Como Panenka. Como Pirlo. Como Messi.

Sí. Una explicación un poco bucle y enrevesada. Pero nadie dijo nunca que la solución a los casos de Expediente X fuera sencilla.

En resumidas cuentas: que yo diría que Messi también lee a “Los futbolísimos”.

 

Del «¡gol!» de Messi a «¡Gol!» de Luigi Garlando

 

Comenzamos la semana con la resaca de la final de la copa del rey del sábado y el gran partido de fútbol que Barcelona y Athletic de Bilbao ofrecieron sobre el Camp Nou. Un magnífico espectáculo futbolístico que terminó con el resultado de 3 a 1 favorable al equipo blaugrana, y que dejó para el recuerdo otra maravilla de Messi.

Un gol, el del argentino, que fue sin duda mucho más que un gol, y que desde el mismo instante en que la pelota traspasó la línea de portería pasó a formar parte de la historia del fútbol. Ahora solo queda esperar a que el recuerdo de la jugada se vaya transformando en palabras y frases de la mano de escritores y periodistas, de manera que los amantes de la literatura futbolera podamos volverlo a revivir gracias a la lectura.

La Galera - Gol!

De momento, pensando en ese gran gol he pensado automáticamente en otro gran “¡Gol!”, este sí en forma de libros. Se trata de la serie “https://www.youtube.com/embed/REpwcOWHsco«>¡Gol!” de Luigi Garlando, de la que ya hablé en este artículo, y de la que según la wikipedia en Italia va por el número 40.

La serie está dirigida a los lectores entre los 9 y los 12 años, y se completa con una serie de volúmenes especiales titulados “¡SuperGol!”.

El otro día vi en una librería que aquí ya estaba disponible el número 32 de la serie. Así que, en homenaje al gran “Gol” de Messi, dedicaré el artículo de hoy a los tres últimos números de “¡Gol!” que se han publicado: el 30, el 31 y el 32.

Recordad que toda la serie está publicada en su versión en catalán por La Galera, y que la versión en castellano es de la editorial Montena.

¡GOL 30!

¡A por la revancha!” / “Fora de joc, Cebetes!”

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Ha vuelto el verano, y Tomi y sus amigos disfrutan de su victoria en el campeonato. Pero sus rivales, los Tiburones, quieren la revancha y no van a dejar pasar ninguna ocasión para buscar pelea durante las fiestas del barrio. Por una vez, ¡ni siquiera los Cebolletas sabrán controlarse! Su entrenador, Champignon, se vera obligado a tomar una decisión drástica…

¡GOL! 31

Un nuevo inicio” / “Un nou començament

Gol 31 - Un nuevo inicio - Un nou començament - copia

 

¡Los Cebolletas van a empezar un nuevo campeonato! ¿Que equipos formarán esta vez?¡Hay grandes novedades para los Cebolletas! Champignon les ha retirado el castigo y les va a dejar participar en un nuevo campeonato, aunque con una condición: ¡que vuelvan a jugar a fútbol de siete! Tras recuperarse de su sorpresa inicial, los chicos tendrán que enfrentarse al reto de formar tres equipos… ¿Quienes serán los capitanes? ¿Y qué nombre, qué colores y qué compañeros elegirán?

¡GOL 32!

“¡Estamos en racha!” / Un campionat espectacular

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Los Cebolletas empiezan el campeonato de fútbol siete. ¡La primera ronda va a ser todo un desafío!¡El campeonato de fútbol de siete no es tan fácil como parecía! Los Cebolletas deberán volver a ganar confianza en el campo reducido y estudiar nuevas estrategias. A los equipos de Tomi y de Joo les va bien, pero el de Sara está en la cola de la clasificación… Aun así, ¡nadie desfallecerá, y todos vivirán emociones fuertes antes del derbi final!

Y para terminar, aquí tenéis el booktráiler de la serie (en italiano, eso sí).

Fallando penaltis

 

Imagen de www.mundodeportivo.com

 

El Barça ganó ayer por 1 a 2 en el campo del Manchester City el partido de ida de los octavos de final de la Champions League. Fue un gran encuentro, quizá de los mejores en lo que llevamos de año, con un más que destacable primer tiempo por parte de los azulgranas. El equipo desarrolló un gran juego, Luis Suárez marcó los dos goles, y Messi dio un auténtico recital de fútbol.

Sin embargo, tanto la gran imagen ofrecida como el gran resultado conseguido se han visto en parte eclipsados por el penalti fallado por el argentino en el tiempo de descuento. Un penalti que de haber sido transformado habría finiquitado prácticamente la eliminatoria.

