Aficionados que transforman su pasión por un equipo en literatura


En la sección de literatura deportiva de ayer, 16 de marzo, del programa Radioestadio Catalunya de Albert Arranz, en Onda Cero Catalunya, recomendé algunas lecturas cuyos autores han convertido la pasión por sus equipos en obras literarias.

A continuación, los títulos, portadas y sinopsis de los libros que fueron citados, así como el enlace al audio del programa por si os apetece escucharlo.


CLICK AQUÍ PARA ESCUCHAR EL AUDIO DEL PROGRAMA


Relato 19 de diciembre de 1971, de Roberto Fontanarrosa

19 de diciembre de 1971 es un cuento de ficción escrito por el escritor y humorista argentino Roberto Fontanarrosa, en el cual habla sobre el día en que Rosario Central venció a Newell’s Old Boys en la semifinal del Torneo Nacional de 1971. El mismo, fue publicado en 1982, en el libro Nada del otro Mundo.

Si bien la historia es de ficción, este partido de fútbol entre los eternos rivales rosarinos fue real, y se disputó el 19 de diciembre de 1971 (título del cuento) en Estadio Monumental del Club Atlético River Plate con resultado final favorable de 1 a 0 para Central con la recordada Palomita de Poy, tal como lo describe el relato.

El cuento —humorístico/dramático— comienza relatando el estado de la ciudad días previos al enfrentamiento entre Rosario Central y Newell’s Old Boys por la semifinal del Torneo Nacional de 1971 y la preocupación de un grupo de amigos hinchas de Central por utilizar todo tipo de cábala posible para ganar el partido. En un momento recuerdan la historia del padre de un amigo que ya no vivía más en Rosario: el Viejo Casale. El viejo jamás en su vida había visto perder in situ a Central en un clásico rosarino ante Newell’s Old Boys estando presente en el estadio al momento del encuentro. Ante la importancia del partido deciden invitarlo a Buenos Aires (donde se llevaría a cabo el partido) a que concurra al estadio junto a ellos. Este grupo pensaba que la presencia del viejo le traería suerte a Central, debido a su favorable historial ante Newell’s. Sin embargo Casale se niega rotundamente a asistir y aduce enfermedades del corazón que le impedían concurrir a la cancha desde hacía más de dos años. Ante esta negativa, este grupo de centralistas decide planear un secuestro y llevar engañado a Casale al Monumental.


Colección Hooligans Ilustrados, de Libros del KO

El fútbol hecho literatura.

El alimento espiritual de fajadores y tuercebotas. La crónica sentimental de un escritor a través de los colores de su equipo de fútbol. Algo de épica y mucho barro. Recuerdos de infancia, amores adolescentes y ajustes de cuentas. Escaramuzas de patio de colegio y goles milagrosos desde el medio del campo. La champions y tercera.

No vale alta ni chupón.


Fiebre en las gradas, de Nick Hornby (Anagrama, 1992)

«Me enamoré del fútbol tal como más adelante me iba a enamorar de las mujeres: de repente, sin explicación, sin hacer ejercicio de mis facultades críticas, sin ponerme a pensar en el dolor y en los sobresaltos que la experiencia traería consigo», confiesa Nick Hornby, quien reconoce abiertamente que para él este deporte no es ni una vía de escape ni un entretenimiento, sino toda una forma de ver y estar en el mundo.

Fiebre en las gradas es el relato autobiográfico de la tumultuosa relación del autor con el fútbol y con su equipo, el Arsenal londinense, durante más de veinte temporadas. Con un entusiasmo contagioso y su característica ironía, Hornby nos cuenta lo que ocurre cuando uno deja que el fútbol llene unos cuantos huecos que deberían haber estado ocupados por otras cuestiones. Esclavo del calendario de competiciones y del devenir de su equipo, este adicto al fútbol rechaza invitaciones a bodas porque ese día el Arsenal juega en casa, o asocia su primera gran ruptura amorosa a la pérdida de un jugador emblemático. Así, este deporte y su equipo serán aquello que marque la iniciación a la vida y luego la continuamente postergada entrada a la adultez del autor, alguien cuya unidad de medida vital son los partidos de su equipo y para quien todo acontecimiento significativo en su vida tiene un matiz futbolístico (con la consiguiente incomprensión de aquellos que le rodean). Hornby se interroga aquí sobre la esencia de esta obsesión y describe con humor y gran perspicacia en qué consiste verdaderamente ser hincha de un equipo, sin caer en tópicos reduccionistas, por lo general poco rigurosos y negativos, al mismo tiempo que realiza una suerte de crónica sentimental de veinte años de la historia de su equipo.

