«La estrella y la memoria», de Eduardo Berti (Ed. Impedimenta, 2025)

SINOPSIS

Vuelve Eduardo Berti con un homenaje singular al mito, la memoria y el fútbol como forma secreta de poesía. Una novela en forma de documental sobre el jugador más prodigioso —y desconocido— de la historia del balompié argentino.

Existe una leyenda apenas susurrada en la historia del fútbol argentino. Un nombre que no figura en los rankings ni en las grabaciones de archivo. Un talento sobrenatural que jamás pisó un estadio de primera división y del que nunca hablaron los periódicos de Buenos Aires. Se llamaba Eliseo Alegre y fue, para quienes lo vieron jugar, el mejor futbolista de todos los tiempos. En un pueblo olvidado de la Patagonia, Alegre tejió su mito a la sombra de los Andes, sobre campos de tierra dura y viento constante. Nunca quiso ser profesional, ni salir del país, ni siquiera de su pueblo. Jugaba porque no tenía más remedio. Porque se lo pedían sus amigos, sus vecinos, su madre. Llegó al fútbol casi por error, pero su destreza desafiaba el destino, la razón y su propia voluntad. «Éramos veintiún futbolistas. Y luego estaba él, jugando a otro deporte».

Décadas después de su muerte, un grupo de familiares, excompañeros, rivales ocasionales, periodistas, teóricos del fútbol y testigos silenciosos se reúnen para reconstruir esa figura en fuga. A partir de grabaciones caseras y recuerdos entrecortados, fragmentan una memoria coral, contradictoria, entrañable, que dibuja la silueta de un hombre que fue genio sin buscarlo, estrella sin ambición y héroe trágico por elección.

«Por qué el fútbol», de Galder Reguera (Planeta de Libros, 2025)

SINOPSIS

Una antología de textos que nos muestran una forma personalísima de vivir y contar el fútbol, guiada por una sensibilidad humanista que trasciende la mera crónica deportiva.

En esta antología, que reúne sus columnas y otros textos alrededor del balón, Galder Reguera narra el fútbol como rito de iniciación, laboratorio moral y lugar donde caben la paternidad, la salud mental, los derechos LGTBI+ o la defensa del juego libre en la infancia. Cada texto combina la emoción de la grada con la reflexión del filósofo: historias íntimas, nostalgia familiar, identidad compartida y pequeños manifiestos para reivindicar lo que de verdad importa.

El resultado es un mosaico luminoso que celebra el poder del balón para explicar quiénes somos y quiénes queremos ser.

«El penalti. Historia de una revolución», de Robert McCrum (Libros del KO, 2025)

SINOPSIS

William McCrum, bisabuelo del autor, era un portero irlandés en un fútbol salvaje. En 1891, una época de pesadas pelotas de cuero, barro hasta las rodillas e indisciplina en el juego, se le ocurrió que los penaltis servirían para amansar a unos jugadores insumisos y descontrolados. Futbolistas y aficionados acogieron con espanto la ocurrencia de McCrum, pero el tiempo acabó dándole la razón y el penalti ha terminado ocupando un papel capital en la liturgia futbolística.

En El penalti, Robert McCrum se sirve de la invención de la pena máxima como excusa para explorar cuestiones más profundas y tortuosas como las relaciones familiares, los vínculos entre Inglaterra e Irlanda o los traumas y complejos del fútbol inglés. Con ironía británica y muchos datos históricos, el libro tiende un hermoso puente entre el asilvestrado deporte amateur de finales del siglo xix y el multimillonario negocio que conocemos hoy.

