«Cuero contra plomo. Fútbol y sangre en el verano del 82», de Alberto Ojeda (Altamarea, 2022)

“La muerte de Paolo Rossi, cuando apareció en los papeles (digitales) el 9 de diciembre de 2020, me golpeó duro. Sentí una profunda pena porque derribaba prematuramente un mito de la infancia”.

Cada cual tiene su Mundial predilecto, aquel que por unas u otras razones nos acabó marcando y recordamos como el campeonato de nuestras vidas. El primero hecho significativo del que tengo recuerdo fue de la final que disputaron Alemania y Holanda en 1974. Yo era un niño de nueve años, y aquel día lloré ante la derrota holandesa, pues Cruyff era uno de mis ídolos. También dejó su huella el de 1978 en Argentina, especialmente aquella final llena de papelitos voladores y un Mario Kempes desatado. Luego descubrí el trasfondo político de aquel mundial.

Pero si hay un campeonato del mundo que me marcó especialmente fue el del Naranjito, el Mundial de 1982. Yo tenía por aquel entonces diecisiete años, y tenía plena conciencia de la situación política que se vivía en España en aquellos momentos: en plena transición, apenas un año después del intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 que viví en el instituto, el terrorismo tan presente en el día a día… Y nunca olvidaré, en lo futbolístico, que aquel fue el mundial de una selección (Brasil) que nos tenía a todos enamorados, de un jugador (Maradona) llamado a ser una estrella de otra dimensión, y de un equipo (Italia) que acabó sorprendiendo y deslumbrando a todos, consiguiendo llevarse la copa contra todo pronóstico.

Aquel fue un Mundial que nació con un andamiaje casi funambulista. Organizarlo y convertirlo en un acontecimiento deportivo de primera magnitud sin incidencias destacables, en un contexto político y social como el de principios de los 80 era una tarea, a priori, de una enorme complejidad. Cuero contra plomo. Fútbol y sangre en el verano del 82, de Alberto Ojeda, nos ayuda a entender todo aquel conglomerado, lo que sucedió durante los años previos en lo organizativo, y durante el propio 1982, de desarrollo del Mundial. Y,para ello, su autor parte de un doble paralelismo: compara las situaciones de conflictividad que se vivían tanto en España como en Italia y, también, establece una comparación entre los papeles de las dos selecciones de fútbol. El encaje entre todos estos elementos, lo social, lo político y lo deportivo, y la alternancia entre lo español y lo italiano, acaba dando como resultado una obra que ofrece una información rigurosa de una forma muy atractiva.

“En fin, un viaje de ida y vuelta constante, revelador, realizado con el acicate y la “excusa” de aquel bello Mundial de España que ganó, contra pronóstico, Italia. Nadie daba un duro por la escuadra de Bearzot. Nadie daba un duro por la recuperación de Rossi. Y nadie daba un duro por España, en la peor situación para levantar un torneo con veinticuatro selecciones”.

SINOPSIS

Solo una hora después de que culminara la ceremonia inaugural del Mundial 82, ETA asesinaba a un guardia civil en el puerto de Pasajes. La banda había anunciado que no atentaría directamente contra la competición: a ellos también les gustaba el fútbol, decían, aunque quedaba intacto el riesgo de que el escaparate de la recién descorchada democracia española pudiera saltar en añicos.
Así, bajo el pánico a una irrupción terrorista, rodó el balón aquel verano. La selección española no dio pie con bola. Fueron nuestros «primos» italianos los que lo bordaron. Nadie daba un duro por que España lograse organizar un Mundial en una época tan convulsa y delicada; nadie tampoco daba una lira por que la azzurra hiciera algo meritorio. Pero el torneo cuajó, en lo logístico y lo deportivo: tuvo épica, lírica y magia.
El equipo del estoico Bearzot levantó la copa en el Bernabéu. Ambos acontecimientos pusieron —de manera más que simbólica— fin a los años de plomo que ensangrentaron a los dos países, los más martirizados de Europa por el terror, sembrado tanto por extremistas de izquierda como de derecha. Cuero contra plomo contrasta el cruento devenir histórico de Italia y España en los 70 y primeros 80. Un recorrido repleto de analogías (GRAPO-Brigate Rosse, Moro-Carrero, Piazza Fontana-calle del Correo, Pinelli-Ruano…) e imbricado con la narración de partidos memorables, como el petardazo de España ante Irlanda del Norte o la mayestática derrota infligida por Italia al jogo bonito brasileño en Sarrià. Una historia, pues, de goles y balas.