Además de la honesta y divertida confesión de un obsesivo aficionado al fútbol, Fiebre en las gradas es también una lúcida radiografía de los entresijos deportivos y sociales de este deporte y termina convirtiéndose en una sentida declaración de devoción y lealtad a un deporte, a un club y, sobre todo, a la comunidad de sufridos seguidores que conforman su verdadera esencia. Este libro situó a Nick Hornby entre los principales escritores ingleses de su generación. Con el tiempo se ha convertido en un auténtico objeto de culto tanto para futboleros (está considerado el mejor libro sobre fútbol que se ha escrito jamás) como para el lector general: se han vendido más de un millón de ejemplares en el Reino Unido y ha sido objeto de dos adaptaciones cinematográficas.


Soy Gallina / Soy León, Editorial Caballito de Acero

22 cuentos de fútbol bogotano

Cuando un estadio se viste de un solo color, se apaga la algarabía y se pierde el grito de gol del contrario. Y esta es la fiesta más hermosa de todas: el gol nació para ser cantado y escuchado por hinchas, locutores, jugadores, rivales… crecer con una cancha a dos colores es aprender a convivir con la belleza de la derrota, la inmortalidad de la victoria, y la simpleza del empate. El fútbol es cosa de dos, nada tiene sentido sin el otro.

Por eso este libro es dos libros, por un lado azul, y por el otro rojo. Eso quiere decir que estaremos sentados uno al lado del otro como cuando el clásico capitalino se jugaba a dos colores, y la convivencia permitía la sonrisa burlona de la victoria, o el silencio ensimismado de la derrota. Leamos fútbol en paz, y juguemos a pensar con los pies en vez de ir por el mundo conviviendo a las patadas.


Soy Verdolaga / Soy Poderoso, Editorial Caballito de Acero

22 cuentos de fútbol antioqueño

Cuando un estadio se viste de un solo color se apaga la algarabía y se pierde el grito de gol del contrario. Y esta es la fiesta más hermosa de todas: el gol nació para ser cantado y escuchado por hinchas, locutores, jugadores, rivales… Crecer con una cancha a dos colores es aprender a convivir con la belleza de la derrota, la inmortalidad de la victoria y la simpleza del empate. El fútbol es cosa de dos, nada tiene sentido sin el otro.

Por eso este libro es dos libros: por un lado verde y por el otro rojo. Eso quiere decir que estaremos sentados uno al lado del otro como cuando el clásico paisa se jugaba a dos colores, y la convivencia permitía la sonrisa burlona de la victoria, o el silencio ensimismado de la derrota. Leamos fútbol en paz y juguemos a pensar con los pies en vez de ir por el mundo conviviendo a las patadas.


Alma, corazón y fútbol. 100 años de osasunismo a través de 20 victorias, un empate y una derrota, de José Francisco Alenza García (Caligrama, 2021)

Este libro está compuesto por veintidós relatos —igual número que una plantilla de fútbol— que narran los partidos más importantes de la historia de Osasuna. La rememoración de esos partidos egregios se hace a través de las miradas de personajes de ficción que encarnan a osasunistas de distinta época, edad y condición. La mezcla de la historia real de Osasuna y del testimonio de esos personajes muestra la memoria e intrahistoria del osasunismo.