«Brazaletes de cinta aislante», de Miguel Ángel Ortiz Olivera (Editorial La Moderna, 2024)


Espera, no te muevas, que esta mierda de cinta aislante no pega nada, espera, que la ajusto bien, ¿te aprieta? ¿no? pues ahora ponme el mío, va, y cambia ese careto, joder, que no vamos al paredón, que vamos a jugar un partido de fútbol


Uno de los regalos que pedí para los pasados Reyes Magos fue la última novela de Miguel Ángel Ortiz Olivera, uno de mis autores y articulistas favoritos. Las dos anteriores que había escrito me habían parecido unas obras enormes, por lo que estaba convencido de que la última también lo sería. Los Reyes fueron benévolos conmigo, y me trajeron el libro en cuestión. He estado esperando a tener un espacio de tiempo para leerlo con calma, pues sabía que disfrutaría tanto con él como había hecho con los otros dos. Mis expectativas se han cumplido con creces: es una auténtica maravilla que voy a recomendar todo cuanto pueda.

Brazaletes de cinta aislante, publicada por la editorial La Moderna, es el brillante cierre a una trilogía iniciada con Fuera de juego y La inmensa minoría. Si los protagonistas de aquellas obras eran unos adolescentes, ahora nos encontramos con un grupo de jóvenes de Medina de Pomar (población de estrecho vínculo con el autor), jugadores del Alcázar CD, el equipo local, que van a disputar un torneo de fútbol en Barcelona.


Veremos quién da pie con bola esta tarde en el campo, dice. Y Lolo: ¡Haremos fútbol poesía! Y Chencho: ¡Poesía eres tú!


La novela, situada en el año 2000, nos muestra los momentos de preparación, el viaje hasta la sede del torneo y la disputa de los partidos que allí se desarrollarán. Pero todo ese espacio incluye las vivencias, esperanzas, ilusiones, conflictos e incertidumbres del grupo. El fútbol, aquí, es el motor que pone en funcionamiento las vidas de estos jóvenes, con un episodio clave en todos ellos, como es la muerte de Suso, uno de sus compañeros y amigo, apenas un par de semanas atrás. Ese suceso afectará a cada uno de ellos de un modo particular, y estará siempre presente durante toda la obra.

Brazaletes de cinta aislante (qué título más acertado y significativo) es una novela coral, construida a partir de diferentes voces narrativas. En cada capítulo, quien nos explica lo que está sucediendo, y lo que está experimentando, será uno de los jóvenes implicados, que nos hablará de cosas relativas al equipo y el torneo, pero también, y sobre todo, de cuestiones que tienen que ver con la vida: la amistad y la lealtad, el sentimiento de pertenencia, la familia, la vivencia tras la tragedia experimentada por el grupo… Y esa combinación de diferentes voces, de monólogos interiores, nos permite ir conociendo el cuadro que forma el grupo y, al mismo tiempo, conduce al lector a sentirse integrado en él, como si cada uno de ellos nos interpelara directamente a nosotros, haciéndonos partícipes de todo cuanto piensan y sucede.

SINOPSIS

Verano del 2000. Luís Figo abandona el Barça para firmar por el Real Madrid y algo parece cambiar en el planeta fútbol. Divididos por su fichaje, un equipo de adolescentes a punto de dejar de serlo emprenderá el viaje de sus vidas para participar en la Superbowl, aquel mítico torneo de fútbol que reunía en Barcelona a jugadores aficionados de todo el país.

Desorientados, sin brújula ni referentes, estos aspirantes a futbolistas saldrán del corazón de Castilla para iniciarse (o confirmarse) en el consumo de alcohol y otras drogas, en la violencia y el bullying como forma incontenible de relacionarse, en la amistad y la camaradería a pesar de todo. Hacia un final de partido vertiginoso, épico, donde hasta los minutos de descuento importan.

A lo largo de estas páginas, Miguel Ángel Ortiz Olivera borda la jerga juvenil para sondear el abismo entre lo que de verdad queremos decirnos y lo que finalmente somos capaces de expresar. Un relato ambiguo y coral donde pesan tanto los que están como la larga sombra de los amigos que ya no están. Un road trip tras el que nada (ni nadie) volverá a ser igual.

Pues en eso, en abandonar (o no) a nuestros ídolos, consiste también crecer.


