15 de abril en «Libre directo» de Pepe Albert de Paco

 

Hace dos días, el 13 de abril, publicaba este artículo este artículo en el que se hacía mención justamente a ese día. Está extraído de «La balada del Bar Torino«, de Rafa Lahuerta, un libro gracias al cual descubrí otra obra futbolera, «Libre directo«, de Pepe Albert de Paco.

Escrita a modo de dietario, en esta última podemos encontrar entre sus páginas referencias a algunas fechas del calendario, siendo una de ellas el 15 de abril, un día como hoy.

Una combinación entre libros, fechas y referencias que nos permite recordar que en el planeta fútbol también existen las paredes literarias.

Y como hoy es un buen día para recuperarlo, aquí tenéis el fragmento:

15 de abril de 1989

El público de El Sadar se amontona en las gradas de los fondos como si nada hubiera sucedido en Heysel o en Hillsborough. El hincha del Sadar se disuelve como en un magna informe de cuerpos ingrávidos, apenas mecidos por el lado de los acontecimientos. Basta con que el árbitro señale un córner para que el rumor de pacharán que flota en el ambiente sea más ensordecedor que el gol mismo. El césped, en El Sadar, es una escueta interferencia en el paisaje. Ante la contemplación de esa cuerda de terroristas que se asoma al balcón del área, de ese monstruo de tres mil cabezas que casi alcanza a navajear al rival de turno, uno tiene la impresión de que el fútbol es fortuito. De hecho, es precisamente en esa clase estadios, tan idolatrados por los hinchas (es la arquitectura, y no otra cosa, la que apuntala el fervor del hincha), donde el fútbol queda reducido a su mínima expresión, a una secuencia lógica de pelotazos al ariete. El Osasuna, hoy en día, juega igual que en los tiempos de Zabalza porque Zabalza jamás dirigió el juego del Osasuna. Quien lo hizo, en verdad, fue la arquitectura, esa arquitectura que brama a bocajarro las más procaces consignas. Arriba. Dale. Métele. Chuta. Dala ya. Y al poco el balón sobrevuela el campo para enquistarse en el área. Tal vez algún rebote inesperado permita al ariete meter la puntita y el balón allane la portería y el graderío se penetre a sí mismo.

Imagen de www.footballtripper.com

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