En esa memoria de la afición osasunista están grabadas, entre otras, las victorias contra el Real Madrid de Di Stéfano, de Juanito y Santillana, de la Quinta del Buitre, de Zidane y los galácticos, y de Cristiano Ronaldo; los triunfos contra el Barça de Maradona, de Ronaldinho, de Iniesta y de Messi; los milagros de Martín Monreal; las eliminatorias europeas contra el Glasgow Rangers, contra el Sttutgart y contra el Girondins, el Bayer Leverkusen y el Sevilla. Junto a esos triunfos también se recuerda aquella inolvidable final de Copa que se escapó.

Este libro habla, en suma, del alma de Osasuna, del corazón con el que los osasunistas sienten a su equipo y de la vida que comparten el club y sus aficionados.


Los Antihéroes del Granada FC, de José Manuel Quesada (Aliar Ediciones, 2021)

“Los Antihéroes del Granada C.F.” es una publicación deportiva diferente, impregnada del dramatismo que durante tantos años caló a la afición del Granada C.F. y que, desilusión a desilusión, la ha hecho convertirse en una de las más originales del fútbol español.

La presente edición ampliada de “Los Antihéroes del Granada C.F.” continúa con la línea marcada en la primera edición (publicada en el año 2017) y amplía el repertorio de los pequeños relatos histórico-deportivos a treintayuno.

En todas estas pequeñas historias se puede apreciar un mismo patrón, el distanciamiento con la gloria deportiva tan manida en las publicaciones deportivas. Cada una de ellas está protagonizada por algún futbolista que, más allá de sus mayores o menores triunfos deportivos, quedó marcado por su perfil de “maldito o proscrito”. El lector podrá encontrar futbolistas tocados dramáticamente por la tragedia o la mala suerte, demonizados por su forma de juego o por una desafortunada jugada, fugados de la justicia, represaliados o tristemente olvidados por la hinchada. En definitiva, un ramillete de heterodoxos en rojiblanco a los que es justo rescatar de la historia negra del Granada C.F.


La Balada del Bar Torino, de Rafa Lahuerta (Llibres de la Drassana, 2014)

Estas memorias apasionadas y escritas en carne viva son en realidad un alegato sobre el fútbol y la literatura, con la ciudad de Valencia como fondo y territorio único de sueños y realidades, donde el eco del estadio de Mestalla marca el ritmo de los días como un reloj exacto. Por las páginas de este libro se asoman las afinidades convertidas en destinos, la urdimbre siempre azarosa, hermosa y cruel de las tramas familiares, la pura militancia futbolística reconocible más allá de concretas filiaciones o la devoción contradictoria por las formas más elevadas de cultura.

Hasta llegar al adulto sereno que ahora narra y busca refugio en la última y solitaria fila del graderío de Mestalla, hay que remontarse a los recuerdos nítidos de un niño para el que todo dio comienzo el día en que su padre le llevó de la mano a ver jugar al Valencia CF. Crónica lúcida y muy personal de placeres y devastaciones, «La balada del Bar Torino» es un ajuste de cuentas con la propia vida y un ejercicio de alta literatura, al que la singularidad del hilo argumental lo convierte en un clásico y un referente destinado a permanecer en la memoria de las letras, de la ciudad y del valencianismo futbolístico.


Pucelín y Ansurón de primera división, de José Luis Chacel, Santiago Bellido y Santiago Hidalgo

Hace 125 años que rodó el primer balón en estas tierras, 90 años de historia del Real Valladolid, con sus protagonistas, hazañas y anécdotas, narradas por un abuelo a su nieto. El cómic que la afición estaba esperando.


22 de febrero: Rafa Lahuerta, Jordi Puntí y Quini

 

 

No hace ni una semana recordaba a uno de los referentes del universo futbolero de mi infancia, un imprescindible de los álbums de cromos y un símbolo de lo que signicaba el fútbol hace unas décadas: el gran Enrique Castro «Quini».

Fue el calendario de la literatura futbolera quien me trajo el recuerdo de quien fue no solo un gran jugador y goleador, sino también una gran persona y deportista. Me acordé de él el pasado jueves 22 de febrero, el día en que nos dejó otro de los grandes, Forges.

