«La hermandad de los balones desaparecidos» en FNAC-Splau de Cornellà

 

 

 

El pasado sábado tuve el gran honor de celebrar un acto de presentación de «La hermandad de los balones desaparecidos» en el espacio Fòrum de Fnac-Splau, en Cornellà. Una vez más, tuve la cobertura del amigo y escritor Jorge Gamero, con quien me siento afortunado de continuar realizando combinaciones futboleras. De jóvenes lo hicimos en el campo. De adultos lo seguimos haciendo en la Agrupación de Veteranos de la UE Cornellà y, también, gracias a la literatura.

Que la asistencia no fuera la esperada no afecta para nada al buen recuerdo que me quedará de haber tenido la oportunidad de hablar de «La hermandad…» en aquel lugar. Aprovecho, por eso, para dar las gracias al equipo de FNAC por proporcionarme esa oportunidad y permitirme disfrutar de su magnífico «estadio».

Tal y como comenté al principio de la presentación, el lugar geográfico en el me encontraba tiene un significado especial para mi. Un simbolismo del que ni siquiera me había dado cuenta hasta pocos días antes del acto. Fue de camino hacia allí cuando caí en la cuenta de que había cierta travesura del destino en aquella situación.

 

 

El caso es que si tuviera que identificar un detonante para «La hermandad de los balones desaparecidos» debería situarlo en un episodio que ya he explicado en varias ocasiones, y que tiene que ver con una pelota que perdí cuando tenía unos 11 o 12 años. Al menos, eso es lo que pensaba hasta hace bien poco, pues hace unos días, un fogonazo de lucidez me ha hecho comprender que, en realidad, el origen de toda esta obsesión se sitúa muchos años antes. Concretamente en un recuerdo desaparecido, borrado de mi memoria, tras un suceso ocurrido, exactamente, el 20 de septiembre de 1971.

Me reservo la explicación de lo que ocurrió aquel día para otro post, y De momento, y volviendo a la presentación del sábado, aquí tenéis algunas fotos de lo que fue una tarde muy especial.

 

Con el gran Chele, gran compañero y futbolista y uno de los defensas más técnicos y elegantes con los que he tenido el placer de jugar.

 

Carla y Queralt, jugadoras de la UE Cornellà, y a quien el amigo Jorge Gamero tuvo el gran detalle de hacerles llegar un ejemplar de «La hermandad de los balones desaparecidos«.

 

 

Y una foto que me encanta, acerca de la cual publiqué en facebook que no tenía ni idea de hacia dónde estábamos mirando con tanta atención. Y el amigo Jorge Gamero, como respuesta, escribió casi un minirrelato literario-futbolero: en el que no faltó mi querido «bordillo de Zanón«:

Alfonso, debíamos observar la parábola que describía la pelota tras una volea impulsada por la literatura. La imagen, aunque muy chula, no recoge el momento en el que la pelota entró por la escuadra ante la algarabía de una grada rendida a tu arte. Yo solo fui el bordillo de Zanón contra el que habías perpetrado una tarde perfecta.

 

«Antes del huracán», Kiko Amat. Anagrama, 2018.

 

 

 

Lo pone en mi libro Copa del Mundo de Fútbol España 1982. Lo regalaban en una caja de pensiones si abrías una cuenta con ellos. Mi libro tiene una página entera dedicada a Kevin Keegan, en la sección «Ídolos». Leo ese libro una y otra vez.

 

Hay una frase de Jorge Valdano que dice: “hay pocas novelas que tengan al fútbol como tema central. Hay muchísimas que lo tienen como paisaje”. En este mismo sentido, otra de sus afirmaciones dice que “se hace difícil encontrar novelas actuales en Inglaterra o en Argentina donde el fútbol no sea parte del paisaje social”.

Explico esto para hacer referencia a la existencia de un importante número de obras de ficción en las que el fútbol, sin ser ni protagonista ni elemento principal de la trama, está también por ahí presente, oculto entre sus páginas, apareciendo y desapareciendo como un Guadiana literario. Por ejemplo, obras como “Las manos» de Miguel Ángel Zapata, o “Lo peor de todo” de Ray Loriga, o “Una canción de Bob Dylan en la agenda de mi madre”, de Sergio Galarza, sin ser específicamente futboleras, incluyen diferentes relaciones más o menos intensas con el mundo del fútbol.

Viene esto a cuento de “Antes del huracán”, la novela más reciente de Kiko Amat publicada por la Editorial Anagrama el pasado 2018. Se trata de una maravillosa y emotiva historia, dura y trágica por momentos pero sin que falte el humor, y protagonizada por dos personajes inolvidables, Curro y Plácido, a quienes conocemos en diferentes momentos de sus vidas. Uno de ellos corresponde a la infancia de ambos, en julio de 1982, justo con el Mundial de España de telón de fondo.

