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Hoy, día de San Valentín, vale la pena preguntarse si hay espacio para el amor en el fútbol. Y no me refiero solo al amor por un equipo, o al amor por el fútbol en general. Me refiero al amor que podemos encontrar entre las páginas de la literatura futbolera.
Historias de amor, más o menos, como la encontramos en «Lucha por la victoria«, de Gerard van Gemert, entre Hans y Femke:
Femke esbozó una tímida sonrisa y susurró:
– ¿Sabes que no solo me pareces un buen FUTBOLISTA?
Hans se preguntó qué querría decir con eso. Se le ocurrió una idea descabellada, pero ni se atrevió a considerarla, así que prefirió quedarse callado.
Femke siguió hablando:
– Me gustas mucho, Hans. Cuando estoy contigo, siento mariposas en el estómago.
Él la miró, alucinado.
– A mi me pasa lo mismo -consiguió balbucear.
Femke se echó a reir, y a continuación le tomó la cara entre las manos… y lo besó.
Por un momento, Hans se olvidó de todo. La cabeza le daba vueltas.
Cuando Femke lo soltó, Hans la contempló maravillado, le dedicó una amplia sonrisa y se puso en pie.
O como la declaración que encontramos en «El misteri dels àrbitres adormits«, primer número de la serie «Els futbolíssims«, de Roberto Santiago y publicada por Cruïlla. Una declaración de uno de los protagonistas, Francesc Parxet Cases hacia la Xantal, la jugadora más guapa de su equipo:
– La Xantal és una noia molt…, guapa i molt simpàtica i juga molt bé al futbol…, i a mi…, diaxò…, a mi m’agrada… Tampoc no és que m’agradi gaire, però, vaja, que si, que m’agrada… I aquesta nit he quedat amb ella al camp de futbol i estic una mica nerviós.
Otro ejemplo de amor en la literatura futbolera es el que encontramos en «Fuera de juego«, de Miguel Ángel Ortiz:
Noelia cruzó los brazos.
– Ya lo sabes -dijo-. No te hagas el tonto.
– Dilo.
– Eres un payaso. -Se volvió a Fichu-. Él.
– ¿Quién?
– Fichu.
– Su nombre -dijo Koldo.
– No te cebes -dijo Salva-. Ya lo ha dicho.
– Su nombre, o fuera.
– Jesús.
– ¿Ves cómo no era tan difícil? -dijo Koldo acercándose a Fichu; le cogió por la barbilla, pero Fichu se revolvió-. Uhhh, las orejas rojas: amor del bueno.
Y, por si no es suficiente, aquí tenéis un par de ejemplos más del amor que podemos encontrar en la literatura futbolera.
Que paséis un buen y futbolero San Valentín!