Ese día, la literatura futbolera me llevó hasta otro 22 de febrero, el correspondiente a 1981, y a dos fragmentos escritos por dos autores: el valencianista Rafa Lahuerta y el culé Jordi Puntí. En ambos aparece se hace referencia a Quini, protagonista de uno de los episodios más terribles de nuestra historia futbolística: el secuestro del que fue objeto.

Por falta de tiempo no me fue posible publicar el artículo que había preparado con la mención a aquel día. Es el siguiente:

 

 

El fragmento del primero corresponde a su libro “La balada del Bar Torino”, y dice así:

“Creo que fue ese fin de semana cuando secuestraron a Quini. A la semana siguiente el Valencia empató en casa contra el Valladolid. Era, ojo al dato, 22 de febrero de 1981. Entró entonces el equipo en un bache que le restó muchas opciones de ganar el título. Tampoco el Atlético aguantó el tirón y el Barça, que venía por detrás, pagó caro el affaire Quini. Contra todo pronóstico, Real Sociedad y Real Madrid se metieron en la pelea por la Liga”.

 

Y el párrafo de Jordi Puntí lo podemos encontrar en su relato “Cuando era un neeskens”, que aparece en la recopilación “Cuando nunca perdíamos”. Dice así:

 

“«Domingo 22 de febrero de 1981: el Barça ha empatado 1-1 con el Betis en el Benito Villamarín. Goles de Morán y Bernd Schuster». Aquel Barça lo entrenaba Helenio Herrera, precisamente. En él jugaba Quini, a quien habían secuestrado la temporada anterior. El Morán que marcó el gol del Betis era un extremo que acabó jugando en el Barça”.

 

La zona de gol se queda un poco más vacía con la ausencia de Quini.

 

Ilustracion de Alfonso Zapico

 

 

Doce meses, doce dorsales: con el número 8, agosto

 

gatusso-lampard-luchando-pelota-rf_3433

Imagen de www.taringa.net

Si el calendario fuera un equipo de fútbol, el dorsal número 8 lo llevaría agosto. Y así es, más o menos, como juega este mes en el terreno de juego de la literatura futbolera.

Esa era mi Valencia. El campo de Mestalla, la sangre emboscada de El Vampiro, las ruinas ferroviarias donde vivían los gitanos. Más allá, a menos de diez minutos, estaba el mar. Pero el mar era una promesa inalcanzable, una ilusión, la quimera escondida al final de un paisaje laberíntico de sendas, acequias y barrios huérfanos de sentido que tenían nombre y apellidos: las alquerías de Beteró, Isla Perdida, las vías del tren que nos separaban del Cabanyal y sus playas.

A esa ciudad sin músculo de ciudad llegó Mario Alberto Kempes Chiodi en agosto de 1976. Se fue a vivir a la plaza Honduras, que era una de esas manzanas sin gracia dejadas caer entre Mestalla y el mar, entre el barrio de San José y La Isla Perdida. Ir a la plaza Honduras exigía un máster en enfermedades tropicales. Para llegar había que atravesar campamentos gitanos y solares fronterizos donde las bandas rivales se hacían fuertes. A la plaza Honduras sólo íbamos cuando había que decirle a Kempes que metiera un gol. La última vez fue en octubre de 1980. Y Kempes cumplió. Le ganamos al Madrid 2-1. Mario marcó los dos.

Fragmento de «La balada del Bar Torino«, de Rafa Lahuerta Yúfera.

Llibres de la Drassana, 2014

Lahuerta_Portada

15 de abril en «Libre directo» de Pepe Albert de Paco

 

Hace dos días, el 13 de abril, publicaba este artículo este artículo en el que se hacía mención justamente a ese día. Está extraído de «La balada del Bar Torino«, de Rafa Lahuerta, un libro gracias al cual descubrí otra obra futbolera, «Libre directo«, de Pepe Albert de Paco.

