Todavía con la resaca del histórico partido del miércoles, que será sin duda una poderosa fuente de inspiración literaria, llegamos a otro de los días que forman parte de la historia barcelonista: el 10 de marzo. Ese día de 1999 el Dream Team de Cruyff pudo recibir el homenaje que merecía en el Camp Nou. Un equipo único que también fue un manantial para el fútbol y la literatura, incluso cuando su época había quedado ya atrás. Por ejemplo, a la hora de poder agradecer y reconocer los increíbles momentos de placer futbolístico que fueron capaces de ofrecer a los buenos aficionados al fútbol.
En “Johan Cruyff 14. La autobiografía”, el artífice de aquel equipo hace una referencia al día del homenaje:
“Una de las cláusulas de mi contrato decía que yo tenía derecho a dos partidos benéficos, pero el presidente del club, Josep Lluís Núñez, se negó. Los tribunales dictaminaron en mi favor, pero con la exigencia de que los dos encuentros tenían que organizarse inmediatamente después de la sentencia. Tarea casi imposible, pero se acabó llevando a cabo. Primero en Barcelona el 10 de marzo y, después, el 6 de abril en Ámsterdam. Fueron dos noches inolvidables.
En el Camp Nou cien mil espectadores pudieron, por fin, mostrar su reconocimiento por el Dream Team de principios de la década de 1990. Algo que los jugadores merecían de sobra. Durante años, Núñez había intentado borrar cualquier recuerdo de aquella época fantástica, pero durante el primer partido benéfico los fans demostraron con su alegría lo que realmente pensaban. No me ha sucedido muchas veces, pero entonces, sobre todo después del pitido final, sentí «gallina de piel» por todo el cuerpo. En particular, cuando los jugadores me rodearon en el círculo central y pude dar las gracias al público en nombre de todos nosotros. En ese momento no pensé en nada y antes de darme cuenta empecé a cantar el himno del club y todo el estadio se unió al canto. Un momento fantástico, pero lo mejor de todo fue, naturalmente, que por fin se hacía justicia”.
El texto de Johan Cruyff nos muestra la visión de aquel momento desde el césped. Pero la literatura futbolera nos permite aproximarnos también a la perspectiva de aquella noche desde la grada. Es la que encontramos en el último libro de Sergi Pàmies, “Confesiones de un culé defectuoso”:
“Micrófono en mano, y con el Camp Nou a punto de reventar, Cruyff caminó sobre el césped y dijo: «Solo Dios sabe cuánto tiempo hemos tenido que esperar este momento fantástico. En nombre de todos, y del equipo y el mío, solo deseo una cosa: disfrútatelo, y hasta después del partido». Era el 10 de marzo de 1999, el año del centenario, y una de las noches más intensa y extrañamente barcelonistas que recuerdo. Digo «intensamente» porque, con muy poco tiempo para convocar el partido, se consiguió que 98.000 culés llenaran el Camp Nou. No eran los socios habituales, sino que había que comprar la entrada, y eso movilizó a la parte del barcelonismo que no suele ir al campo. En este caso la motivación de la convocatoria no era competitiva: se trata de un partido de homenaje al Dream Team.”
Dos aproximaciones a un mismo día en el calendario del fútbol y la literatura, con dos particulares referencias al personal vocabulario de Cruyff: “gallina de piel” y “disfrútatelo”.
Genio y figura.