Durante la década de los años 20 del siglo pasado, la afición y el interés por el fútbol continuaban creciendo. Con el objetivo de reflejar esa expansión, aparecieron numerosas cabeceras de diarios y revistas que se ocupaban de explicar los acontecimientos futbolísticos que se iban produciendo. También aparecieron, durante esos años, las primeras novelas de temática futbolera. Una de ellas fue Judas futbolista, obra escrita en catalán por Francesc Rossell y Rossend Pich, y publicada en 1928.
La historia gira en torno a las memorias que alguien escribió en un lugar llamado Xauxa. En ellas aparece una anotación indicando el deseo del autor de que sean publicadas en Catalunya, proponiendo ya el título de Judas futbolista. Al comienzo del libro, los editores explican que tras tener conocimiento de la existencia de ese texto, se reunieron con su actual poseedor, Juli Rentanom, para proceder a su publicación.
Lo que el manuscrito explica (y la novela que leemos) es la vivencia del narrador, de familia adinerada, y a quien su padre envía a Canelobra, la capital de Xauxa, centro industrial y mercantil. En el trayecto en tren conoce a una chica cuyo destino es el mismo. Durante la conversación, ella le habla sobre cuestiones relacionadas con la sociedad, la política y también sobre la situación del deporte de su país. Entre otros asuntos, y por la descripción que ella hace en relación con el fútbol, ya se introduce la idea de la mercantilización del fútbol:
– Amiga mía, el futbol de vuestro país no es un deporte. Tengo la impresión, tal y como me habéis explicado, de que se trata de una mercancía que cotiza en la lonja de contratación.
A lo largo de la novela van apareciendo estas cuestiones, así como otras relacionadas con la situación del fútbol de la época. Por ejemplo, se habla de los futbolistas y sus riquezas…
– ¿Y cómo es que los clubes no se interesan por el bienestar futuro de estos jóvenes, procurando garantizar que el día de mañana, cuando sean ya unos inútiles para la práctica profesional del fútbol, no acaben convertidos en unos parias sociales? Sería una obra de dignificación humana, y así se aprovecharían los cuantiosísimos capitales que se invierten en tantos jugadores.
… También sobre la prensa, los intereses económicos que mueven a muchos equipos directivos, e incluso sobre la reventa de entradas:
– Es escandaloso lo que pasa – decía Fidel-. No hay localidades suficientes para ningún partido extraordinario; en cambio, los revendedores están llenos de ellas, haciéndolas pagara precios extraordinarios. ¡Es un escándalo! ¡Es una vergüenza!
Una novela, en resumen, que pese a estar escrita hace casi cien años, ofrece una radiografía de aspectos relacionados con el mundo del fútbol que no distan demasiado de los actuales.
El 18 de octubre del 2003 nos dejó Manuel Vázquez Montalbán. Javier Marías lo hizo el 11 de septiembre de 2022. Ambos han sido dos referentes en el ámbito de la relación entre fútbol y literatura. Y cada vez que Barcelona y Real Madrid se enfrentan los recuerdo y echo de menos sus artículos.
A Vázquez Montalbán y a Marías, al ser el primero culé y el segundo merengue, solían pedirles que escribieran un texto hablando del partido, una especie de enfrentamiento literario-futbolístico que eran auténticas joyas literarias.
El 19 de octubre de 2003, tras el fallecimiento de Montalbán, Marías publicó un texto de homenaje en el diario El País bajo el descriptivo título de «En la lealtad mayor«.
En la lealtad mayor
En persona estuvimos juntos sólo una vez, hace ya muchos años. El mismo chófer nos recogía en el aeropuerto de Asturias (él llegaba de Barcelona; yo, de Madrid) para trasladarnos a Verines a una reunión de escritores. Nada más subir al coche sacó un auricular y se lo colocó en un oído. «Es para seguir el fútbol», fue toda su explicación. Debía de ser un miércoles y se disputaban partidos de Copa, poco importantes aún. «Ah, ¿y cómo va el Madrid?», aproveché para averiguar. «Pierde 1-0 con el Sporting». Me fue imposible no preguntarme si le caía mal. No tenía motivos para pensarlo, aunque tampoco -desde luego- que le cayera bien, y de hecho no puedo evitar preguntarme ahora si le habría hecho la menor gracia que yo escribiera nada sobre él en un día como hoy, en contra de lo que ha creído EL PAÍS. Futbolero como soy, respeté su casi total mudez de hora y pico de viaje, no me empeñé en darle conversación. Al fin y al cabo, pensé, yo haría lo mismo, seguir los partidos si tuviera valor. Así que aquel trayecto transcurrió en un silencio que, sin embargo, no me fue embarazoso. Y quise creer que quizá mal no le caía, a la postre, cuando al cabo de un buen rato me dirigió la palabra de nuevo para comunicarme algo que a él no le alegraría, pero a mí sí. «Ha empatado el Madrid», me dijo.