Escrita a modo de dietario, en esta última podemos encontrar entre sus páginas referencias a algunas fechas del calendario, siendo una de ellas el 15 de abril, un día como hoy.

Una combinación entre libros, fechas y referencias que nos permite recordar que en el planeta fútbol también existen las paredes literarias.

Y como hoy es un buen día para recuperarlo, aquí tenéis el fragmento:

15 de abril de 1989

El público de El Sadar se amontona en las gradas de los fondos como si nada hubiera sucedido en Heysel o en Hillsborough. El hincha del Sadar se disuelve como en un magna informe de cuerpos ingrávidos, apenas mecidos por el lado de los acontecimientos. Basta con que el árbitro señale un córner para que el rumor de pacharán que flota en el ambiente sea más ensordecedor que el gol mismo. El césped, en El Sadar, es una escueta interferencia en el paisaje. Ante la contemplación de esa cuerda de terroristas que se asoma al balcón del área, de ese monstruo de tres mil cabezas que casi alcanza a navajear al rival de turno, uno tiene la impresión de que el fútbol es fortuito. De hecho, es precisamente en esa clase estadios, tan idolatrados por los hinchas (es la arquitectura, y no otra cosa, la que apuntala el fervor del hincha), donde el fútbol queda reducido a su mínima expresión, a una secuencia lógica de pelotazos al ariete. El Osasuna, hoy en día, juega igual que en los tiempos de Zabalza porque Zabalza jamás dirigió el juego del Osasuna. Quien lo hizo, en verdad, fue la arquitectura, esa arquitectura que brama a bocajarro las más procaces consignas. Arriba. Dale. Métele. Chuta. Dala ya. Y al poco el balón sobrevuela el campo para enquistarse en el área. Tal vez algún rebote inesperado permita al ariete meter la puntita y el balón allane la portería y el graderío se penetre a sí mismo.

Imagen de www.footballtripper.com

13 de abril en «La balada del Bar Torino» de Rafa Lahuerta

Imagen de www.sentimentche.es

Ayer fue 13 de abril. Si queremos conocer qué tal jugador es podemos acercarnos hasta Mestalla y la historia del Valencia, de la mano de esa magnífica obra que es «La balada del Bar Torino«, de Rafa Lahuerta.

Una historia repleta de nombres como Tendillo, Castellanos, Arias o Sempere, nombres que poblaron mi juventud con reminiscencias de tardes radiofónicas.

Aquí tenéis el 13 de abril en acción:

Sí, es cierto, el club atravesaba una gran crisis económica pero el equipo no era para descender. Tenía todo lo que los manuales exigen para hacer una temporada correcta. Gente experimentada y de la casa (Arias, Tendillo, Subirats, Castellanos, Roberto, Sempere…), chavales emergentes y de la cantera casi consolidados (Fernando, Revert, Quique, Sixto, Giner, Arroyo, Ferrando…), y un delantero tronco pero efectivo como Wilmar Cabrera que te garantizaba un fijo de quince goles por temporada. No, no era un equipo para descender.

No se acertó con los fichajes de Sánchez-Torres y Muñoz-Pérez. Quizás se precipitó el adiós de Saura, que todavía tenía cosas que aportar. Tampoco Valdez como entrenador fue la solución más adecuada. Pero pese a ello el equipo acabó la primera vuelta alejado del peligro y con buenas sensaciones. Tras empatar a tres en Valladolid Cantatore dijo que el Valencia era el mejor equipo que había pasado por Pucela esa temporada. Lo dijo en enero. Antes, en diciembre, un escandaloso arbitraje de Pes Pérez contra el Sevilla (no es de ahora) puso en evidencia que pagaríamos en los despachos la presencia de valencianistas ilustres en otros ámbitos de poder federativo. Ahí escribí mi primera carta en prensa. Salió en Don Balón. Yo la escribí y Alfonsito, Alfonso Pérez-Cervelló, la pasó a limpio. Lagrimeo arbitral justificado. El de Pes Pérez fue uno de los arbitrajes más dañinos sufridos por el Valencia en su historia.