 

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SINOPSIS

Año 2017. Curro lleva veinte años internado en el hospital psiquiátrico Santa Dympna, en Sant Boi de Llobregat, por un grave brote de locura homicida. Pero Curro está harto de ser un enfermo mental, quiere escapar de ahí y necesita un plan. Para ello nada mejor que su fiel Plácido, mayordomo de plastrón almidonado y calva reluciente, citador patológico de Churchill y persona capaz. Mientras amo y sirviente, unidos por un juramento, traman su huida, el lector empieza a descubrir el pasado terrible que acabó con la cordura del protagonista.

Es 1982 y Curro, un niño frágil de doce años envuelto en tics y fobias, lucha por superar los traumas de su vida: la demencia de su abuelo, el misterioso afán atlético de su padre, la obesidad de su madre, los puñetazos con su hermano y el abuso de los matones locales. Curro y su mejor amigo Priu –desgarbado, precozmente hirsuto, un genio–, nerds originales, raros de nacimiento, sobreviven como pueden en el extrarradio urbano, tierra de gente normal. Hasta el día en que estalla el huracán y todas las mentiras, todos los secretos acumulados en la familia y en el pueblo destruyen su mundo para siempre.

Antes del huracán es una obra triste e hilarante que habla de ser distinto, y estar jodido, en un pueblo de la periferia barcelonesa. En su quinta novela, Kiko Amat combina melancolía y humor para explorar los caminos que llevan de la rareza al delirio. Una inolvidable historia de locura, familia, clase obrera y amistad en el paisaje deshecho del extrarradio –cemento, espiguillas, descampados, torres eléctricas y calles sin asfaltar–, con los años ochenta, la guerra de las Malvinas y el Mundial 82 de fondo.

 

No tengo constancia de que Kiko Amat sea especialmente futbolero, pero no debe ser casual que gran parte de la trama se desarrolle en ese verano en el que la sociedad española intentaba alejarse del franquismo para integrarse en la modernidad. El Mundial de naranjito fue uno de los acontecimientos con una marcada intencionalidad de apertura hacia el exterior. Un intento de subir al tren del progreso que, muy acertadamente, creo, se utiliza en la novela en combinación con el lugar geográfico en el que se desarrolla: la ciudad de Sant Boi, comarca del Baix Llobregat, extrarradio barcelonés casi marginal que conozco bien pues nací, me crié y crecí en Cornellá, justo al otro lado del río.

 

Hojeo mi álbum de cromos España 82, y me concentro una vez más en la página de la selección inglesa. Me faltan algunos jugadores, pero no importa: voy con ellos. Mi jugador favorito es Kevin Keegan.

 

Aquel Mundial, en aquel territorio, se aparecía como algo lejano hasta que sucedió lo extraño: la selección italiana se alojaría en un hotel de Sant Boi, y prepararía sus partidos en el campo del Gavá (club en el que acabé mi carrera deportiva), dos pueblos más allá. Los niños y adolescentes de aquellas poblaciones, al comprobar que la noticia era cierta, hacían excursiones hasta esos lugares con la ilusionada esperanza de conseguir algún recuerdo que inmortalizara la presencia italiana tan cerca de los olvidados lugares en los que vivíamos. Vidas de barrios en calles sin asfaltar, muchas torres eléctricas y descampados llenos de escombros. Y un río, el Llobregat, que era el elemento que nos ponía en el mapa por sus elevados niveles de contaminación.

La magnífica novela de Kiko Amat, como decía, no es futbolera, aunque el fútbol tiene una importante presencia entre sus páginas. En forma de pinceladas de diferentes matices, de momentos casi impresionistas, a lo largo de toda la historia se va materializando en formas diversas. No hay juego propiamente dicho, ni partidos ni ligas, y tampoco son mostrados los protagonistas como niños que se pasen el día en torno a un balón (de hecho, se podría decir que uno de ellos odia ese deporte), pero hay varios momentos de cierta presencia que no pasan inadvertidos: las omnipresentes figuras de Kevin Keegan y Rumenigge, alguna referencia a Maradona, la citada estancia de la selección italiana en el pueblo, la guerra entre ingleses y argentinos y su traslado al mundo del fútbol…

Antes del huracán”, por eso, además de una extraordinaria novela que hay que leer, disfrutar y no olvidar, es un magnífico ejemplo de que existen historias, como esta, ambientadas en determinadas épocas y lugares, en las que el fútbol no puede ser ignorado. Lo futbolístico, entonces, adquiere el mismo estatus que otros ingredientes que forman parte del paisaje como la pinaza de los pinos, los sacos de cemento abandonados, los descampados llenos de paquetes de tabaco y baldosas rotas y tantos y tantos otros elementos que formaron el paisaje de décadas pasadas.