Muchas veces coincidimos, en cambio, en las páginas deportivas de este periódico, y además, formando pareja de contrarios. Él, como representante literario o incluso «ideológico» del Barça; yo, del Madrid, cada vez que nuestros respectivos equipos se enfrentaban a muerte. Creo que en la última ocasión falté yo a la cita, y ahora sé que en las próximas quien faltará seguro será él. Hoy somos muchos los escritores que nos atrevemos a hablar de fútbol sin temer nuestro desprestigio por ello, pero no cabe duda de que Vázquez Montalbán fue el gran pionero y el más audaz, así como el primero en señalar lo que luego tantos hemos repetido: que así como uno cambia de gustos, de pareja, de convicciones, de ideas y aun de ideologías, de lo que nunca cambia es de equipo favorito de fútbol. Curioso que las lealtades mayores sean las que parecen menores. O no tanto: supongo que él sabía, desde su fuerte conciencia política, la importancia que algo tan desdeñado como el fútbol puede tener en la cotidianidad de las personas que poco tienen. Sabía que si tu equipo gana, los problemas reales no desaparecen ni se padecen menos las injusticias. Pero también que si tu equipo pierde, los problemas se aparecen más graves e irresolubles al día siguiente y uno se resiente más de las injusticias. Conocía y aceptaba la dimensión simbólica, y aun supersticiosa, porque ayuda a ir de día en día.
Fue a menudo un culé desesperado, ante la ineptitud de los dirigentes o el mal juego del Barça. Pero, pese a sus ocasionales amenazas de dejar de seguir al equipo, o hacerlo sólo de lejos, imagino que sabía que eso no es nunca posible del todo. Como también sabía que el rival más acérrimo, en su caso el Real Madrid, es tan necesario como el aire, en el juego como en la vida, para temerlo, envidiarlo, odiarlo, admirarlo y derrotarlo. Hoy yo sé que perder a un antagonista entristece tanto como perder a un aliado. Quizá más. Me alegro de que Manuel Vázquez Montalbán viera al menos una vez a su equipo campeón de Europa. Y la próxima vez que eso suceda, estoy seguro de que me acordaré de él y pensaré lo que también pienso y digo ahora en su honor: Visca el Barça.
Acompañado en la presentación por el periodista Aleix Pérez, i bajo el título de «Futbol i literatura: una relació fructífera«, intenté ofrecer un repaso por la relación que lo futbolístico y lo literario han mantenido desde comienzos del siglo XX hasta la actualidad.
Las obras comentadas podrían haber sido otras, ya que el material existente es abundante. Pero creo que las elegidas permiten hacerse una idea de la variedad temática y la evolución que esta vinculación ha mantenido a lo largo de estos más de cien años.
Aunque puse en la conferencia toda mi voluntad, seguro que cometí algunos errores e imprecisiones, y que olvidé hacer alguna mención o reforzar alguna explicación.
En cualquier caso, fue una tarde inolvidable y estoy enormemente agradecido al Centre de Lectura de Reus y a Joan Navais, coordinador de las jornadas, por considerar que mi aportación podía ser útil y por darme la oportunidad de hacerlo entre las paredes de tan admirable lugar.
Por si tenéis algún interés en el tema, aquí tenéis el enlace de la sesión.
Durant el mes de octubre se desarrollaran, en el Centre de Lectura de Reus, las Jornadas Molt més que un esport: el futbol com a fet social, en una de cuyas sesiones tendré el gran honor de participar para hablar sobre fútbol y literatura.
La sesión inaugural tendrá lugar mañana 8 de octubre, a las 19.00 h. Bajo el título de Esport i identitats nacionals. Els casos català i espanyol, será impartida por el doctor Carles Santacana, siendo presentada por el periodista Joel Gomis.