“El calvario de la Italia del plomo, jalonado por capítulos tan devastadores como el de las muertes entrelazadas de Pinelli y Calabresi, está también acercándose a su final. Este lo pueden escribir once tipos en calzonas dando patadas a un balón. Qué cosas…»

El libro se divide en tres grandes apartados, que coinciden con las tres sedes en la que compitió la selección italiana: Balaídos, Sarrià y Bernabéu. Conformando cada uno de esos grandes bloques, el desarrollo social, político y deportivo de todos aquellos años, marcados por una situación de inestabilidad que hacía temer por el desarrollo del Mundial. La lectura, pese a la abundancia de datos y elementos documentales que aporta, es muy ágil y permite hacerse una idea muy clara de lo que durante aquellos días sucedió, de quienes fueron los nombres (en lo deportivo y en lo político) que protagonizaron aquel contexto histórico y cuáles fueron los acontecimientos clave que marcaron aquel momento clave. Secuestros, reivindicaciones, asesinatos… en un período de una gran efervescencia y en el que, finalmente, se consiguió que el «cuero acabara silenciando al plomo«.

“Bearzot, que bajo el rictus severo oculta su humanísima ternura, se siente interpelado. No puede quitar a Rossi. No a estas alturas, después de lo que ha aguantado. Así que no va a ceder ahora”.

Y a continuación, un resumen del considerado uno de los mejores partidos de la historia de los mundiales, el inolvidable Brasil 2 – Italia 3 disputado en el desaparecido estadio de Sarrià.

Hablando de fútbol y literatura en el podcast ‘El Barrilete Cósmico’

Todo un honor ser invitado al estadio del podcast El Barrilete Cósmico, y conversar con Carlos Roberto, de Odio el Fútbol Moderno, sobre fútbol y literatura, y hacer algunas recomendaciones de lecturas para el verano. Podéis escuchar la conversación haciendo clic en la imagen. A continuación, las portadas de las obras que fueron citadas.

«Fiebre en las gradas», de Nick Hornby (Anagrama, 1992)

Una o dos veces, cuando no podía conciliar el sueño, he intentado incluso contar a todos los jugadores del Arsenal que he visto en directo a lo largo de mi vida. (De pequeño, me sabía incluso cómo se llamaban las mujeres y las novias del equipo que ganó el doblete, Liga y Copa en el mismo año.

Siempre que se habla de literatura futbolera hay una obra que no falta en las listas de libros de lectura obligatoria. Se trata de Fiebre en las gradas, escrita en 1992 por el inglés Nick Hornby. Se trata, seguramente, de una obra pionera por la forma de tratar el fútbol, puesto que lo hace dando por supuesto que se trata de una persona obsesionada ya desde niño por este deporte. Y, más en concreto, por el club al que ha vinculado toda su vida: el Arsenal.

En el libro, Hornby hace un detallado repaso por diferentes aspectos relacionados con su obsesión. Y lo hace a partir del recuerdo de una serie de partidos a los que ha asistido durante su vida. Desde el primero, el que abre el libro, un Arsenal – Stoke City disputado el 14 de septiembre de 1968 hasta el último, un Arsenal – Aston Vila, jugado el 11 de enero de 1992. Un enorme muestrario de partidos agrupados en tres bloques temporales: 1968-1975, 1976-1986 y 1986-1992.

Cada uno de esos partidos le sirve para desgranar su pasión, y describir de qué manera se ha ido produciendo a lo largo del tiempo esa intensa y estrecha relación entre su club y su vida. Porque para Hornby, tal y como él mismo expresa, «el calendario al que atiende se organiza en función de los partidos del Arsenal«. Hornby ha llegado a rechazar invitaciones a actos por el simple hecho de que coincidían con un partido.

