A la pregunta ¿cómo se consigue vender más de 2.000.000 de ejemplares de una colección de libros infantiles? solo se puede responder de una manera: es un misterio. Mejor dicho: es un misterio tras otro. Quince misterios para ser exactos (y el número dieciséis viene en camino).
Desde que apareciera el primero de ellos, “El misterio de los árbitros dormidos”, cada uno de los misterios de la triunfadora serie “Los futbolísimos”, escrita por Roberto Santiago, ilustrada por Enrique Lorenzo y publicada por SM Ediciones se ha acabado transformando en un éxito rotundo.
Para conseguirlo, en realidad, tan solo ha hecho falta mezclar con maestría aventura, fútbol, amistad, humor… y un misterio por resolver. Esos ingredientes, combinados con un tipo de escritura idónea para el segmento de edades al que se dirige (a partir de los 10 años), y de unas atractivas ilustraciones han conseguido lo que parecía imposible: que miles de niños y niñas se enganchen a la lectura, devoren los números de la serie tan pronto como aparecen y esperen con impaciencia la aparición del nuevo volumen. Así de misteriosamente fácil.
Parece una piedra grande.
O un balón de fútbol.
Pero no.
Se trata de otra cosa.
Lo palpo con las dos manos.
Me limpio un poco los ojos.
Y al fin puedo verlo.
Lo que tengo delante es…
UNA CALAVERA.
El último ejemplo de esta saludable y beneficiosa fiebre está protagonizado por “El misterio de las 101 calaveras”, una nueva y absorbente historia que ya engancha desde la portada y el planteamiento inicial: un terreno de juego embarrado en el que aparecen calaveras. Ante semejante reclamo, ¿qué lector infantil podría resistirse?
SINOPSIS
No para de llover. El pueblo se ha inundado y, lo que es más misterioso, no paran de aparecer calaveras entre el barro. El alcalde y la policía están pensando en desalojar el pueblo. Y mientras tanto, Soto Alto se prepara para un partido muy importante contra el Green Thunder: la Copa Intercentros.
Si, en general, todos los títulos de la serie son una invitación a disfrutar de la intriga y la curiosidad, en esta ocasión la presencia de calaveras implica que hay algo en la historia que aumenta el habitual suspense presente en todos los números.
Todo comienza con un extraño y estrambótico partido sobre una superficie casi impracticable por culpa de las intensas lluvias de los últimos días. Allí, tras un lance del partido, Pakete cae en un socavón de fango en el que descubre, aterrado, la presencia de un cráneo. Por si no fuera suficiente, alguien descubre otra calavera, y otra y otra, incluso en el pueblo de al lado, una avalancha de calaveras cuya procedencia es todo un enigma y cuyas consecuencias pueden ser terribles tanto para el pueblo como para el equipo de los Futbolísimos.
La historia, a partir de aquí, avanza en tres líneas, pues al escabroso enigma de las calaveras hay que añadir que el equipo del Soto Alto tiene un partido pendiente (una semifinal de copa) con el Green Thunder, el equipo de Bañuelos de Abajo, población vecina de Sevilla la Chica. Por si fuera poco, Víctor, el hermano de Pakete, cobra cierto protagonismo en esta aventura. Preparar el partido, investigar el caso de las calaveras, y ver lo que sucede con Víctor se van entrelazando a lo largo de las páginas sin que el interés decaiga en ningún momento.
Y, como siempre, en una historia protagonizada por un grupo de niños y niñas completamente normales y con quienes cualquiera de los fans de la serie se identifica rápidamente, y en los que los valores como la amistad y el compañerismo acaban prevaleciendo por encima de cualquier otro.
Decía al principio que el número dieciséis ya está en camino. Y para ir abriendo boca, se ha tenido la brillante idea de consultar con los lectores qué título le pondrían de una relación de tres propuestas. Un argumento más para entender porqué son tantos y tan fieles los seguidores de «Los Futbolísimos». O, dicho de otro modo, nada hay de misterioso en tanto éxito.
Podéis leer el primer capítulo haciendo clic aquí.