5 de enero y Eric Abidal

 

Aquella noche retrocedí en el tiempo hasta el 5 de enero de ese mismo año y me trasladé soñando a la Catedral. El Barça se jugaba el pase a semifinal de la Copa del Rey contra el Athletic. La primera imagen del sueño fue la del gol de Abidal en el minuto 74. Era su primer gol con el Barça. Lo celebró retrocediendo en el campo igual que yo acababa de hacer en el tiempo. Lo vi corriendo para atrás y sacando la lengua como si se burlara del peligro que lo había estado acechando durante todo el partido. Pero el enemigo que lo amenazaba en el sueño no era el Athletic de Bilbao, sino un tumor oculto en el hígado que pretendía derrotarlo. Una amenaza que él aún desconocía. Aquel partido representó mucho para Abidal. Después del enorme esfuerzo alcanzaba la recompensa. Me sentí plenamente identificado con él a lo largo del sueño, porque yo también había de enfrentarme a un enemigo invisible capaz de aniquilar a quien osara ponerse por delante. El sufrimiento también vale para vencer. La noche de San Mamés, al entrar Abidal en el vestuario, los compañeros le hicieron el pasillo. Nadie podía imaginar que al cabo de algunas jornadas iba a ser ingresado en el hospital para extirparle un tumor y que pocos meses después lo mantearían tras reaparecer en el partido de vuelta de la Champions contra el Real Madrid. ¿Será cierto que la vida es sueño?

Fragmento de «Cruce de vidas» de José Antonio Garriga Vela

En «Cuando nunca perdíamos«, Alfaguara, 2011.

4 de enero y Albert Camus

 

Imagen de www.valentinroma.org

Hoy se cumplen 56 años del fallecimiento de Albert Camus. Fue el 4 de enero de 1960 tras estrellarse su coche contra un árbol en Villeblevin (Francia). Premio Nobel de Literatura en 1957, novelista y dramaturgo, autor de obras literarias que se han convertido en clásicos, Camus, además de uno de los grandes intelectuales de la cultura europea nunca ocultó la importancia que el fútbol tuvo en su vida, una relación perfectamente reflejada en una de sus afirmaciones más conocidas:

“Porque, después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.

Sobre la relación entre Albert Camus y el fútbol existe abundante información. Él mismo escribió un artículo cuyo título es «Lo que le debo al fútbol«.  También encontraréis un extenso artículo en el libro «Los Nobel del Fútbol«, de Jorge Omar Pérez y publicado por Meteora. Una parte del artículo fue publicada en el diario El Mundo Deportivo en una sección con el mismo título.

En el capítulo del libro dedicado al escritor se recoge una anécdota que refleja que la pasión de Camus por el fútbol ya venía desde su infancia y que explica en parte los orígenes de su posición de guardameta:

«Nacido en el seno de una familia muy pobre, sin conocer a su padre muerto en la guerra de 1914, con una madre de ascendencia menorquina, analfabeta y casi muda, y una abuela que lo sometía a severos castigos, Albert Camus desde niño no tuvo otra opción cuando jugaba al fútbol que la de ser guardameta. Su abuela le controlaba la suela de los zapatos a diario para comprobar el estado de los mismos y a la menor raspadura el pequeño Camus recibía una buena tunda de latigazos. Este hecho, con el tiempo, convirtió a Albert Camus en uno de los mejores guardametas de contención, ya que aguantaba el disparo del delantero sin moverse de su sitio hasta el último segundo. Clavado en la hierba y sin inmutarse, sorprendía a los delanteros rivales por su sangre fría.» 

Albert Camus - Los nobel del fútbol

Para acabar, un fragmento de una de las obras cumbre de la literatura, «La Peste«, en el que se incluye una referencia al fútbol, una muestra más de la importancia que para el escritor tuvo este deporte.

“El cielo estaba cubierto a medias, y González, mirando hacia arriba, comentó que este tiempo, ni lluvioso ni caluroso, era el más favorable para un buen partido. Empezó a evocar a su modo el olor de la embrocación de los vestuarios, las tribunas atestadas, las camisetas de colores vivos sobre el terreno amarillento, las limonadas de la primavera y las gaseosas del verano que pican en la garganta reseca con mil agujar refrescantes. Tarrou notó también que durante todo el trayecto a través de las calles del barrio, llenas de baches, el jugador no dejaba de dar patadas a todas las piedras que encontraba. Procuraba lanzarlas bien dirigidas a las bocas de las alcantarillas y si acertaba decía: “Uno a cero”. Cuando terminaba un cigarro, escupía la colilla hacia delante e intentaba darle con el pie. Cerca ya del estadio, unos niños que estaban jugando tiraron una pelota hacia el grupo que pasaba y González se apresuró a devolverla con precisión”.

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Doce meses, doce dorsales: con el número 1, enero

 

Imagen de www.desdemiarea.com

 

Si el calendario fuera un equipo de fútbol, el número 1 lo llevaría el mes de enero. Y enero, en la literatura futbolera, juega más o menos así:

 

El partido que jugamos en campo del Villa, para cuartos de final de la Copa de la Liga en enero del 86, fue uno de los mejores que recuerdo: una fantástica hinchada en un estadio fenomenal, que no visitaba desde que era pequeño; un buen partido y un resultado razonable (1-1 tras una primera parte en la que marcó Charlie Nicholas y un comienzo de la segunda en el que dominamos por completo, con fallos garrafales en sendas ocasiones de Rix y de Quinn). También hubo aquella noche un interesante elemento histórico: el aire gélido de enero, al menos a nuestro alrededor, estaba cargado de humo de marihuana, y fue la primera vez en que de verdad comprendí que existía una cultura de gradería diferente de la mía, aunque sólo empezase a surgir por entonces.

Artículo «Hundido en la miseria» de Nick Hornby, sobre el partido Aston Villa – Arsenal del 22 de enero de 1986. En «Fiebre en las gradas«. Anagrama, 2008.

 

 

1-ENERO

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