Vídeo: más ‘balones desaparecidos’ en «La noche que Luis nos hizo hombres», de Ángel Silvelo Gabriel

Hace unas semanas grabé un vídeo haciendo referencia a un fragmento de la novela La noche que Luis nos hizo hombres, de Ángel Silvelo Gabriel, en el que se habla de balones desaparecidos.

Pero ese no es el único ‘cromo’ que podemos encontrar en el libro. A continuación, una recopilación con el resto de menciones. Más cromos para el álbum de La hermandad de los balones desaparecidos.

Los balones desaparecidos en la iglesia de Santo Tomás de Ascoli Piceno

Iglesia de Santo Tomás Apóstol en Ascoli Piceno (Italia)

Hace unas semanas se hizo pública una curiosa y maravillosa historia relacionada con el Convento de Santa Clara de Pontevedra que podéis leer aquí. Tras permanecer cerrado al público durante 700 años por su condición de clausura, y después de ser adquirido por el concello de la provincia, el pasado diciembre se pudo acceder libremente a sus jardines. ¿Y qué fue una de las cosas que se encontraron en su interior? Un gran número de balones de diferentes tipos y épocas. Todos ellos procedentes de la plaza que hay junto al convento, que fue y sigue siendo espacio de juegos para los niños de la zona.

Balones recuperados en el Convento de Santa Clara

Pues bien. Hace apenas unos días saltó otra noticia en esta misma línea. Se trata, en esta ocasión, de lo sucedido en la iglesia de Santo Tomás Apóstol de la ciudad italiana de Ascoli Piceno. Tras el terremoto sufrido en el 2016, que afectó a la estructura del edificio, se ha procedido a unas obras de reforma y restauración. ¿Y qué es lo que han encontrado los operarios en el tejado de la iglesia? Pues ni más ni menos que unas 40 pelotas de diferentes épocas, incluyendo un Adidas Tango Durlast, modelo utilizado en el Mundial de Argentina de 1978.

Imagen del Corriere della Sera

Dos noticias que además de ser munición para La hermandad de los balones desaparecidos, demuestran que tan universal como el fútbol es el acto de perder un balón.

Presentación de «La hermandad de los balones desaparecidos» en la Biblioteca Marta Mata de Cornellà

 

 

 

La tarde del martes 3 de diciembre tuve la ocasión de vivir una experiencia inolvidable en la presentación de «La hermandad de los balones desaparecidos«. Fue en la Biblioteca Marta Mata de Cornellà, ubicada en el antiguo Cine Titán, paisaje urbano de mi infancia.

 

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Una sala llena con 60 personas, representantes de diferentes momentos de mi vida, y a los que no puedo hacer más que agradecer que me quisieran acompañar en un momento tan especial.

Compañeros de colegio, gente del barrio, amigos de infancia, de juventud, de la edad adulta, del mundo del fútbol… Me habría gustado poder dedicar a cada una de esas personas el tiempo suficiente para agradecerles lo que su presencia significaba para mi. Pero en este tipo de actos, ya se sabe.

Así que solo puedo volver a insistir en dar las gracias de forma resumida, esperando que lleguen a todo el mundo, y publicar algunas de las fotos que he podido recopilar.

Gracias a Anna Sàlvia (directora de la Biblioteca), a su equipo y la Xarxa de Biblioteques de Cornellà.

Gracias al Sr. Ot García, Regidor de Cultura, por formar parte del acto, y también al Sr. Enrique Vanacloy, Regidor d’Esports, por su asistencia en la sala.

 

 

Gracias a mi familia, siempre incondicional e insustituible, desde mi mujer e hijo a mis padres, hermanos, sobrino, prima…

 

 

Gracias a los compañeros y compañeras del colegio Abat Oliba, con quienes compartí infancia y seguimos vinculados gracias al gen de aquella escuela.

 

 

Gracias a los miembros de la Agrupación de Veteranos de la UE Cornellà, ídolos de infancia con los que ahora tengo el honor de compartir equipo.

 

 

Gracias a los excompañeros del Levante Las Planas, con los que tantos momentos compartí y con los que continúo felizmente vinculado.

 

 

Gracias a todas las amistades que el mundo del fútbol (y todo aquello que lo rodea) me ha proporcionado, incluso sin haber coincidido en el mismo equipo. El compañerismo, por encima de todas las cosas, es una de las esencias del fútbol.

Gracias a todos los amigos y amigas, de procedencias y épocas diversas que la vida ha ido poniendo en mi camino y que ayer, con su presencia, me hicieron vivir unos momentos muy emocionantes y sentirme muy afortunado de haberlos conocido y de tenerlos cerca de mi.

 

 

Gracias a Libros Indie, la editorial que me ha dado la oportunidad de vivir esta experiencia, y a Pablo Ríos, por prestarse a ilustrar esta modesta novela.

Y, finalmente, un agradecimiento muy especial para el amigo y autor Jorge Gamero, por haberme acompañado, animado y guiado desde el inicio de esta aventura y continuar obsequiándome con su generosidad.

 

 

 

Tanto quienes pudieron asistir como quienes no pudieron hacerlo consiguieron hacer, de la tarde de ayer, una experiencia inolvidable.

Cuando tenía 11 años perdí una pelota llena de aire. El martes me fue devuelta inflada con toneladas de afecto.

 

Un balón desaparecido en «Fuera de juego», de Miguel Ángel Ortiz

 

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En el año 2013, Miguel Ángel Ortiz publicó «Fuera de juego» en la editorial Caballo de Troya, una maravilla de novela que incluía la desaparición de un balón y a la que seguirían dos obras imprescindibles para los amantes del fútbol y la literatura: «La inmensa minoría» y «Poesía y patadas«.

El episodio tiene origen en un lugar real, situado en Medina de Pomar (Burgos). En este video el propio autor nos lo explica, convirtiéndose en un magnífico ejemplo de cómo se transforman las vivencias reales en auténtica literatura.

Balones desaparecidos: Jorge Molina Arroyo, director del programa sobre fútbol y cultura «Pase de página»

 

«Pase de página» es un interesantísimo y más que recomendable programa de radio dedicado íntegramente a hablar sobre fútbol y cultura. Se emite los miércoles, cada dos semanas, de 16 a 17h., en la emisora del Sevilla FC.

Su director es el periodista y escritor Jorge Molina, quien nos explica, en el siguiente video, qué expresión utilizaba de niño para referirse a la desaparición de una pelota y, también nos transmite cómo se vivían aquellos momentos.