Premios Panenka: los libros del año 2015

 

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Esta noche, la Antigua Fábrica Estrella Damm de Barcelona acogerá la gala correspondiente a la segunda edición de los Premios Panenka. Entre los diferentes galardones que se ofrecerán, uno muy especial: el de Libro del Año.

Aquí tenéis los candidatos: once cracks del fútbol y la literatura que forman un auténtico «Dream Book Team«, y que vienen a sumarse a los fichajes del año pasado para reforzar esta gran plantilla.

Fifa mafia

Messi perro

Soy Zlatan

Un mundo un balón

Sobre el deporte

Mercado invierno

Blanco ni el orujo

Maldito united

A las armas

Goles al margen

Caballos Dios

Umberto Eco y el fútbol

Imagen de www.pamboleras.com

 

El viernes falleció a los 84 años Umberto Eco, uno de los grandes representantes de la alta cultura que, además, tuvo la extraña facultad de situar su objetivo y capacidad de análisis en la cultura popular. Conocido por las masas gracias a «El nombre de la rosa» (una novela que quizá podría calificarse de best-seller erudito), siempre mantuvo un marcado distanciamiento con el mundo del fútbol. Sin embargo, y aunque resulte paradójico, esta aparente animadversión (no hacia este deporte en sí, sino al fanatismo que lo envuelve) no evitó que nos regalara con algunas líneas que vale la pena recordar hoy aquí.

En concreto, podemos encontrar algunas referencias en su artículo «El mundial y sus pompas«, recogido en su obra de ensayos «La estrategia de la ilusión» (Lumen, 1986), como por ejemplo:

«Se puede ocupar una catedral y sólo habrá algún obispo que proteste, algunos católicos conmocionados, un grupo de disidentes favorable, la izquierda que será indulgente y los laicos históricos (en el fondo) felices. Se puede ocupar la sede central de un partido, y los demás partidos, más o menos solidarios, pensarán que se lo merece. Pero si alguien ocupase un estadio, aparte de las reacciones inmediatas que esto provocaría, nadie sería solidario: la Iglesia, la Izquierda, la Derecha, el Estado, la Magistratura, los Chinos, la Liga por el Divorcio y los Anarcosindicalistas, todos pondrían al criminal en la picota»

 

En 1990, con motivo de la celebración del Mundial de Italia, se publicó el artículo que podéis leer a continuación, una ligera adaptación del que bajo el título «Cómo no hablar de fútbol» se puede encontrar en su obra «Segundo diario mínimo«, una recopilación de escritos breves publicada en 1992.

 

Odio a las hinchas, no al fútbol

Lo había olvidado. No te telefonean sólo para hacerte preguntas como «¿qué piensa de la muerte de Pertini?». Las llamadas son ahora sobre el Mundial y de dos categorías. Existe el cronista desinformado que no sabe nada de mis opiniones sobre el fútbol y quiere saber lo que pienso sobre el campeonato y el que ha leído varios de mis artículos, sobre todo los de L’Espresso, a través de los cuales me he conquistado una mala fama, y quiere la opinión de un enemigo declarado del fútbol. En el segundo caso se trata de un equívoco. Yo no tengo nada contra el fútbol. No voy a los estadios por la misma razón que no iría a dormir por la noche a los pasos subterráneos de la Estación Central de Milán (o a pasear por Central Park, de Nueva York, pasadas las seis), pero, si se presenta la ocasión, veo un buen partido con interés y placer en la televisión porque aprecio los méritos de este noble deporte. Yo no odio el fútbol. Yo odio a sus fanáticos.

No se entienda mal. Yo guardo hacia los hinchas los mismos sentimientos de la Liga Lombarda hacia los extracomunitarios: «No soy racista, siempre que se queden en su casa». Por su casa entiendo los sitios en que se reúnen y los estadios y no me preocupa lo que suceda en ellos. Casi prefiero que vengan los de Liverpool, pues, por lo menos, me divertirán las crónicas: si se trata de un circo, que corra la sangre.

No me gusta el hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres e insiste en hablar contigo como si lo fueras. Un ejemplo. Yo toco la flauta dulce (cada vez peor, según Luciano Berio, aunque que los grandes maestros me sigan tan atentamente me produce satisfacción). Supongamos que estoy en un tren y le digo al señor de enfrente simplemente por charlar: «¿Ha oído el último compacto de Franz Bruggen?». «¿Cómo dice?». «Me refiero a La pavana lachryme; al principio, es un poco lenta». «Perdone, no entiendo». «Hablo de Van Eyck, ¿no? [silabeando] el Blockflote». «Mire, es que yo… ¿se toca con el arco?». «Ah, ya entiendo, usted no…». «Yo no…». «Curioso. ¿Sabe usted que para tener un Cooisma hecho a mano hay que esperar tres años? Para eso es preferible un Mosck de ébano. Es el mejor de los que existen en el mercado. Lo ha dicho incluso Gazzelloni. Oiga, ¿usted llega hasta la quinta variación de Derdre doen Daphne d’over?» «Pues verá, yo voy a Parma…». «Ah, usted toca en F y no en C. Sí, da más satisfacciones. ¿Sabe que he descubierto una sonata de Loeillet que…». «¿De Loli… qué?». «Me gustaría ver lo que hace con las fantasías de Telemann. ¿Usted llega? ¿No empleará por casualidad la digitación alemana?». «Verá, los alemanes… El BMW será un buen coche, pero…». «Entendido, entendido. Usa la digitación barroca. Justo. Mire, los de Saint Martin in the Fields…».