Eh, le has dicho, sigues siendo mi ídolo. Y ha sonreído. Un poco, pero ha sonreído. El equipo siempre por encima de piques y envidias. Nosotros, no tú ni yo, para vencerlos a ellos.


La estructura de la novela es muy acertada y valiente, y cumple con el objetivo de darnos a conocer a la perfección tanto la idiosincrasia de los personajes como las vivencias del viaje. Está dividida en cinco capítulos, precedidos cada uno de ellos por un interludio y completada con unos ‘Minutos de descuento‘ al final. En cada apartado es uno de los personajes quien se expresa. De haber sido explicada por un solo narrador, la obra habría perdido en riqueza, porque al ser cada uno de ellos quien nos habla directamente llegamos a conocer el conjunto sin filtros.

El trayecto, con la sombra de Suso, el amigo desaparecido, flotando sobre ellos, toma fuerza al convertirse casi en un periplo redentor. Lucharán por el torneo, y lo harán por su amigo. Pero, al mismo tiempo, son conscientes de que deben afrontar la ausencia, reafirmarse en su individualidad, sobreponerse a la tragedia, dejar atrás lo sucedido y pensar en el compromiso con el equipo.


El número diez siempre será suyo. Nadie podrá cubrir su hueco en el centro del campo. Todos para uno y un balón para todos.


El logrado uso de la jerga juvenil dibuja un retrato sociológico del grupo. Las frases seguidas, con los diálogos incluidos en ellas, le da fuerza a la narración, en un flujo de voces y pensamientos que nos hacen sentir espectadores directos de lo que se dice, como si estuviéramos allí sentados o fuéramos uno más del grupo. Todo se explica en primera persona, tal y como se habla, lo que hace que la narración sea más realista.

La novela es una maravilla de historia, narrada de una forma atrevida y brillante. En cuanto entras en ella y vas conociendo a los diferentes personajes ya no puedes escapar. Desde los preparativos iniciales al desenlace final es una historia llena de vida, en la que todos, de un modo u otro, nos podemos sentir identificados por lo que en ella se vive. Y aunque el torneo a disputar es una de las metas hacia las que va conduciendo la historia, un maravilloso y emocionante capítulo final pone un brillante colofón a la novela.

Una obra excelente, como ya lo eran las anteriores novelas de Miguel Ángel Ortiz, que es un disfrute de lectura y a la que nada más terminar entran ganas de volver.


Ya es hora de empezar a disfrutar del camino sin pensar tanto en el destino. Ya es hora de disfrutar sin más. Como ellos, míralos. Con su edad, el partido parecía otra cosa. Y con los años aprendes que, se juegue como se juegue, siempre se acaba perdiendo. Es así, una carretera sin destino final. Nada más. Y es una pena. Ya les ha tocado comerse el primer gran hostión de la vida.


«Unico grande amore», de Toni Padilla (Panenka, 2023)


Este libro pretende ser un homenaje a esos maravillosos libros de viajes sobre Italia que se escribieron en los siglos XVIII y XIX. Aunque con un poco más de humor. Y, sobre todo, con bastante fútbol.


Libro de viajes, diario personal, listado gastronómico, lecciones de arte e historia, retrato sociológico, atlas geográfico, declaración de amor a Italia y, por supuesto, fútbol. Todo eso y mucho más es el maravilloso Unico grande amore. Un viaje por Italia a través del fútbol, escrito por Toni Padilla y publicado por Panenka el pasado 2023. Un libro con el que le entran a uno ganas de salir corriendo a copiar todo el recorrido realizado, de norte a sur, en trenes que atraviesan pueblos y paisajes, y sentarse a reposar y observar en cualquiera de los cafés y restaurantes que se citan. Y también le entran ganas a uno de dejar de ser lector para convertirse en acompañante de este viajero, narrador certero y pausado, que contempla y transforma en vivencia escrita una experiencia única.