Por lo que parece, las cosas no le están saliendo demasiado bien a Messi desde los 11 metros, una distancia que parece se le ha atragantado y que le ha llevado a fallar 5 de los 10 últimos lanzamientos realizados, si contamos también los chutados con la selección Argentina.

Ante esta situación, la pregunta es: ¿es eso preocupante? Si leyerais más y miraseis menos la tele, o como mínimo, si leyerais más aunque mirarais la tele sabríais que las cifras de Messi no son, en absoluto, para preocuparse. Total, de los últimos penaltis lanzados solo ha fallado el 50%.

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¿Es eso mucho? No. Mucho es lo de Francesc Parxet i Cases, delantero del Pla de Dalt y miembro destacado de “Els Futbolíssims”, que ha fallado los últimos 5 penaltis chutados tal y como explica en «El misteri dels árbitres adormits» de Roberto Santiago.

Es decir: que el chaval no ha fallado uno ni dos ni tres. Ha fallado cinco. Five points. Cinco chutados, cinco fallados.

A mi em va posar Paket perquè fa uns quans partits que no marco.

Bé, per això i per una altra cosa que ja he explicat.

He fallat cinc penals seguits en cinc partits.

Ja sé que és increïble, i que no deu haver passat mai res de semblant en cap equip del món.

Per això em va posar el nom de Paket.

Y eso que hasta su madre, gran futbolera, le ha explicado cuál es el secreto de los penaltis. Y que incluso le ha dicho que quien en realidad debe tener miedo es el portero, como dijo un escritor que se llamaba Peter Handke en un libro titulado, precisamente, “El miedo del portero ante el penalti”.

(Bueno, en realidad, esto último me lo acabo de inventar yo. Pero lo he colado aquí porque me parecía que hablando de penaltis por algún lado tenía que aparecer el libro, ¿no?)

El secret per xutar bé els penals me’l va explicar la mare:

– Tu, quan vagis a xutar, mira cap al costat on penses tirar la pilota, perquè també ho vegi el porter… i després xutes cap al mateix lloc.

– Però si el porter ja sap cap a on xutaré, per què haig de llançar la pilota en la mateixa direcció? –vaig preguntar.

– Per això, precisament, perquè el porter es pensa que com que ell ja sap la direcció en què llançaràs la pilota, canviaràs d’opinió i xutaràs cap a l’altre costat- va explicar-me ella-. I per això el porter es tirarà cap a l’altra banda i tu marcaràs.

Em vaig quedar rumiant una estona. Potser tenia raó, i a més la mare en sap molt, de futbol.

Así que, visto lo visto… ¿aún os sigue preocupando lo de Messi? Yo empezaré a hacerlo cuando sus cifras igualen las de Paket.

Messi: el documental

 

 Tràiler del documental «Messi»

 

 Ja s’ha estrenat als nostres cinemes la pel·lícula sobre la vida de Messi dirigida per Àlex de la Iglesia. Filmada entre Argentina i Espanya, es combinen escenes de ficció i material d’arxiu, i inclou també converses amb entrenadors, periodistes i jugadors. Hi apareixen, entre altres, César Luis Menotti, Johan Cruyff, Santiago Segurola, Andrés Iniesta, Gerard Piqué, Xavi Hernández i Jorge Valdano, que també és un dels guionistes del documental.

En aquest enllaç trobareu algunes explicacions del director sobre el documental, com ara algunes absències sonades, com la de Diego Armando Maradona, que pel que sembla va voler cobrar per sortir a la pel·lícula, cosa que altres cracks també van demanar.

 

Imatge de www.mundodeportivo.com

 

La crítica publicada al diari El País fa uns dies sobre la pel·lícula és la següent:

Aunque los documentales deberían ser más una búsqueda, un camino hacia el descubrimiento, que la exposición de una teoría previa, con Lionel Messi quizá no haya esa posibilidad. Todo se ha escrito, todo se ha leído ya. Así que queda el análisis, y queda la fiesta, justo la sistemática que han elegido los responsables de Messi,documento hagiográfico sobre la figura del futbolista argentino, escrito por Jorge Valdano y dirigido por Álex de la Iglesia, compuesto a partir de una celebración en la que se analiza su trayectoria, importancia y legado. Eso sí, la puesta en escena del festejo, una cena en un restaurante donde cada una de las mesas está ocupada por un grupo humano relacionado con la vida del jugador (sus amigos del cole, sus profesores, sus compañeros en el Barça, los periodistas…), puede ser una idea más o menos buena en función de cómo se ejercite. Sin embargo, a pesar de que gracias a una buena labor de montaje el desarrollo es meritorio, la justificación inicial es fatal.