Los mundos posibles

Bien, no sé si me he explicado. Pero seguro que ustedes estarían de acuerdo con que mi desafortunado compañero de viaje se agarrara a la palanca del freno de emergencia. Pues lo mismo sucede con el hincha. La situación es difícil con los taxistas: «¿Ha visto a Vialli?». «No, debe de haber venido cuando yo estaba fuera». «Pero esta noche verá el partido, ¿no?». «No, tengo que trabajar en el libro Zeta de la Metafísica, el Estagirita, ¿sabe?». «Bueno, véalo y ya me dirá. Para mí, Van Basten puede ser el Maramundo del 90″.

Y venga a darle, como si hablara con un muro. No es que a él no le importe nada que a mí no me importe nada. Es que no puede concebir que a alguien no le importe nada. No lo comprendería ni aunque tuviese tres ojos y dos antenas. No tiene ni siquiera noción de la diversidad, variedad e incomparabilidad de los mundos posibles.

He puesto el ejemplo del taxista, pero habría sido igual si me hubiese referido a las clases hegemónicas. Sucede lo mismo que con la úlcera, que ataca tanto al rico como al pobre. Lo curioso es que criaturas tan convencidas de que todos los hombres son iguales están siempre dispuestas a partirle la cabeza al hincha de la provincia limítrofe. Este chovinismo ecuménico me admira. Es como si los de la Liga dijeran: «Dejad que los africanos vengan a nosotros. Así les podremos zurrar a gusto».

Umberto Eco es ensayista, profesor universitario y novelista.

Y para terminar este artículo, vale la pena citar la existencia de «Umberto Eco y el fútbol«, un libro de Peter Pericles Trifonas.

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«Zero insults a la grada» («Cero insultos en la grada»)

 

 

La campaña “Zero insults a la grada” (“Cero insultos en la grada”), impulsada por la Federació Catalana de Futbol, arranca este fin de semana en los partidos de fútbol base de Cataluña para las categorías de alevines masculinos, y se aplicará también a las de fútbol 7 femenino, benjamines e infantiles de División de Honor y Preferente durante las próximas jornadas.

Como su propio nombre indica, el objetivo de la iniciativa es claro: erradicar los insultos de las gradas de los campos de fútbol y fomentar el respecto para todos los participantes. Se trata de una acertada y necesaria propuesta encaminada a terminar con esa lacra que cada fin de semana inunda las gradas de muchos campos de fútbol base, en los que quienes juegan no son profesionales ni grandes estrellas, sino niños.

Aunque durante los últimos años se han ido experimentando algunas mejoras en el comportamiento de los espectadores, todavía es posible asistir a bochornosos espectáculos en los que padres, madres, familiares y otros (supuestos) aficionados a este deporte se dedican a gritar, presionar, insultar e intimidar desde la grada. Una actitud en la que se olvida que lo que sucede sobre el terreno de juego no es más que un juego del que todos, jugadores y espectadores, deberíamos disfrutar. Y un comportamiento que en ocasiones se manifiesta con especial virulencia en el caso de los árbitros, que a menudo no son más que jóvenes contra los que auténticos energúmenos aprovechan el anonimato de las gradas para desahogar sus frustraciones.

Imagen de www.radiosabadell.fm

La campaña, que complementa las ya existentes contra la violencia en el fútbol, se articula en torno a diversas acciones. Una de ellas consiste en atorgar al árbitro la potestad de detener el encuentro en el caso de que se estén lanzando insultos desde la grada. Otra de las acciones que podremos contemplar será el del saludo entre jugadores, árbitros y entrenadores al finalizar el encuentro.

Zero insults a la grada” pretende, así, concienciar a todos aquellas personas que tienen relación con el mundo del fútbol, poniendo en marcha una acción educativa y pedagógica que cabe valorar muy positivamente y con la que seguro se conseguirán importantes avances en el mundo del fútbol.

Imagen de www.aula-abierta-benafelix.blogspot.com

La literatura sobre violencia en el mundo del fútbol es abundante. En el campo de los adultos, no hay más que recordar libros como «Tolerància zero. La violència en el futbol» y «El Mundo Ultra. Los radicales del fútbol español«, ambos de Carlos Viñas, o «Entre los vándalos«, de Bill Bufford, entre otros.

Y en esta misma línea podemos también encontrar un volumen muy adecuado para hacerlo saltar al terreno de juego conjuntamente con el inicio de la campaña «Zero insults a la grada«. Se trata de «Fora de joc» («Fuera de juego«), del que creo que tan solo existe versión en catalán.