Este libro también es una exploración de algunos de los significados que el fútbol parece encerrar para muchos de nosotros.

SINOPSIS

«Me enamoré del fútbol tal como más adelante me iba a enamorar de las mujeres: de repente, sin explicación, sin hacer ejercicio de mis facultades críticas, sin ponerme a pensar en el dolor y en los sobresaltos que la experiencia traería consigo», confiesa Nick Hornby, quien reconoce abiertamente que para él este deporte no es ni una vía de escape ni un entretenimiento, sino toda una forma de ver y estar en el mundo.

Fiebre en las gradas es el relato autobiográfico de la tumultuosa relación del autor con el fútbol y con su equipo, el Arsenal londinense, durante más de veinte temporadas. Con un entusiasmo contagioso y su característica ironía, Hornby nos cuenta lo que ocurre cuando uno deja que el fútbol llene unos cuantos huecos que deberían haber estado ocupados por otras cuestiones. Esclavo del calendario de competiciones y del devenir de su equipo, este adicto al fútbol rechaza invitaciones a bodas porque ese día el Arsenal juega en casa, o asocia su primera gran ruptura amorosa a la pérdida de un jugador emblemático. Así, este deporte y su equipo serán aquello que marque la iniciación a la vida y luego la continuamente postergada entrada a la adultez del autor, alguien cuya unidad de medida vital son los partidos de su equipo y para quien todo acontecimiento significativo en su vida tiene un matiz futbolístico (con la consiguiente incomprensión de aquellos que le rodean). Hornby se interroga aquí sobre la esencia de esta obsesión y describe con humor y gran perspicacia en qué consiste verdaderamente ser hincha de un equipo, sin caer en tópicos reduccionistas, por lo general poco rigurosos y negativos, al mismo tiempo que realiza una suerte de crónica sentimental de veinte años de la historia de su equipo.

Además de la honesta y divertida confesión de un obsesivo aficionado al fútbol, Fiebre en las gradas es también una lúcida radiografía de los entresijos deportivos y sociales de este deporte y termina convirtiéndose en una sentida declaración de devoción y lealtad a un deporte, a un club y, sobre todo, a la comunidad de sufridos seguidores que conforman su verdadera esencia. Este libro situó a Nick Hornby entre los principales escritores ingleses de su generación. Con el tiempo se ha convertido en un auténtico objeto de culto tanto para futboleros (está considerado el mejor libro sobre fútbol que se ha escrito jamás) como para el lector general: se han vendido más de un millón de ejemplares en el Reino Unido y ha sido objeto de dos adaptaciones cinematográficas.

Pongamos que unos tres mil fueran hinchas del equipo visitante: eso supone que entre los catorce mil restantes hubo gran número de personas que fueron a ver al menos dieciocho veces en un solo año el peor fútbol que se haya visto nunca. A decir verdad, ¿qué necesidad tenían de ir?

Uno de los aspectos más interesantes de Fiebre en las gradas es la capacidad de autoanálisis del autor. Partiendo de los inicios de su pasión futbolera, a través de la relación con su padre y sus primeras visitas al estadio, hasta adquirir el convencimiento absoluto de que los éxitos y los fracasos de su equipo tenían una relación directa con los de su propia vida, Hornby nos habla de jugadores, partidos, jugadas, estadios y equipos.

Pero también analiza aspectos como la esencia del hincha y su identificación con un club, lo sorprendente que resulta que pese a vivir experiencias horribles y decepcionantes el hincha siempre sigue allí, la deriva cada vez más económica y empresarial del fútbol, o el racismo y la violencia en los estadios, entre otros muchos aspectos. Por cierto, y en relación con el hooliganismo, resulta impactante lo que tuvo que suponer para Hornby el vivir la tragedia de Heysel como la vivió: habiendo quedado para ver el partido por televisión con un grupo de alumnos italianos.

Hornby no tiene reparos en reconocer que su comportamiento puede llegar a ser vergonzoso en algunos momentos, y no intenta disfrazar o edulcorar su pasión. No se justifica, sino que explica cómo son las cosas, qué es lo que siente, cómo vive el fútbol y, sobre todo, qué significa para él el Arsenal.