Con todo, lo peor fue la ausencia de Roberto durante buena parte de la temporada. En aquel equipo cogido con alfileres, Roberto aportaba dinamismo, gol, jerarquía y carácter. Era el mejor jugador del equipo y su ausencia fue determinante. Hubo derrotas sobre la bocina en Zaragoza y Sarrià, empates injustos en Mestalla después de desarbolar al rival como el día del Sporting y muy especialmente en marzo contra el Atlético de Madrid, el mejor partido que el Pato Fillol hizo en España. Vale el dicho de que a perro flaco todo son pulgas. Para rematar el empastre, el Valencia fue el último gran conejillo de indias del calendario no unificado. Jugó el penúltimo partido un día antes que su rival más directo. Cuando empezó a rodar el balón en el Ramón de Carranza aquel domingo 13 de abril todo el mundo ya sabía el resultado final. Empate a cero. Desde entonces me cisco en la simpatía institucionalizada de gaditanos y béticos. Desde entonces hay horario unificado los dos últimos partidos de cada temporada.

 

El partido de la jornada: Valencia de Rafa Lahuerta – Español de Pepe Albert de Paco

Valencia - Espanyol

 

Hay partidos que teniendo lugar sobre el terreno de juego de un estadio se extienden también a las páginas de los libros.

Un ejemplo es el de hoy, en el que se enfrentan dos equipos, Valencia y Español, y del que también estarán muy atentos y jugarán a su manera dos escritores que no solo son seguidores de esos clubes, sino que han escrito libros sobre su afición.

Y así saltaran hoy al campo, por partida doble, el once che, representado por Rafa Lahuerta y su “La balada del Bar Torino”, y el equipo de los pericos, capitaneado por Pepe Albert de Paco y su “Libre directo”. Dos equipos, dos aficiones, dos autores, dos libros que además han compartido rectángulo de juego literario combinando entre sí:

“Me gusta estar solo en estas tardes de invierno. Escucho Nostalgia de Bell Ville, la canción de La Gran Esperanza Blanca que inmortaliza el debut de Kempes en Valencia. No espero milagros. Son las 18:35 del sábado 25 de enero de 2014. En un rato me iré a Mestalla para sufrir el Valencia-Espanyol. Cada vez que jugamos contra el Espanyol pienso en Libre directo, el libro de mi buen amigo José María Albert de Paco. Es una joya poco común. Un texto indispensable para cualquier futbolero.”

Fragmento de «La balada del Bar Torino», de Rafa Lahuerta

Imagen de www.listas.20minutos.es

Y aquí un fragmento de «Libre directo» en el que se hace referencia a un Valencia-Español de hace unos años, siendo el entrenador del equipo perico Javier Clemente (quien vuelve a aparecer en las quinielas de futuribles para el equipo blanquiazul).

«El Español emerge de las arenas movedizas arrancando un punto en Valencia. Por lo que leo, ha sido un partido brusco, amargo, un partido ceñido al guión de hierro que acostumbra a escribir Clemente. El Español ha pretendido defender el gol temprano e inopinado de Marc Bertran (tremendo zapatazo desde el lateral del área) y, al final, ha encajado el empate. Suele suceder; rara es la defensa que aguante sesenta minutos las escaramuzas del rival sin que el diablo, acaso en el lapso de un bostezo, traicione su pacto envilecido.»

Imagen de www.dailymail.co.uk

Fútbol y literatura en estado puro. Un auténtico partidazo para el Fútbol Club de Lectura.