La publicación es del 2008, escrita por Meritxell Margarit, ilustrada por Roger Tallada y editada por la Editorial Mediterránea. Pertenece a la colección «Tu que faries?» (“Tú qué harías?”), una serie de obras en formato cómic cuyo objetivo es el de fomentar la reflexión y el diálogo entre los jóvenes sobre temas de actualidad: dinero, inmigración y racismo, agresividad y violencia, drogas y alcohol, entre otros temas.

En el caso que nos ocupa, el tema central de «Fora de joc» es justamente el de la violencia en el fútbol, que es tratada a través de la historia de Àlex, jugador de un equipo infantil, que semana tras semana asiste avergonzado al comportamiento de unos padres que no paran de insultar desde la grada y que, además, manifiestan comportamientos racistas.


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La descripción de diferentes situaciones ayuda a identificar a través de la lectura comportamientos que habría que eliminar, a la vez que ayuda a reflexionar sobre los motivos que impulsan a que en el mundo del deporte se observen determinadas actitudes. Una historia que intenta denunciar este tipo de hechos para destacar, al mismo tiempo, los beneficios y valores implícitos en la práctica del deporte, como el trabajo en equipo, la solidaridad, el esfuerzo o la perseverancia.

Un libro que es un perfecto complemento para la campaña “Zero insults a la grada”, y que todos aquellos que tengan algún tipo de relación con el deporte de base deberían leer. Sería incluso recomendable poder hacer una edición para repartir durante algunas semanas a los asistentes a cualquier partido de fútbol base. Seguro que más de uno se vería reflejado en alguna de las situaciones descritas, y con un poco de suerte acabaría poniendo remedio a ello.

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La campanya se acompanya con el hashtag: #zeroinsultsalagrada

Y aquí tenéis el tráiler:

18 de febrero y el cumpleaños de Roberto Baggio en la literatura

 

Imagen de www.taringa.net

 

Hoy es el cumpleaños del italiano Roberto Baggio, uno de los grandes del fútbol europeo. Técnico, imaginativo, elegante, un jugador que paseó su clase futbolística por equipos como la Juventus, el AC Milan, el Inter o el Brescia, entre otros, además de participar en tres mundiales con la camiseta de la selección italiana.

Roberto Baggio siempre fue uno de mis favoritos, que sin llegar al nivel de figuras como Pelé, Maradona, Cruyff o Messi, desbordaba calidad cada vez que saltaba al terreno de juego. Además del recuerdo de sus jugadas y sus goles, Il Divino, como se le conocía, ha trascendido llegando a ser en parte responsable de la publicación de una de las grandes obras de la literatura futbolera.

Me estoy refiriendo a «El milagro de Castel di Sangro«, de Joe MacGinniss y publicado por la Editorial Contra.  Y digo que se trata de un libro con un alto porcentaje de responsabilidad de Baggio porque, como el autor explica, fue víctima de una obsesión tras verlo jugar en un partido entre Nigeria e Italia del Mundial de Estados Unidos de 1994:

«Pero justo cuando parecía que ninguno de los dos contrincantes podía dar más, física o emocionalmente, un italiano menudo y garboso llamado Roberto Baggio marcó un gol con el pie derecho en el que demostró su gran técnica. El mismo Baggio volvió a marcar en el descuento e Italia ganó.

Baggio, un budista de veintisiete años que medía poco más de un metro setenta, pesaba solo sesenta y cinco kilos y llevaba coleta, había salvado el orgullo del país.

Aquello me embelesó. Mi obsesión ya tenía un foco. Baggio aportó al partido un elegancia, un garbo y un aura de magia que yo no había visto desplegar en ningún deporte.»

Más adelante, el cumpleaños de Baggio tiene su protagonismo entre las páginas del libro:

«Se acercaba el trigésimo cumpleaños de Baggio, que era de mediados de febrero, y el jugador parecía sumido en la melancolía. En las pocas entrevistas que concedía transmitía angustia. En Milán era infeliz. Nancy y yo le escribimos y le mandamos por fax desde el otro lado del Atlántico una felicitación de cumpleaños en la que incluí todos los comentarios públicos que yo había hecho en Italia sobre el semidiós que yo creía que era.

Se la mandé por fax sin ninguna esperanza de que llegara a leerla, puesto que recibía más de cinco mil cartas al día. De todas formas, solo una semana después de su cumpleaños, que era el 18 de febrero, volví del entrenamiento y me encontré un fax de Vittorio Petrone, el conocido representante y hombre de confianza de Baggio.

El mensaje rezaba así: «Robi ha intentado llamarte varias veces para agradeceros a ti y a tu mujer vuestros buenos deseos. Desafortunadamente todas las veces le ha saltado el contestador automático, por eso me ha pedido que os mande este fax, para decirte que si puedes asistir a la cena del Guerin Sportivo en abril, para él será un placer volver a verte».

Habría ido a la cena aunque hubiera tenido que ir a cuatro patas desde Brescia».