Un libro que pese al tiempo transcurrido desde su publicación (más de 30 años) sigue siendo una lectura imprescindible para cualquier aficionado al fútbol, tanto por todo cuanto explica como por la actualidad de las reflexiones que contiene.

«Drogas y … ¡gol!», de Alan Parker. Número 9 de la colección «Doble Juego» (Ed. Bruguera, 1982)

«¡Mirad! ¡Aquel es Joy Baxter! ¿Creés que después de lo ocurrido volverá a ser el de antes? Yo creo que no. El fútbol se ha terminado para él…»

En la década de los 80, el mundo de la novela de kiosco y los bolsilibros ya había entrado en decadencia. Tras un importante número de años ocupando cierto protagonismo como propuesta de ocio, la irrupción de la televisión a partir de la década de los sesenta modificó en gran medida los hábitos de consumo de la sociedad de la época. Aún así, en 1982, seguramente para aprovechar la llegada del Mundial de Fútbol, la Editorial Bruguera, una de las más importantes, además de creadora del término bolsilibro, lanzó al mercado una colección bajo el título de Doble Juego integrada por 87 títulos de temática deportiva. Los diversos volúmenes, encargados a diferentes y reconocidos autores del mundo de la novela de kiosco, vinculaban el género policiaco y de intriga con un trasfondo deportivo, que incluía fútbol, baloncesto, automovilismo, ciclismo, boxeo, o ajedrez entre otros. 

Uno de aquellos volúmenes llevaba por título Drogas y gol. Correspondía al número 9 de la colección, y estaba firmado por Alan Parker, posible pseudónimo de Carlos Echevarría Alonso. La historia, en este caso, se aleja de las típicas de intriga, y aunque introduce elementos como el mundo de las drogas, tiene un trasfondo más relacionado con la caída en desgracia de un deportista de éxito. Es es el caso de Joy Baxter, el protagonista de la novela, un futbolista que destaca en el equipo de su pueblo, en segunda división, siendo fichado por un equipo londinense de primera.

A partir de aquí, Joy experimentará un cambio absoluto de vida, pasando de la modestia y humildad de su ciudad natal a los lujos y fastos de la capital. Allí establecerá contacto con el mundo de los burdeles de lujo, hasta terminar completamente enamorado de una francesa que oculta un peligroso secreto: su adicción a la heroína. Durante un tiempo, el rendimiento de Joy será magnífico, el que todos esperan de un jugador con su potencial. Pero, a partir de determinado momento, Joy se verá arrastrado por la vida de su amada, llevándolo hasta las puertas de arruinar su carrera.

Una entretenida novela que, como decía, centra todo su interés en el apartado humano del deportista, sin que falten la correspondiente dosis de intriga.

«-No les hagas caso. Joy, todo tu problema se arreglará en cuanto marques el primer gol. ¡Tienes que marcar un gol, muchacho! Es el mejor remedio».

Mortadelo y Filemón y sus 12 Mundiales de Fútbol

Nos ha dejado un grande: Francisco Ibáñez. No tengo ninguna duda de que si soy una persona aficionada a la lectura fue, en gran parte, por todos aquellos tebeos que leí durante mi infancia y con los que tanto disfruté. Muchos de ellos fueron obra suya. Y, especialmente, papel destacado tuvo esa peculiar y estrambótica pareja, Mortadelo y Filemón, que me han seguido acompañando y haciéndome reír también en la edad adulta.

Ibáñez no era nada futbolero, aunque dibujó varias historietas ambientadas en el mundo del fútbol. Y, así mismo, envió cada cuatro años a su pareja de detectives al mundial de fútbol. Excepto en el de México 86 e Italia 90 (que no fueron de su autoría), los dos investigadores han estado presentes sobre los terrenos de juego de cada campeonato del mundo, desde Argentina 78 hasta Qatar 2022.

Hace un tiempo publiqué este artículo sobre la presencia de Mortadelo y Filemón en los mundiales. Y hoy, tras la pérdida de Francisco Ibáñez, vale la pena recordar al menos las portadas de todos los mundiales futboleros en los que participaron.