Da lo mismo a cual de los 50 capítulos que componen el trayecto te asomes. Sea el de Génova o el de Udine. El de Parma o el de Cagliari. El dedicado a las grandes ciudades italianas como Turín, Roma, Florencia o Nápoles, entre otras, o al de las no tan conocidas ni habitualmente citadas como Chievo, Potenza, Crotone y muchas más. A cualquiera de ellas arribaremos en tren tras un plácido trayecto y en cuanto abandonemos su estación entraremos en una deliciosa vivencia que nos hará aprender, conocer, disfrutar y desear estar allí.

SINOPSIS

Este viaje por Italia no pretende llegar lo antes posible. El guía es Toni Padilla, que, con un balón de acompañante, y a partir de temas como la muerte, la música, el queso o los cromos, se impregna de la doble alma del país. Aquí están la Italia majestuosa y la Italia masacrada por los prejuicios, tumbados en este recorrido de norte a sur y de este a oeste. La materia prima de las historias que solo están en el radar del autor, son los paseos por la patria de Benito Mussolini, Rafaella Carra o Francesco Totti. Sus páginas son un mapa donde se celebran los recuerdos y se saborean los goles. Están escritas con una prosa detallada y una mirada pausada, que parecen de otra época, ahora que nos falta tiempo para todo. Pero el calcio no tiene prisa por bajar de este tren.


Algunos capítulos tienen mucho fútbol. Otros, menos. Al autor le entusiasma el deporte especialmente cuando puede hablar de equipos dentro del contexto de sus ciudades, porque un club sin hinchas es un engendro. Por eso lo mezcla todo, como se mezclan los ingredientes de una carbonara.


Es habitual marginar el fútbol cuando se habla de los aspectos sociales o culturales de ciudades o países. Se trata de un olvido no inocente que profundiza en la línea de considerarlo una manifestación a despreciar. Pero el fútbol es un indiscutible hecho social cuyo rechazo solo consigue dejar el cuadro incompleto. En contraposición, Toni Padilla hace, en Unico grande amore, un brillante ejercicio en el que relaciona y transmite la importancia del fútbol en los diferentes lugares que pisa durante su viaje. Al hablar de las diferentes aficiones, de la historia de los clubes, de la repercusión de determinados partidos y jugadores, y hacerlo al mismo tiempo que habla de sus gentes y sus formas de vida, nos proporciona todos los ingredientes, sin escamotear ninguno, que nos permiten hacernos una completa composición de cada una de los pueblos, ciudades o regiones de las que habla.

Toni Padilla ha escrito un maravilloso viaje literario por Italia. No solo la actual, sino la que atraviesa toda su historia. También cuando habla de aspectos futbolísticos lo hace, pues no faltan las referencias a jugadores, equipos y clubes de diferentes épocas. Todos los capítulos, al mismo tiempo, están revestidos de referencias literarias, musicales e históricas, pues todo ello forma la esencia de un caleidoscópico país como es el italiano. Y todo ello, de una u otra manera, define una sociedad en la que el fútbol es uno de sus pilares.


Explican que el primer equipo se había fundado en 1911 gracias a la pasión de unos chicos que jugaban en el patio de la iglesia de Sant’Orso. En el oratorio. Pocas cosas más italianas que los partidos en el oratorio, toda una tradición.


Una delicia de libro que cualquiera que esté pensando en viajar a Italia debería llevar en su mochila. O, mejor aún, bajo el brazo.

En el siguiente video encontraréis una entrevista realizada en el canal de Miguel Ruiz a Toni Padilla en relación con el libro.

«Judas futbolista», de Francesc Rossell y Rossend Pich (1928)

Durante la década de los años 20 del siglo pasado, la afición y el interés por el fútbol continuaban creciendo. Con el objetivo de reflejar esa expansión, aparecieron numerosas cabeceras de diarios y revistas que se ocupaban de explicar los acontecimientos futbolísticos que se iban produciendo. También aparecieron, durante esos años, las primeras novelas de temática futbolera. Una de ellas fue Judas futbolista, obra escrita en catalán por Francesc Rossell y Rossend Pich, y publicada en 1928.