Imagen de www.photogallery.indiatimes.com

Y para completar esta modesta celebración, nada mejor que ver un resumen con algunas de sus jugadas.

¡Muchas felicidades, Roberto!

 

«El misterio del circo de fuego», número 8 de «Los futbolísimos», a punto de llegar

 

 

¡Buenas noticias!

Ya está a punto de llegar el número 8 de la serie «Los futbolísimos«, la exitosa serie de fútbol y aventuras escrita por Roberto Santiago, ilustrada por Enrique Lorenzo y publicada por SM Ediciones.

Lleva por título «El misterio del circo de fuego«, y en la sinopsis publicada hasta el momento podemos leer:

Iba a ser un fin de semana inolvidable, de esos que hacen época, porque jugábamos el último partido de la temporada: niños contra padres; por la tarde íbamos al Vicente Calderón a ver la final de la Copa, y lo mejor de todo: ¡el Circo del Fuego estaba en Sevilla La Chica!
Pero empezaron los incendios y todo el mundo se puso muy nervioso.
Teníamos que descubrir al culpable por muchos motivos pero, sobre todo, porque somos los Futbolísimos y siempre vamos a estar juntos.

Y aquí tenéis el booktrailer para ir abriendo boca:

Arsenal – Leicester City o Nick Hornby – Julian Barnes

 

Arsenal - Leicester

 

Tras el duelo futbolístico-literario de ayer entre el Valencia y el Espanyol, hoy tenemos la oportunidad de disfrutar de un nuevo enfrentamiento en el que la literatura forma parte de la alineación.

Se trata del partido correspondiente a la jornada 26 de la Premier League que disputaran sobre el césped del Emirates Stadium el Arsenal y el Leicester City. O dicho de otra manera, entre el equipo de Nick Hornby y el de Julian Barnes, dos de los más destacados escritores británicos.

Tanto uno como otro han convertido su pasión futbolera en material de alguna de sus libros. Hornby, gunner hasta la médula, es el autor de una de las obras imprescindibles para los amantes del fútbol y la literatura, un libro en el que reconoce que su pasión por el fútbol no es ni una vía de escapa ni un entretenimiento, sino toda una forma de ver y estar en el mundo.

Se trata de “Fiebre en las gradas”, el “relato autobiográfico de la tumultuosa relación del autor con el fútbol y con su equipo, el Arsenal londinense, durante más de veinte temporadas”. La obra es un repaso por los momentos más importantes de su vida siempre vinculados al devenir de su equipo, y cualquier acontecimiento destacable del que tiene recuerdo es vinculado automáticamente a algún partido.

En sus páginas encontramos dos referencias a enfrentamientos con el Leicester. La primera corresponde al 2 de abril de 1977, un partido que Hornby asocia al hecho de que aquel año “me enamoré perdidamente, hasta el punto de que me daban retortijones, de una chica muy guapa, vivaracha y lista, que estudiaba para dedicarse a la enseñanza”.

Aquella chica fue “la primera de mis novias que fue conmigo a Highbury”. También pudo ser, quizá, la responsable de que en el partido de aquel año contra el Leicester, el Arsenal acabara ganando tras varias jornadas sin hacerlo:

“La promesa de renovación que vivimos con el arranque de la temporada se había volatilizado; a decir verdad, el Arsenal acababa de batir el récord histórico del club en lo referente a una larga racha de derrotas: habían conseguido perder consecutivamente contra el Manchester City, el Middlesbrough, el West Ham, el Everton, el Ipswich, el West Brom y el Queens Park Rangers. En cambio, la presencia de esa chica encandiló al equipo al igual que me había encandilado a mí, y marcamos tres tantos en la primera media hora de partido. El primero lo hizo Graham Rix la tarde en que debutaba; David O’Leary, que quizás marcó como mucho otra media docena de goles a lo largo de la década siguiente, metió dos en menos de diez minutos. Una vez más, el Arsenal tuvo muy en cuenta su costumbre de hacer las cosas más raras que se pueda imaginar. Tanto, que el partido, y no sólo la ocasión, terminaría por ser memorable para mí.”

Imagen de www.futboltelevisionretro.blogspot.com

La siguiente referencia a un Arsenal–Leicester corresponde a un partido celebrado casi doce años más tarde, el 31 de agosto de 1985, una época marcada por los terribles sucesos de Heysel. En relación con aquel partido, Hornby explica:

“Una de mis alumnas italianas, una joven que tenía en Turín un abono de temporada para ir a los partidos de la Juve, se enteró no sé cómo de que me entusiasmaba el fútbol, y me pidió permiso para ir conmigo a Highbury a ver el partido contra el Leicester. Aunque estuviera muy a gusto con ella, aunque no se presente muy a menudo la ocasión de charlas con una mujer y además del continente europeo sobre las diferencias que hay entre su obsesión y la mía, dudé mucho hasta decir que sí.”

La causa de que Hornby dudara en aceptar la invitación era el nivel futbolístico de su equipo:

“Fue más bien porque me daba vergüenza todo el tinglado: la calidad inexistente, lamentable del fútbol que jugaba el Arsenal, el estadio medio vacío, el público tranquilo y desinteresado”.