«Leones y manteros», de Juan Pablo de Luca (2022)

¡Barbeta, haceme caso de una buena vez! Te voy a enseñar todos los secretos del negocio. Vas a ser un gran representante de jugadores y a olvidarte de la medicina para siempre -descarga las palabras junto a la nube de humo.

Leones y manteros, del argentino Juan Pablo de Luca, es el quinto volumen de la denominada Saga Barbicano, una entretenida novela tan interesante y recomendable como las que vinieron antes que ella: Misión Tilcara (2017), El fantasma del Bernabéu (2019), El último enganche (2020) y Los vengadores del 86 (2021). Todas ellas, narradas en primera persona, están protagonizadas por Juan Barbicano, un cincuentón apasionado por el fútbol, médico de profesión, que se mueve entre su Argentina natal y Europa, excombatiente en la guerra de las Malvinas, y que libro tras libro se está convirtiendo en un atractivo y entrañable personaje. Y una saga que, tal y como explica el autor en su página web, «es una fusión entre la tradicional novela futbolera rioplatense y la policial. Versiona hechos y situaciones para lograr persuadir a sus lectores, oscilando desde lo histórico a lo sobrenatural, desde lo trágico a lo humorístico«.

SINOPSIS

Europa los llama, pero solo uno entre miles se convertirá en una estrella del fútbol mundial.

¿Y el resto?

En “Leones y manteros” desfilan jóvenes africanos, representantes argentinos, jeques árabes y magnates rusos dueños de los clubes.

Una intriga geopolítica imperdible.

Me gusta mucho el personaje de Juan Barbicano. Tiene ese aire de búsqueda de la tranquilidad que se va adquiriendo con el paso de los años pero, al mismo tiempo, no rehúye el vitalismo de lo que significa aceptar nuevas aventuras. Porque Barbicano, como una especie de particular Bartleby, siempre acaba involucrado en inesperadas peripecias de todo tipo. Tantas como para ir componiendo una atractiva saga de la que este Leones y manteros es su quinto episodio.

Y una de los aspectos más destacables de esta especie de héroe involuntario es su apariencia de normalidad, porque, en el fondo, acaba metido en sorprendentes asuntos cuando, en realidad, parecía que tan solo pasaba por allí. Pero acompañarlo en esas historias es un placer, porque es un tipo que cae bien, y cuyas ideas y modo de pensar, que aprovecha para ir explicando en cada uno de sus libros, tienen mucho de componente ético y respira valores que merecen la pena ser tenidos en cuenta.

Me hace otra salvedad, también se podría hablar de otra diferenciación: «Tráfico de fútbol» cuando estos jugadores en potencia llegan a sus grandes contratos y «tráfico a través del fútbol» que sucede en la mayoría de los casos, en donde todo es un fraude, y la joven promesa ha sido estafada y abandonada en Europa por un supuesto representante o agente de futbolistas.

Por ejemplo, en este Leones y manteros, la historia tiene como telón de fondo el permanente trasiego de jóvenes africanos que son traídos a Europa con unas expectativas, pero que acaban tristemente abandonados en cuanto no proporcionan la rentabilidad económica que representantes sin escrúpulos esperaban. Y por aquí, a lo largo de las páginas del libro, se explican diferentes ejemplos, así como otros interesantes episodios relacionados con la historia del fútbol africano.

También me gusta mucho el continuo goteo de anécdotas y hechos históricos, de temática futbolera, que Juan Pablo de Luca va dejando caer en todos sus libros. Porque tiene la habilidad de ir insertando referencias de toda índole (sobre jugadores, partidos o campeonatos) que se mezclan perfectamente con las tramas que construye, enriqueciendo la narración, haciéndolo, como decía, de una forma muy fluida y atractiva, algo que no siempre es fácil.

Una novela (como todas las de la saga) muy recomendable y a la que espero que sigan muchas más. Porque es un placer seguir a Barbicano, acompañarlo en sus aventuras y escuchar todo lo que tiene que decir.

Por cierto: maravillosa portada.

A continuación, un vídeo en el que Juan Pablo de Luca nos habla de Leones y manteros.