Oír en los primeros minutos de Messi, cuando todos llegan al local, frases como «¡mira, es Cruyff, el de la naranja mecánica!», o «ése es Valdano, el del Mundial 86», resulta simplemente sonrojante. Es entonces cuando se empieza a adivinar que la película no tiene como objetivo a los futboleros (a éstos tales informaciones no sólo les sobran, también les molestan), sino a un arco de público mucho mayor. Sobre todo cuando se confirma a través de la segunda de las metodologías de exposición, y el segundo de los errores: discretas dramatizaciones con actores representando a Messi y a su familia (y, más tarde, a gente como Rexach o Rijkaard), que guían, sobre todo, la mitad inicial de la película, con sus problemas de crecimiento y su salto desde Argentina a España.

Sin embargo, con la eclosión del futbolista en el primer equipo del Barça, cuando por fin acaban las escenas de ficción, la película levanta el vuelo. Es entonces cuando las palabras de análisis, los vídeos grabados por el padre del protagonista durante toda su vida (que hacían innecesarias las dramatizaciones), el montaje y el ritmo adquieren velocidad, talento y brillantez, como ese juego de planos con Messi cabizbajo durante el himno argentino, o algunos de sus goles de niño, unidos a los de su madurez.

Como buena parte del cine familiar, esa quimera que intenta contentar a varias generaciones con el disfrute en comandita, la película cojea por demasiados lugares, pero De la Iglesia y Valdano quizá hayan inventado la figura del documental deportivo familiar ficcionado.

Segurament no estem davant d’una de les obres cumbre de la història del cinema. Però tampoc s’ha de menysprear el reclam que suposa conèixer la història d’un dels millors jugadors de la història del futbol, filmada per un director com Àlex de la Iglesia i comptant amb la col·laboració, a l’hora d’escriure el guió, de Jorge Valdano, un dels millors representants dels futbolistes literaris.

Així que ja sabeu: els amants de la relació entre futbol i cinema teniu una bona oportunitat de continuar alimentant la vostra passió.

Cartel de Messi

Apa, ja podeu anar buscant un forat entre «Doraemon«, «Hobbits» i «Paddingtons» per anar-la a veure.

«¡Gol!», de Michael Morpurgo

 

 

Si voleu recomanar a un jove una emotiva lectura en la que un dels protagonistes és un famós i històric futbolista no us perdeu «¡Gol!«, de Michael Morpurgo. La versió en castellà està publicada per RBA, i la catalana per l’editorial Molino.

Es tracta d’un llibre de literatura juvenil, adequat per a joves a partir dels 12 anys. El seu autor, Michael Morpurgo, també va escriure l’exitosa «El regne de Kensuke«, amb la que va guanyar l’any 2000 el prestigiós «The Children’s Book Award«. Michael Morpurgo, a més, és un important novel·lista anglès, autor de nombrosos llibres per a infants i guanyador de molts altres guardons. Des de l’any 2003 ostenta el càrrec de «Childre’ns laureate», el poeta llorejat dels nens.

«¡Gol!» és una emotiva història protagonitzada per Robbie Ainsley, un nen que es troba en estat de coma després d’un accident automobilístic. Tancat en el seu propi cervell, capaç d’escoltar, però sense poder-se moure ni parlar, Robbie lluita per evitar caure encara més en la inconsciència, imaginant converses amb les persones que estan al seu voltant.

Una infermera, els seus pares -amb problemes en el seu matrimoni-, els seus companys d’escola, i … el futbol.

«Los machacamos 4 a 1. Y el gol que metieron era un penalti que no era justo… Ni por asomo toqué a su delantero centro. Se tiró al suelo él solito. A ver si te pones bien de una vez, porque aquí te echamos mucho de menos. Y además el equipo necesita que vuelvas. ¡Venga!»

 

 

Robbie és un apassionat del futbol, aficionat del Chelsea i fan de Gianfranco Zola, qui donarà una gran sorpresa a Robbie anant-lo a visitar a l’hospital en assabentar-se de la seva situació.

   

 

Una lectura molt recomanable on la ficció beu de situacions reals que de tant en tant es produeixen, quan futbolistes famosos mostren la seva vessant més humana i ens ofereixen gestos de solidaritat, especialment amb nens que pateixen malalties. Es podrien esmentar molts exemples, però me’n recordo molt especialment del cas de Messi i Soufian, «el nen que podia volar«, una relació de la que es va fer el magnífic documental que podeu veure a continuació.

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