La Fiesta Mayor de Cornellà se celebra coincidiendo con el Corpus Christi, la cual cosa significa que tan solo faltan un par de semanas para su llegada. Se trata de una de esas festividades móviles, que cada año caen en un día diferente, debido a su dependencia del ciclo lunar. En concreto, se celebra el jueves que sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. Es decir: el 15 de junio.
Como últimamente la nostalgia me invade por cualquier cosa, la cercanía de la Fiesta Mayor ha hecho que esa sensación de fugacidad de un tiempo que se escurre como el agua entre las manos se multiplique. Supongo que también influye la distancia, y el vivir lejos de tu lugar de origen hace que el anhelo de disfrutar de la fiesta más importante del año cobre una importancia especial.
Por si fuera poco, en cuanto consulté hace unas semanas el programa de actividades correspondiente a la edición de este año no pude evitar dar un respingo, puesto que uno de los grupos musicales que actuarán es… ¡La Frontera! Se trata de una de aquellas formaciones de los años de juventud de quien tuve la suerte de ver en directo -apabullante- en más de una ocasión. La verdad es que no tenía ni idea de que continuaban en activo, y descubrir que el viernes dia… darían un concierto en Cornellà fue una auténtica sorpresa. A poco que pueda no me lo pienso perder.
Desde que tuve conocimiento de la noticia sobre La Frontera sucedió lo inevitable: sus canciones colonizaron mi cabeza. «El límite«, «Rosa de los vientos», «Cielo del sur» o «Juan Antonio Cortés«, volvieron a emerger con su estilo rockero vaquero y a hacerme rememorar grandes momentos de disfrute musical.
El sábado por la tarde volví a Cornellà. En cuanto puse el pie en el territorio melancolía se activó, casi de manera automática, el botón del juke box mental que puso a sonar La Frontera. Lo más curioso es que la canción que colonizó mis tarareos mentales fue una de las que menos me gustaban: «Judas el miserable«.
Un tema divertido, fiestero, pegadizo, de consumo fácil, pero que no era especial santo de mi devoción ante otras composiciones, desde mi punto de vista, mucho más sólidas y redondas. En cualquier caso, incluso mientras veía la final de copa del rey entre el Barça y el Alavés, de vez en cuando se dejaba escuchar de fondo «No puede ser / Quién está ahí / Creo que es él / Es Judas el miserable!!!«.
Imagen de www.lavanguardia.es
El domingo por la mañana, como es habitual, me levanté temprano. Tenía un par de horas libres que aproveché para dedicar a una de mis aficiones favoritas: visitar el Mercat de Sant Antoni y deambular entre paradas de libros. El momento en el que todo está recién montado o aun en proceso de montaje es uno de mis favoritos. Se respira una atmósfera casi religiosa, en la que todo puede suceder, y en la que cualquier descubrimiento es posible.
Pese a que iba mirando aquí y allá, intentando agudizar mi capacidad de observación y detección de ejemplares buscados, la banda sonora regresó, y «Judas el miserable» volvió a sentarse en el sofá de mi cerebro para reproducirse una y otra vez en un bucle infinito. Y entonces, cuando parecía que nunca más sería capaz de liberarme de él, lo vi, reposando en una de las paradas de libros y documentos antiguos. Letras negras sobre portada roja. «Judas el futbolista«. «Judas el miserable» había invocado a otro Judas, en este caso futbolista, un libro escrito por Francesc Rosell y Rossend Pich, publicado en 1928 y cuya existencia desconocía.
Desde entonces no paro de cantar:
«No puede ser / Quién está ahí / Creo que es él / Es Judas el futbolista!!!«
P.D. Remato la jugada con otra jugarreta del destino. Es esta.
Y ahora, como no podía ser de otra manera, disfrutemos con la canción que protagoniza este post:
Debe estar conectado para enviar un comentario.