El lunes 14 de octubre tendrá lugar otra sesión de lujo. Presentada por el periodista Aleix Pérez, serà impartida por el también periodista Toni Padilla, quien ha titulado su sesión Per tren, vaixell i exèrcits: com el futbol va convertir-se en esport global.
Tres días después, el jueves 17 de octubre a las 19:00 h., será el turno del doctor Carles Viñas, quien será presentado por el periodista Joel Gomis y hablará sobre Futbol i esport popular als anys 30. De l’Olímpiada popular al CE Júpiter.
El lunes siguiente, día 21 de octubre, llegará mi turno. Con presentación del periodista Aleix Pérez, tendré el placer de hablar sobre Futbol i literatura: una relació fructífera.
El miércoles 23 de octubre llegará el turno del historiador José Fernando Mota Muñoz, que tras ser presentado por Aleix Pérez hará la presentación de su libro Els ultres de la Peña Ibérica: futbol, espanyolisme i violència a Barcelona (1925-1931).
Dos días después, el viernes 25 de octubre la periodista Paula Jansà i la exfutbolista Sílvia Roca conversaran sobre Passat, present i futur del futbol femení.
El cierre de estas interesantísimas jornadas tendrá lugar el viernes 28 de octubre, cuando el historiador Joan Navais, presentado por el periodista Joel Gomis, ofrecerá una Aproximació a la història social del futbol reusenc. Dels orígens a l’any 1939.
Se trata, en conjunto, de unas más que atractivas sesiones en las que se abordarán diferentes aspectos del universo futbolístico, y que ayudarán, a quien asista a las sesiones, a comprender que tal y como indica el título de las jornadas, estamos hablando de que el fútbol es un mucho más que un deporte: es un hecho social.
Los incidentes del pasado sábado en el derbi madrileño han vuelto a poner sobre el foco el problema del radicalismo en las gradas de los campos de fútbol. A continuación, cinco libros que nos ayudan a comprender mejor este fenómeno:
Una historia de los ultras, hooligans y otros grupos radicales del fútbol español. Fútbol, política, violencia, tribus urbanas, mitología. Borja Bauzá no escribe de oídas. Él mismo formó parte de un grupo ultra en su juventud, y para escribir este libro ha pasado años recorriendo España de norte a sur y de este a oeste entrevistándose con docenas de radicales de un sinfín de aficiones e ideologías. La tribu verticales una radiografía sociológica, cultural y política de un fenómeno de masas transversal a nuestra historia reciente; desde sus orígenes en los años setenta hasta el día de hoy, pasando por el caos de los ochenta, el salvajismo de los primeros noventa y la sofisticación que llegó a partir del 2000 con las nuevas tecnologías. Entretenidísimo, pedagógico y plagado de anécdotas increíbles. Mientras pasan las páginas el lector, sin darse cuenta, irá comprendiendo algunas de las claves de la evolución de la sociedad española —y del llamado «fútbol moderno»— en las últimas décadas. Un libro llamado a ser un clásico.
Un riguroso ensayo que describe la implantación del fútbol y la evolución de los colectivos de hinchas radicales en el Estado español.
¿Cómo surgen los grupos ultras en el fútbol? ¿Quiénes son los ultras de un equipo? ¿Cómo se comportan los seguidores más radicales? Ultrases un riguroso ensayo en el que Carles Viñas describe la implantación del fútbol y la evolución de los colectivos de hinchas radicales en el Estado español. El primer capítulo relata la consolidación del fútbol como disciplina deportiva reglamentada, la creación de los primeros grupos de seguidores y el nacimiento del hooliganismo británico. En el segundo se aborda la importación del fenómeno de los hinchas radicales para el fútbol estatal y la aparición de los primeros grupos organizados de hinchas en torno al Mundial de 1982. Una taxonomía de los colectivos pioneros da paso a la descripción de las distintas etapas del fenómeno y la incidencia de la violencia en la evolución de los mismos. El tercer capítulo expone las vinculaciones de algunos de estos grupos con determinadas corrientes ideológicas y se describe con detalle el caso barcelonés. En las conclusiones reflexiona sobre la violencia en el fútbol español, los diversos programas de actuación que se han implantado desde las instituciones y las fuerzas de seguridad, y su posible evolución futura. Se trata de un texto que nos ayuda a entender las pasiones que mueven a los grupos radicales organizados que animan a sus equipos, así como su composición y las tensiones que causan en nuestra sociedad. Una obra imprescindible para pensar la relación entre fútbol, política y violencia, que ofrece al lector una herramienta para pensar la función social que cumple el deporte en nuestras comunidades.
