Cuentan las crónicas que el mismo día en que lo iban a matar, justo antes de poner el balón en movimiento en el que sería su último partido de la temporada, al mediapunta local Santiago Peña se le había visto deambular por el terreno de juego, víctima de un sonambulismo balompédico cuyo origen nadie supo descifrar entonces.
En uno de sus lúcidos artículos sobre fútbol, escribía Juan Villoro que “a su manera, el fútbol es una novela. Tiene la extensión, la trama de conjunto, las peripecias incidentales, los predicamentos morales, las contradicciones de carácter y el populoso reparto de un Balzac que hubiese decidido situar su Comedia humana en la hierba”. Y añadía: “Tal vez por eso mismo no abundan las grandes novelas sobre el tema. Hay poco que inventarle a una liga que llega en capítulos”.
Es habitual, cuando se habla sobre el tema, concluir que la mayoría de novelas de temática futbolera no se centran en la descripción de un partido en sí, puesto que los noventa minutos ya constituyen en sí mismos un relato. Y que lo que se suele describir no es tanto lo que sucede sobre el terreno de juego, “sino en la vida que los circunda«, en palabras del propio Villoro.
Esa dificultad es salvada en la maravillosa Cuentan las crónicas, de Javier López Menacho, publicada por Rasmia Ediciones, una obra en la que el eje central de lo que se nos cuenta es un partido de fútbol. Y es a partir de ahí, de lo que ocurre sobre el campo, que se van desplegando toda una serie de cuestiones vinculadas con los jugadores que lo disputan, sus vidas y el club al que pertenecen.
SINOPSIS
«Charlaron un rato sobre las dificultades de la paternidad, sobre un mundo que cada vez parecía más gris, más sucio, más peligroso, más rancio, más lleno de podredumbre, y cómo el fútbol era a la vez escapatoria y reflejo de todo cuanto estaba sucediendo. ¿Qué les vamos a dejar a nuestros niños?, se preguntaron.»
Santiago Peña, delantero centro de un equipo de barrio recién ascendido a la segunda división de la Liga Española de fútbol, tiene un objetivo: asegurarse, por acción u omisión, de que su equipo pierda el último partido de la temporada. El ambiente festivo en la grada y la intrascendencia del resultado invitan a hacer efectivo un plan en el que todos ganan, pero es entonces cuando la memoria aflora y surgen las dudas.
Javier López Menacho retrata en Cuentan las crónicas las diferencias entre el fútbol de élite y el fútbol modesto, difuminando el concepto de éxito y fracaso y enarbolando un homenaje al «otro fútbol», el que estructura comunidades por amor al deporte, lejos de la influencia del negocio. Esta narración en tiempo real del último partido del campeonato de un club humilde nos habla de integridad, de valores, de precariedad, de vidas truncadas y de cómo un solo gol en las catacumbas del fútbol de élite puede alterar toda una vida.
Cuentan las crónicas es una novela que se vive como un emocionante partido de fútbol. Tiene un dinamismo que mantiene al lector enganchado a lo que va sucediendo en sus páginas, como si fuera un aficionado que asiste, desde la grada, a un emocionante encuentro. El punto de arranque tiene que ver con Santiago Peña, jugador local, que se ha propuesto asegurarse de que su equipo pierde el último partido de liga. Pese a su convencimiento, no tardarán en aparecer los dilemas morales.
A partir de aquí, desde que nos adentramos en la primera página, que es lo mismo que escuchar el silbatazo inicial, todo cuanto sucede, desde la descripción del partido que se juega, hasta lo que se explica sobre los jugadores de que lo disputan es un continuo toma y daca por la gran agilidad de la lectura.
Dicen que, en el fútbol, la diferencia entre la excelencia y la vulgaridad es de apenas medio segundo. El tiempo que necesitas para obtener ventaja e interceptar ese balón dividido, estafar al defensa o anticiparte al atacante.
El encaje entre el desarrollo del partido y las explicaciones sobre las particularidades de cada uno de los jugadores es perfecto. Se habla de cada uno de ellos y de sus situaciones personales, características futbolísticas, anhelos e ilusiones. Un catálogo de retratos psicológicos que enriquece el simple desarrollo del partido y que ayuda a entender lo que es la realidad social de un vestuario. Y por ahí se mueven también cuestiones relativas a adhesiones y compromisos, a lealtades y valores, con un trasfondo en el que acaba aflorando la esencia del deporte.
Mediapunta en ataque, y labores de presión siempre que puedas en defensa. No quiero ver que dejes pasar un pase lento y raso, ve siempre a por la pelota. Ponle revoluciones a esta mierda. ¿Entendido?
Y también son de gran riqueza las descripciones de todo cuanto rodea al partido, demostrando un gran conocimiento del mundo del fútbol. Se habla de las acciones de los jugadores sobre el terreno de juego, pero también del papel de las gradas y los aficionados, los dirigentes del club, la figura del entrenador, de los fotógrafos y hasta del cronista. Todo un conglomerado de piezas que se combinan para dibujar una perfecta radiografía de lo que es un club que acaba de ascender a segunda división y la vivencia de un partido trascendente para el equipo.
Y luego está la emoción del devenir del partido, con ricas descripciones de situaciones del juego y de disposiciones tácticas, de cambios emocionales según el resultado que van de la decepción a la euforia, de cambios en las dinámicas del juego, de emoción por lo incierto del resultado.
Cuentas las crónicas que hay charlas que cambian de cabo a rabo una actitud, un encuentro, una temporada, una vida, una eternidad, y que ese día se iba a dar una de ellas.
Cuentan las crónicas es, en definitiva, un fantástico y original libro que demuestra que un partido de fútbol puede ser escrito, y que además consigue trasladar la emoción del juego a sus páginas de una forma absorbente. Del mismo modo que en ocasiones los noventa minutos de un encuentro pasan volando, las 154 páginas de esta joya pasan en un suspiro.
Nunca estará lo suficientemente valorado el fútbol como motor del desarrollo de los niños. Capaz de dotar a los chavales de una mejor psicomotricidad, de hacerles imaginar regates, de ofrecerles la posibilidad de copiar a sus mayores, de tener que asociarse con sus compañeros, de depositar su confianza en el portero, de aprender a respetar unas reglas. Al fútbol lo ha devorado el negocio, pero como deporte aún tiene evidentes cualidades pedagógicas.


Debe estar conectado para enviar un comentario.