 

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Os dejo con un fragmento de la novela leída por el propio autor, y también con el texto leído por Carlos Zanón el día de la presentación de la novela en La Central. Por cierto, la maravillosa “Problemas de identidad” de Zanón en la que se recupera a Pepe Carvalho, no es, evidentemente, una obra futbolera. Pero las píldoras relacionadas con el mundo del fútbol que encontramos desperdigadas entre sus páginas son, igualmente, imprescindibles. (Aunque, dicho sea de paso, de Zanón hay que leerlo todo todo todo).

No lo dudéis. Dejad que el ‘huracán‘ de Amat os arrastre.

Rècord. II Mostra del llibre esportiu: una gran jornada de deporte y literatura

 

Cartel

 

Ayer se celebró en la antigua Fàbrica Damm la segunda edición de la muestra de literatura deportiva Rècord. A lo largo de la jornada se celebraron seis tertulias que ofrecieron un recorrido para entender la relación entre deporte y libros. Los asistentes tuvieron la oportunidad de escuchar a periodistas y escritores expertos en la materia, una alineación de lujo.

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En mi caso, me correspondió moderar la que trataba sobre “Novela negra y deporte”. Y, para ello, tuve el inmenso privilegio de compartir conversación con tres auténticos cracks y expertos en la materia: Santiago Roncagliolo, Carlos Zanón y Jordi Agut.

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Santiago Roncagliolo, peruano afincado en Barcelona desde hace años, es periodista, traductor, guionista, analista político … seguidor del Atlético de Madrid y “cholista hasta la muerte”. En el 20014 ganó el Premio Alfaguara con “Abril rojo”, novela protagonizada por Félix Chacaltana, a quien también encontramos en su magnífica “La pena máxima”, publicada en el 2014 y un gran ejemplo de lo que significa la vinculación entre fútbol y novela negra.

 

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Carlos Zanón, actual comisario de BCNegra y ganador de varios premios de género negro, además de poeta y crítico musical. Aunque todavía no tiene una obra específicamente futbolera, son habituales sus artículos sobre fútbol en diferentes medios de comunicación, y, por ejemplo, os recomiendo que recuperéis los que fue publicano el pasado verano con motivo del Mundial de Rusia. También es el responsable de que podamos disfrutar, una vez más, de las andanzas del gran Pepe Carvalho gracias a la más que recomendable “Problemas de identidad”.

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Y Jordi Agut, periodista del diari Regió 7, y responsable de uno de los proyectos más interesantes en relación con el fútbol y la literatura: una trilogía en la que fútbol y género negro van de la mano. El primer volumen, un absorbente thriller titulado “L’últim defensa”, fue publicado en el 2015, apareciendo recientemente la traducción al español, “El último defensa”. El segundo volumen, “Línia de Quatre”, aparecerá en breve. Y ya solo quedará esperar pacientemente la culminación de esta interesantísima trilogía.

 

Durante la tertulia se habló sobre el mundo del fútbol y el creciente interés que en él parecen estar proyectando los autores de género negro, de todo lo que en sus rincones se oculta y los turbios mecanismos del poder para dominarlo y de muchas otras cuestiones.

Entre los tres me hicieron pasar una de esas veladas que no se olvidan, que se hizo corta, pues podríamos haber estado conversando durante catorce sesiones más. Una tertulia que me permitió sentirme como el niño al que dejan saltar al terreno de juego para hacer unos pases con sus ídolos.

La tarde, además, me permitió saludar a Jordi Puntí, uno de los cracks del fútbol y la literatura, y reencontrarme con el gran Wilmar Cabrera, autor de “Los fantasmas de Sarrià visten de chándal”, quien me proporcionó un ejemplar de ese magnífico proyecto que es “Soy gallina. Soy león”, una recopilación de once cuentos “azules” y once “rojos” publicada por la editorial Caballito de Acero.

 

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También fue una agradable sorpresa poder conocer y saludar personalmente a Pablo Ríos, autor junto a Santiago García del imprescindible “Fútbol. La novela gráfica”. Y, así mismo, también pude intercambiar unas palabras con Jordi Osúa, autor de “Manuel Vázquez Montalbán. Barça, cultura i esport”, publicado por Editorial Base que recoge los textos de Montalbán relacionados con el club blaugrana.

 

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Barça cultura i esport

 

Por eso, todo mi agradecimiento a Oriol Rodríguez y resto de organizadores de la muestra por haberme convocado para jugar y disfrutar con este partido.