Pero finalmente aceptó a ir con ella al estadio:

“Una vez allí, dijo que se lo había pasado bien, e incluso añadió que la Juventus también era un desastre a principio de temporada (el Arsenal marcó en el primer cuarto de hora y dedicó el resto del partido a especular y mantener a raya a un decepcionante Leicester). Yo no me tomé la molestia de decirle que nunca habíamos hecho un fútbol mejor que ése”.

Imagen de www.telegraph.co.uk

En cuanto a Julian Barnes hace le dediqué un artículo en relación a la referencia al fútbol que aparece en su relato “El sueño”, perteneciente a su obra “Una historia del mundo en diez capítulos y medio”. Entre otras cosas, explicaba allí que se trata de un autor del que no imaginaba que fuera especialmente aficionado al fútbol, pero que, sin embargo, las referencias de ese relato me habían convencido de lo contrario.

El caso es que se trata de un seguidor del Leicester, un club que protagoniza parte de los sueños del protagonista del relato. Una de las referencias al fútbol y al Leicester que aparecen en el relato es la siguiente:

“Abrí el periódico que Brigitta había tenido el detalle de poner en mi bandeja y casi derramo el té. Bueno, lo derramé, sólo que esas cosas ya no le preocupan a uno. Era noticia de primera plana. Bueno, lo habría sido, ¿no? El Leicester City había ganado la Copa. En serio, ¡el Leicester City había ganado la Copa! No se lo habrían creído, ¿verdad? Bueno, puede que ustedes se lo creyeran, si no entienden nada de fútbol. Pero yo sé unas cuantas cosas sobre fútbol, y he apoyado al Leicester City toda mi vida, y yo no me lo hubiera creído, ésa es la cuestión. No me malinterpreten, no estoy criticando a mi equipo. Es un buen equipo, muy bueno a veces, pero nunca gana las grandes competiciones. Campeones de Segunda División, tantas veces como quieran, oh, sí, pero nunca han ganado la Primera División. Subcampeones, una vez, sí, sin problemas. Respecto a la Copa…, es un hecho innegable, que en todo el tiempo en que yo he sido hincha del Leicester City (ni antes de eso tampoco) nunca han ganado la Copa. Tuvieron un buen historial de llegar a la final en los años de posguerra… y un historial igualmente bueno de no llevarse el trofeo. 1949, 1961, 1963, 1969, ésos fueron los años negros, y una o dos de esas derrotas fueron, en mi opinión, especialmente cuestión de mala suerte, de hecho yo señalaría… De acuerdo de acuerdo, ya veo que no les interesa el fútbol. No importa siempre y cuando entiendan el dato fundamental: el Leicester City nunca había ganado nada que valiera la pena y ahora se había alzado con la Copa posprimera vez en la historia del club. Y además el partido debió de ser la mar de emocionante, según el periódico: el City ganó por 5 a 4 en la prórroga después de ir perdiendo nada menos que cuatro veces. ¡Qué actuación! ¡Qué mezcla de destreza y puro carácter! Me sentía orgulloso de los muchachos. Brigitta me conseguiría el vídeo al día siguiente, estaba seguro de que podría. Mientras tanto, bebí un poco champán con el desayuno que tomé de cena.”

Así que, como podéis ver, el partido de hoy también se disputará en el terreno de juego delimitado por las páginas de los libros.

Se suele decir ante estas situaciones: que gane el mejor. Y yo añadiría: leed a los dos.

Imagen de www.arsenal.com

El partido de la jornada: Valencia de Rafa Lahuerta – Español de Pepe Albert de Paco

Valencia - Espanyol

 

Hay partidos que teniendo lugar sobre el terreno de juego de un estadio se extienden también a las páginas de los libros.

Un ejemplo es el de hoy, en el que se enfrentan dos equipos, Valencia y Español, y del que también estarán muy atentos y jugarán a su manera dos escritores que no solo son seguidores de esos clubes, sino que han escrito libros sobre su afición.

Y así saltaran hoy al campo, por partida doble, el once che, representado por Rafa Lahuerta y su “La balada del Bar Torino”, y el equipo de los pericos, capitaneado por Pepe Albert de Paco y su “Libre directo”. Dos equipos, dos aficiones, dos autores, dos libros que además han compartido rectángulo de juego literario combinando entre sí:

“Me gusta estar solo en estas tardes de invierno. Escucho Nostalgia de Bell Ville, la canción de La Gran Esperanza Blanca que inmortaliza el debut de Kempes en Valencia. No espero milagros. Son las 18:35 del sábado 25 de enero de 2014. En un rato me iré a Mestalla para sufrir el Valencia-Espanyol. Cada vez que jugamos contra el Espanyol pienso en Libre directo, el libro de mi buen amigo José María Albert de Paco. Es una joya poco común. Un texto indispensable para cualquier futbolero.”