Aquí tenéis el booktráiler de «La Balada del Bar Torino«:

«Libre directo», Pepe Albert de Paco y los inescrutables designios de la literatura futbolera

 

Imagen de www.diariomas.hn

Lo advierto. Cualquier día de estos me lío el blog a la cabeza y fundo una secta, la de los adeptos a la idea de que “Los designios de la literatura futbolera son inescrutables”. No hablo en broma. «¿Y por qué?«, presiento que preguntan por el córner. Pues porque, chavales (como diría Wild Frank), a mi no es que me pasen cosas raras. No. Lo que a mi me pasa supera lo indescriptible. Reíros de las caras de Bélmez, de las líneas de Nazca o de los ovnis (supuestos) que en 1954 sobrevolaron el estadio Artemio Franchi de Florencia obligando a suspender el partido que en aquel momento se estaba disputando. Lo mío es todavía mucho más raro. O inescrutable, si lo preferís.

Va, que os pongo un ejemplo.

El domingo 3 de enero (es decir, hace tres días) el Real Madrid visitaba el estadio de Mestalla para enfrentarse al Valencia en partido de Liga. Me pareció una buena ocasión para publicar algo en el blog sobre el enfrentamiento entre ambos equipos, alguna cosa relativa a un Valencia–Real Madrid al que se hiciera referencia en algún libro de literatura futbolera.

Supuse entonces que quizá encontraría algo en “La balada del bar Torino” de Rafa Lahuerta. Tratándose de una obra que gira en torno a una trayectoria vital en la que Mestalla y el equipo ché forman parte parte esencial me pareció que habría muchas posibilidades de encontrar alguna vivencia vinculada a ese partido.

Y hete aquí que tomando el libro entre mis manos comencé a pasar páginas, a ojearlas y hojearlas, hasta que mis ojos fueron a aterrizar en el capítulo 46, cuyo título es “La chica del café Lisboa”. Allí, entre el bosque de palabras de aquella página, topé con lo siguiente:

“Me gusta estar solo en estas tardes de invierno. Escucho Nostalgia de Bell Ville, la canción de La Gran Esperanza Blanca que inmortaliza el debut de Kempes en Valencia. No espero milagros. Son las 18:35 del sábado 25 de enero de 2014. En un rato me iré a Mestalla para sufrir el Valencia-Espanyol. Cada vez que jugamos contra el Espanyol pienso en Libre directo, el libro de mi buen amigo José María Albert de Paco. Es una joya poco común. Un texto indispensable para cualquier futbolero.”

DSC_1847 - copia

Tomé buena nota de aquella recomendación literaria, ya que se trata de un libro cuya existencia desconocía, y comencé a investigar al respecto. Entre las referencias que encontré por la red destacaré dos: la primera, un artículo escrito por el propio autor hablando del libro en la revista Jot Down.

Y la segunda, una oferta de venta de un ejemplar del libro en Amazon, aunque bien podríamos estar hablando de Sotheby’s, ya que el precio de venta que aparece es de … 590€!

Libre Directo Amazon

Al día siguiente, 4 de enero, decidí publicar una breve referencia a la relación de Albert Camus con el fútbol, aprovechando que ese día se cumplían 56 años desde su fallecimiento. A media mañana publiqué el artículo y lo compartí a través de facebook y Twitter.

Al cabo de poco recibí un aviso de que el tweet había sido retwitteado desde los perfiles de Patricia Cazón, Veva y Alfonso Morillas (este soy yo, jeje). Y justo al cabo de pocos minutos, se publicaba un nuevo tweet desde el perfil Veva, en el que se avisaba a alguien de que quizá podía interesarle la página del Fútbol Club de Lectura. Y aquí aprovecho para agradecer a Veva que considere que este espacio pueda tener algún tipo de interés 😀

El caso, volviendo al suceso paranormal, es que a quien iba dirigido ese tweet informativo es… ¡Pepe Albert de Paco, con quien apenas hacía unas horas que me había tropezado en el libro de Rafa Lahuerta!

Like tweet Pepe Albert de Paco

¿Qué os parece el episodio? No me digáis que no tiene gracia la cosa.

Es lo que digo: los designios de la literatura futbolera son inescrutables.

(NOTA: incluí «Libre Directo» en mi carta a los Reyes Magos. Respuesta: «amigo, mira a ver si el gordo de rojo te lo puede conseguir, porque a nosotros se nos va de presupuesto»).