En la turba, Laurent Mauvignier (Nocturna Ediciones, 2017)
El 29 de mayo de 1985, la emoción reina en las calles de Bruselas: va a tener lugar «la gran fiesta del fútbol» en el Estadio de Heysel entre la Juventus y el Liverpool. Una hora antes de que empiece, dos centenares de hinchas británicos acorralan a los aficionados italianos en una zona del estadio. Aprisionadas contra las vallas protectoras, treinta y nueve personas mueren aplastadas por la multitud y más de seiscientas resultan heridas. Sin embargo, el partido no se cancela: los cuerpos se apilan en un espacio anexo al campo y la final de la Copa de Europa da comienzo.
Tres años más tarde, la tragedia ha marcado profundamente a quienes lograron sobrevivir a ese viaje al fin de la noche y sus vidas se entrecruzan en el antes y el después.
En la turba, ganadora del Premio de Novela Fnac en 2006, es una soberbia obra escrita por uno de los más talentosos autores de la narrativa francesa actual.
Toda persona tiene dos familias. Aquella en la que nace, y aquella por la que opta.
Hooligan es la historia de Heiko Kolbe y quienes considera sus hermanos de sangre, hinchas de fútbol de la ciudad de Hannover. La madre de Heiko abandonó la familia cuando él era un niño; su padre es alcohólico y convive desde hace unos años con una mujer que trajo de Tailandia después de unas vacaciones. Heiko dejó el instituto en el último año y no tiene el título de bachillerato. Trabaja en el gimnasio de su tío paterno, Alex, líder de una banda que se encarga de organizar peleas con grupos de hooligans de otras ciudades vecinas. Combates organizados en lugares concretos, a determinadas horas y con reglas estrictas, que Heiko vive casi como enfrentamientos deportivos.
Philipp Winkler nos habla, por un lado, de la violencia, el fanatismo y la necesidad de aceptación y pertenencia a un grupo, pero también del corazón de un chico duro que pelea para proteger lo que para él es sagrado. La prosa de Winkler se adueña del lector y le transporta a un mundo extraño dentro del nuestro. Y con Hooligan, se inserta en una gran tradición literaria: dar voz a los que no la tienen.
En 1982, Bill Buford subió a un tren en una estación rural, en Gales. El tren estaba en manos de un nutrido grupo de aficionados al fútbol que habían comenzado su metódica destrucción; las fuerzas policiales fueron incapaces de impedirlo. Antes de llegar a Londres, el tren quedó fuera de servicio. Bill Buford, norteamericano residente en Gran Bretaña, jamás había presenciado una conducta parecida entre los aficionados al fútbol: nunca había visto a un «hooligan» inglés, a un «vándalo». ¿Había alguien que realmente tuviese conciencia de lo que sucedía todos los sábados en todos los rincones del país? ¿Por qué no se había parado nadie a escribir en serio acerca de ellos? Durante los ocho años que siguieron -los años de las revueltas en los ferries que cruzaban el Canal de la Mancha, de las reyertas en la calle, en los alrededores de los campos de fútbol, de las tragedias de Heysel y de Hillsborough, de la violencia desatada en el Mundial de 1990-, Buford se aprestó a viajar con los hinchas. Viajó con ellos por Gran Bretaña, Italia, Turquía, Grecia y Alemania. Asistió a reuniones del National Front y fue testigo del saqueo de un pub. Vio apuñalamientos, escenas de violencia extrema -en uno de los casos, la violencia sólo pudo detenerse con la llegada de un tanque del ejército-. Conoció a personas con apodos tales como Pete Parafina, Sammy el Caliente, Cabeza de Piedra… Se hizo amigo de otros, muchos de los cuales están hoy en la cárcel: carteristas, tironeros, atracadores, traficantes de cocaína, comerciantes de dinero falsificado, e incluso conoció a uno que le arrancó a un policía el ojo de un mordisco.
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