Fragmento de «La balada del Bar Torino», de Rafa Lahuerta

Imagen de www.listas.20minutos.es

Y aquí un fragmento de «Libre directo» en el que se hace referencia a un Valencia-Español de hace unos años, siendo el entrenador del equipo perico Javier Clemente (quien vuelve a aparecer en las quinielas de futuribles para el equipo blanquiazul).

«El Español emerge de las arenas movedizas arrancando un punto en Valencia. Por lo que leo, ha sido un partido brusco, amargo, un partido ceñido al guión de hierro que acostumbra a escribir Clemente. El Español ha pretendido defender el gol temprano e inopinado de Marc Bertran (tremendo zapatazo desde el lateral del área) y, al final, ha encajado el empate. Suele suceder; rara es la defensa que aguante sesenta minutos las escaramuzas del rival sin que el diablo, acaso en el lapso de un bostezo, traicione su pacto envilecido.»

Imagen de www.dailymail.co.uk

Fútbol y literatura en estado puro. Un auténtico partidazo para el Fútbol Club de Lectura.

Aquí tenéis el booktráiler de «La Balada del Bar Torino«:

«Desde los ojos de Lucas», Juan Carlos Quezadas y Arianna Vairo. A Buen Paso

 

 

“La fabulación del fútbol desde un barco en alta mar. Una demostración de lo que la palabra hace por el balompié. Un estilo poético, en frases breves, contundentes, lleno de alusiones sutiles. Es entrañable la idea del fútbol como alimento de los hombres solos”.

La frase anterior es de Juan Villoro, y aparece en la contraportada de “Desde los ojos de Lucas”, un álbum ilustrado que es una auténtica maravilla tanto por la historia que explica como por las ilustraciones que lo acompañan.

“No había ocupación mejor, en aquellas noches en medio del mar, que sentarse cerca de él a escuchar el partido.

Cada noche a las nueve.

Allí estábamos, apretujados en la estrechez de su camarote, doce, quince marineros de La bicicleta de Colón, a la espera del silbatazo inicial”.

Imagen de www.ariannavairo.com

El autor del texto es de Juan Carlos Quezadas, y las imágenes de Arianna Vairo. Publicado el año pasado por la editorial A Buen Paso, se trata de la obra ganadora del concurso “Cuentos de Fútbol” que el periódico mexicano Récord convocó el año 2006.

Imagen de www.ariannavairo.com

Desde los ojos de Lucas” describe la historia de un grupo de marineros que cada noche se reúne en torno a Lucas, uno de los miembros de la tripulación, para “escuchar” el fútbol. A las palabras de Villoro no hay más que añadir la sinopsis, en la que podemos leer:

La palabra es la fuerza esencial que da forma al universo. Lucas lo sabe y cada noche se dedica a forjar historias para que los marineros de un barco que se encuentra siempre al otro lado del mundo mantengan la esperanza.

Lucas ha visto todos los partidos de fútbol, absolutamente todos, y en medio del mar se encarga de recrear para aquellos hombres solitarios los vaivenes y los sueños y las alegrías que esos juegos han desatado.

Al caer la noche la oscura pared de su camarote se convierte en una pantalla donde se reflejan los colores más hermosos, jugadas imposibles, batallas que dejan herido el corazón.

Desde los ojos de Lucas”, un cuento para leer el fútbol de otra manera.»

 

Imagen de www.ariannavairo.com

Podéis mirar algunas páginas del libro haciendo clic en este enlace.

 

 

Julian Barnes, «El sueño» y el Leicester City

 

 

Una vez más, me veo navegando en un episodio paranormal. El causante, en esta ocasión, es uno de esos escritores que durante unos años seguí y cuya obra siempre me ha parecido más que interesante: Julian Barnes.

En 1983, el número 7 de la revista Granta publicó un artículo en el que hablaba de una nueva generación de autores británicos, de un “Dream Team” de las letras inglesas integrado por Martin Amis, Ian McEwan, Hanif Kureishi, Salman Rushdie y Kazuo Ishiguro.

Y como capitán de tan poderosa escuadra el citado Barnes, en relación con quien, como decía, os quiero explicar uno de esos extraños episodios que tan a menudo me suceden, que tanto gustaría a Paul Auster y en el que el azar, la casualidad o la simple chiripa es el gran protagonista.

Imagen de www.theguardian.com

A medida que mis investigaciones sobre fútbol y literatura han ido avanzando, he descubierto que son numerosos los autores interesados por el mundillo futbolístico, a la vez que son cada vez más los que no se esconden y se atreven a escribir y hablar sobre ello. En el caso del listado anterior, puedo mencionar algunas aproximaciones al mundo del balón. Por ejemplo, la frase de Martin Amis:

“Sé cuál es el atractivo del fútbol. Es el único deporte que habitualmente se decide por un tanto, así que la presión en el momento es más intensa en fútbol que en cualquier otro deporte”.

Imagen de www.theguardian.com

O de Salman Rushdie:

“Vale, publicar un libro y lanzar una película está muy bien, pero que el Tottenham le gane 3-2 al Manchester United no tiene precio”.

