Hace unas semanas se hizo pública una curiosa y maravillosa historia relacionada con el Convento de Santa Clara de Pontevedra que podéis leer aquí. Tras permanecer cerrado al público durante 700 años por su condición de clausura, y después de ser adquirido por el concello de la provincia, el pasado diciembre se pudo acceder libremente a sus jardines. ¿Y qué fue una de las cosas que se encontraron en su interior? Un gran número de balones de diferentes tipos y épocas. Todos ellos procedentes de la plaza que hay junto al convento, que fue y sigue siendo espacio de juegos para los niños de la zona.
Pues bien. Hace apenas unos días saltó otra noticia en esta misma línea. Se trata, en esta ocasión, de lo sucedido en la iglesia de Santo Tomás Apóstol de la ciudad italiana de Ascoli Piceno. Tras el terremoto sufrido en el 2016, que afectó a la estructura del edificio, se ha procedido a unas obras de reforma y restauración. ¿Y qué es lo que han encontrado los operarios en el tejado de la iglesia? Pues ni más ni menos que unas 40 pelotas de diferentes épocas, incluyendo un Adidas Tango Durlast, modelo utilizado en el Mundial de Argentina de 1978.
Dos noticias que además de ser munición para La hermandad de los balones desaparecidos, demuestran que tan universal como el fútbol es el acto de perder un balón.