«El fútbol es un lenguaje con sus prosistas y sus poetas»
En el número 351 de Revista de Occidente, ejemplar correspondiente a los meses de Julio-Agosto de 2010, José Luis González Quirós, escribía:
«De la misma manera que ha abundado el desdén intelectual respecto de la tecnología y la ciencia, continúan existiendo una serie de prejuicios muy fuertes contra el deporte, en especial contra el fútbol. Se podría decir que al resto de los deportes les ha llegado una cierta redención, pero que el fútbol continúa siendo demasiado popular e innoble”.
Y completaba su afirmación con la siguiente cita de Jorge Luis Borges:
«Siempre me ha parecido más viril el desafío entre cuchilleros. Sigo sintiendo que a pesar de que matar formaba parte de esta práctica, había una nobleza que no he podido encontrar en un hombre que patea una pelota.»
La afirmación del gran escritor argentino no hacía más que poner de manifiesto, exageradamente quizá, el rechazo que el fútbol experimentó durante años (y sigue sufriendo, en ocasiones) por parte del mundo de la cultura. Una época en la que, sin embargo, no faltaron quienes entendían que reducirlo al romano panem et circenses, a una sencilla expresión de opio para el pueblo, era una injusta simplificación. Y entre esos intelectuales, uno de los que de forma más valiente y firme se manifestó como auténtico apasionado del juego de la pelota fue uno de los grandes intelectuales del siglo XX: Pier Paolo Pasolini.
-Sin cine y sin escritura, ¿qué le hubiera gustado ser?
-Un buen futbolista. Después de la literatura y el eros, para mí el fútbol es uno de los grandes placeres.
Pasolini no entendía la vida sin fútbol. Y aunque nunca llegó a escribir una novela que se pudiera calificar de futbolera, encontramos referencias al balompié tanto en sus obras Chavales del arroyo como en Una vida violenta. Así mismo, se vistió de futbolista siempre que pudo. Jugó partidos en el equipo de la universidad, y organizó otros incluso cuando estaba trabajando. Fue el caso del que montó entre su equipo de grabación, en proceso de filmación de Saló. Los 120 días de Sodoma y Gomorra y el de otro grupo, el de Bernardo Bertolucci, que no lejos de allí trabajaba en Novecento. Aquel partido terminó con victoria del equipo de este último por 5 a 2, aunque se dice que hubo algo de «trampa» puesto que contrató a algún jugador profesional (como un joven Carlo Ancelotti) para contrarrestar la calidad como jugador que al parecer tenía Pasolini.
Su amor por el fútbol le llevó a ponerse a jugar siempre que pudo en cualquier partido que se estuviera jugando en los arrabales. En cuanto veía a un grupo de muchachos corriendo tras una pelota Pasolini se veía impulsado a lanzarse a participar del juego. Una afición acerca de la cual teorizó en forma de varios artículos recogidos en su obra Sobre el deporte, que recoge los textos que escribió entre 1957 y 1971.
Hace un par de años se publicó Pasolini. El último profeta, biografía escrita por Miguel Dalmau y premiada con el XXXIV Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias. En esa completísima obra no faltan las referencias a su querencia sobre el fútbol. Pero si queremos adentrarnos en su relación con el fútbol podemos recurrir a El fútbol según Pasolini, de Valerio Curcio, publicada por la Editorial Altamarea también en el 2022.
Se trata de un completo trabajo que profundiza en todas las facetas del Pasolini futbolero. Con prólogo de Toni Padilla, el libro se divide en varios apartados que nos ofrecen una completa imagen del significado que el fútbol tenía para él: el forofo, el futbolista, el narrador, el cronista y el intelectual.
SINOPSIS
Este libro es un viaje que recorre, a través de entrevistas, fragmentos literarios y testimonios directos, la profunda relación sentimental entre Pier Paolo Pasolini y el fútbol. Antes que un deporte, el fútbol fue para Pasolini un lenguaje humano capaz de hablar a las masas; un idioma universal con sus poetas y sus prosistas que siempre atrajo el interés del autor italiano como intelectual y como aficionado.
Igualmente fascinado por el fútbol popular de los campos del extrarradio y por el espectáculo de los grandes escenarios de la Serie A, Pasolini siempre reivindicó con orgullo la aparente contradicción de ser un pensador comprometido y a la vez enamorado de un juego considerado por muchos como el «opio del pueblo».
Desde este insólito punto de observación, su mirada pudo abarcar tanto los aspectos más estéticos y lúdicos de las pachangas entre los «chavales del arroyo» de los suburbios romanos como el lado sociológico y político del fútbol profesional en cuanto último rito sagrado de la era contemporánea.
En palabras de Toni Padilla, autor del prólogo, El fútbol según Pasolini es «un homenaje precioso, un gesto de amor» hacia el jugador, el intelectual, el hincha, el cronista y, en fin, hacia el genio en su totalidad, pues «no hay nada más pasoliniano que el fútbol».
Una obra de referencia, más que recomendable, que nos proporciona un completo retrato de uno de los grandes intelectuales del siglo XX, y que, aun siendo un hombre de cultura, nunca ocultó su pasión por el fútbol.
«El fútbol es la última representación sagrada de nuestro tiempo. Es rito en el fondo, y también es evasión. Si otras representaciones sagradas, incluso la misa, están en declive, el fútbol es la única que nos queda. El cine no ha podido sustituirlo; el fútbol, sí.»






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