Imagen de www.elcolombiano.com

En el caso de McEwan, leo en una entrevista relacionada con la aparición de su última novela, “La ley del menor”, una referencia a la visita a un estadio de fútbol.

Y en lo que a Kureishi respecta, conozco referencias al mundo del fútbol en una de sus obras cumbre, “El buda de los suburbios”, cuyo narrador, en un pasaje de la novela, explica:

“Durante un tiempo realmente quise ser el primer delantero centro indio que jugara para Inglaterra y la escuela me mandó al Millwall y al Crystal Palace para que me pusieran a prueba”.

Y poco después:

“Y no es que me encantaran los partidos en vivo. Había que estar ahí de pie, con ese frío y carámbanos en los huevos, y cada vez que un jugador estaba a punto de marcar un gol, el estadio entero daba un brinco al aire y lo único que se alcanzaba a ver eran gorros de lana.»

Imagen de www.lavoz.com.ar

En resumen, que como la mayoría de los ingleses el fútbol es un polo de atracción incluso para intelectuales del nivel de los citados.

Pero, ¿y Julian Barnes? ¿No habíamos comenzado hablando de él? ¿Tendrá algún tipo de relación con el fútbol?

Exquisito, elegante, erudito, intelectual, el más francés de los autores ingleses para algunos críticos (de hecho, sus padres eran profesores de francés y él creció siendo un apasionado de la cultura francesa), Barnes es una de esas figuras que me cuesta imaginar fuera del ámbito de la filología y la creación literaria, lejos del mundanal ruido, en un entorno de recogimiento creativo, llevando una vida metódica. Me cuesta visualizarlo siguiendo a un equipo de fútbol, apasionándose ante un partido, declarándose aficionado de algún club, repasando los diarios deportivos del lunes y los resultados de la jornada.

Sin embargo (vamos con las casualidad que os quería explicar) resulta que el gentleman Barnes es un gran aficionado al fútbol y seguidor de un equipo de la Premier League. ¿De cuál? Paciencia, que ahora os lo explico.

Imagen de www.elpais.com

El otro día, mientras ponía orden entre los libros de una estantería de casa, tropecé con los libros de Barnes que tengo. “El loro de Flaubert”, “Amor, etcétera”, “Hablando del asunto”… y “Una historia del mundo en diez capítulos y medio”. Cogí este último volumen e inmediatamente recordé cuanto me había gustado en su momento, uno de aquellos libros que te dejan una huella imborrable, pese a que el paso de los años (como ocurre con tantos y tantos otros) hace que olvides gran parte de su contenido.

El caso es que me puse a ojearlo y a hojearlo, hasta que en el rápido pasar de páginas me pareció haber visto una palabra: “fútbol”. Busqué más detenidamente y descubrí que la palabra aparecía en el último capítulo del libro, cuyo título es “El sueño”.

El sueño” es un relato que transcurre en el cielo. Un cielo al que va a parar el narrador, en el que nada es como se había imaginado y en el que, entre otras cosas, se puede conseguir todo lo que uno desee. Una historia, como tantas y tantas otras (por desgracia) que mi memoria no recordaba.

Y ahora, lo que nos ha traído hasta aquí. En el relato hay una serie de referencias al fútbol, puesto que el narrador es aficionado de un equipo de la Premier League. ¿Sabéis cuál? El Leicester City. Sí, el actual líder de la liga inglesa.

Imagen de www.leicestershirefa.com

Resulta que Julian Barnes es aficionado de ese equipo. De hecho nació en Leicester, y uno de los deseos del narrador del relato en cuestión es, justamente, que su equipo de siempre consiga algún triunfo. La referencia es esta:

“Abrí el periódico que Brigitta había tenido el detalle de poner en mi bandeja y casi derramo el té. Bueno, lo derramé, sólo que esas cosas ya no le preocupan a uno. Era noticia de primera plana. Bueno, lo habría sido, ¿no? El Leicester City había ganado la Copa. En serio, ¡el Leicester City había ganado la Copa! No se lo habrían creído, ¿verdad? Bueno, puede que ustedes se lo creyeran, si no entienden nada de fútbol. Pero yo sé unas cuantas cosas sobre fútbol, y he apoyado al Leicester City toda mi vida, y yo no me lo hubiera creído, ésa es la cuestión. No me malinterpreten, no estoy criticando a mi equipo. Es un buen equipo, muy bueno a veces, pero nunca gana las grandes competiciones. Campeones de Segunda División, tantas veces como quieran, oh, sí, pero nunca han ganado la Primera División. Subcampeones, una vez, sí, sin problemas. Respecto a la Copa…, es un hecho innegable, que en todo el tiempo en que yo he sido hincha del Leicester City (ni antes de eso tampoco) nunca han ganado la Copa. Tuvieron un buen historial de llegar a la final en los años de posguerra… y un historial igualmente bueno de no llevarse el trofeo. 1949, 1961, 1963, 1969, ésos fueron los años negros, y una o dos de esas derrotas fueron, en mi opinión, especialmente cuestión de mala suerte, de hecho yo señalaría… De acuerdo de acuerdo, ya veo que no les interesa el fútbol. No importa siempre y cuando entiendan el dato fundamental: el Leicester City nunca había ganado nada que valiera la pena y ahora se había alzado con la Copa posprimera vez en la historia del club. Y además el partido debió de ser la mar de emocionante, según el periódico: el City ganó por 5 a 4 en la prórroga después de ir perdiendo nada menos que cuatro veces. ¡Qué actuación! ¡Qué mezcla de destreza y puro carácter! Me sentía orgulloso de los muchachos. Brigitta me conseguiría el vídeo al día siguiente, estaba seguro de que podría. Mientras tanto, bebí un poco champán con el desayuno que tomé de cena.»

Las referencias futbolísticas no acaban ahí, puesto que en el siguiente párrafo vuelve a aparecer la “soñada” gesta del Leicester, en forma de dos pinceladas separadas por unas pocas líneas:

“El Leicester City ganó la Copa, como creo haber dicho”.

“El entrenador nacional elegía a todo el equipo del Leicester City en bloque para representar a Inglaterra en la Copa del Mundo y volvían con el trofeo Jules Rimet (derrotando a Brasil 4 a 1 en una final memorable)”.

Imagen de www.thecomeback.com

 

El mundo del fútbol sigue presente un poco después, esta vez en relación a otro equipo:

“Conocí a Duncan Edwards y al resto de los jugadores del Manchester United que iban en el avión que se estrelló en Munich. También conocí a algunos jugadores de los primeros tiempos del Leicester City, la mayoría de cuyos nombres probablemente no les dirían nada”.

Y continua más adelante, ahora sobre futbolistas:

“Por ejemplo, conocí a todos los futbolistas que habían existido. Empecé por los famosos, luego los que yo admiraba aunque no fueran especialmente famosos, luego los corrientes, luego aquellos cuyos nombres recordaba sin recordar su aspecto ni su forma de jugar; finalmente pregunté por los únicos que aún no conocía, los jugadores antipáticos, aburridos o violentos a los que no admiraba en absoluto. No disfruté conociéndolos –eran tan antipáticos, aburridos y violentos fuera del terreno como en él- pero no quería quedarme sin futbolistas. Finalmente me quedé sin futbolistas. Pedí ver a Margaret otra vez.

         – He conocido a todos los futbolistas –le dije.

         – Me temo que tampoco sé mucho de fútbol.

Por si todo eso no fuera suficiente, unas líneas después regresa con una fantasía futbolera en la que marca un gol con su equipo:

“Dejé el tenis. Jugué con el Leicester City en la final de la Copa y me llevé una medalla de ganador (mi tercer gol, un potente cabezazo desde una distancia de doce metros, decidió el partido)”.

Y, ya al final del relato, una nueva referencia al histórico partido en el que su equipo ganó la Copa.

“Vi mi vídeo de la victoria del Leicester City por 5 a 4 en la final de la Copa, aunque no era lo mismo, sabiendo lo que sucedió”.

Así que, como podéis comprobar, no solo existe una afición de Julian Barnes por el mundo del fútbol. De hecho, he descubierto otra frase suya vinculada al fútbol:

“He estado jugueteando durante décadas con la idea de escribir sobre un linier de fútbol: un tío (ahora también puede ser una mujer) que es periférico, necesario y poco valorado”.

Leicester lider Premier League

Quien sabe si tendrá que cambiar el argumento de su posible historia y adaptarlo al deseo que manifestó hace más de treinta años en relación con su equipo. Vista la situación actual de la Premier League, la pregunta es: ¿se acabará cumpliendo “El sueño” de Julian Barnes?

Y la otra pregunta que me hago es: ¿Por qué después de años sin tocar ese libro regreso a él precisamente ahora, por pura casualidad, cuando el Leicester City va líder? Estos sucesos, ¿me ocurren solo a mi?

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Dedicatoria de Santiago García y Pablo Ríos: dos auténticos cracks

 

Imagen de www.enunmomentillo.es

¿Recordáis a Gorm, aquel personaje de la serie Vickie el Vikingo? ¿Os acordáis de su frase más conocida? Os refresco la memoria:

¡Estoy entusiasma-do!

Y entusiasma-do me siento también yo después de convertirme en el afortunado poseedor de una dedicatoria personalizada de dos auténticos cracks: Santiago García y Pablo Ríos.

Autores de dos obras imprescindibles para los amantes de la literatura futbolera como son «Fútbol. La novela gráfica«, publicado por Astiberri Ediciones y «El portero«, editado desde la Fundación del Athletic de Bilbao con motivo de la última edición de «Letras y fútbol«.

El Portero

Un «portero vocacional» y un «goleador de raza».


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Dos auténticos fenómenos con un juego lleno de malabarismos y filigranas, de profundidad y vistosidad, y cuyos movimientos sobre el terreno de juego son un auténtico espectáculo para los buenos amantes del fútbol y la literatura.

Lo dicho, ¡que estoy entusiasma-do!

¡Muchas gracias, cracks!

 

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