La historia gira en torno a las memorias que alguien escribió en un lugar llamado Xauxa. En ellas aparece una anotación indicando el deseo del autor de que sean publicadas en Catalunya, proponiendo ya el título de Judas futbolista. Al comienzo del libro, los editores explican que tras tener conocimiento de la existencia de ese texto, se reunieron con su actual poseedor, Juli Rentanom, para proceder a su publicación.

Lo que el manuscrito explica (y la novela que leemos) es la vivencia del narrador, de familia adinerada, y a quien su padre envía a Canelobra, la capital de Xauxa, centro industrial y mercantil. En el trayecto en tren conoce a una chica cuyo destino es el mismo. Durante la conversación, ella le habla sobre cuestiones relacionadas con la sociedad, la política y también sobre la situación del deporte de su país. Entre otros asuntos, y por la descripción que ella hace en relación con el fútbol, ya se introduce la idea de la mercantilización del fútbol:

– Amiga mía, el futbol de vuestro país no es un deporte. Tengo la impresión, tal y como me habéis explicado, de que se trata de una mercancía que cotiza en la lonja de contratación.

A lo largo de la novela van apareciendo estas cuestiones, así como otras relacionadas con la situación del fútbol de la época. Por ejemplo, se habla de los futbolistas y sus riquezas

– ¿Y cómo es que los clubes no se interesan por el bienestar futuro de estos jóvenes, procurando garantizar que el día de mañana, cuando sean ya unos inútiles para la práctica profesional del fútbol, no acaben convertidos en unos parias sociales? Sería una obra de dignificación humana, y así se aprovecharían los cuantiosísimos capitales que se invierten en tantos jugadores.

… También sobre la prensa, los intereses económicos que mueven a muchos equipos directivos, e incluso sobre la reventa de entradas:

– Es escandaloso lo que pasa – decía Fidel-. No hay localidades suficientes para ningún partido extraordinario; en cambio, los revendedores están llenos de ellas, haciéndolas pagara precios extraordinarios. ¡Es un escándalo! ¡Es una vergüenza!

Una novela, en resumen, que pese a estar escrita hace casi cien años, ofrece una radiografía de aspectos relacionados con el mundo del fútbol que no distan demasiado de los actuales.

Los ‘clásicos’ de Javier Marías y Manuel Vázquez Montalbán

El 18 de octubre del 2003 nos dejó Manuel Vázquez Montalbán. Javier Marías lo hizo el 11 de septiembre de 2022. Ambos han sido dos referentes en el ámbito de la relación entre fútbol y literatura. Y cada vez que Barcelona y Real Madrid se enfrentan los recuerdo y echo de menos sus artículos.

A Vázquez Montalbán y a Marías, al ser el primero culé y el segundo merengue, solían pedirles que escribieran un texto hablando del partido, una especie de enfrentamiento literario-futbolístico que eran auténticas joyas literarias.

El 19 de octubre de 2003, tras el fallecimiento de Montalbán, Marías publicó un texto de homenaje en el diario El País bajo el descriptivo título de «En la lealtad mayor«.

En la lealtad mayor

En persona estuvimos juntos sólo una vez, hace ya muchos años. El mismo chófer nos recogía en el aeropuerto de Asturias (él llegaba de Barcelona; yo, de Madrid) para trasladarnos a Verines a una reunión de escritores. Nada más subir al coche sacó un auricular y se lo colocó en un oído. «Es para seguir el fútbol», fue toda su explicación. Debía de ser un miércoles y se disputaban partidos de Copa, poco importantes aún. «Ah, ¿y cómo va el Madrid?», aproveché para averiguar. «Pierde 1-0 con el Sporting». Me fue imposible no preguntarme si le caía mal. No tenía motivos para pensarlo, aunque tampoco -desde luego- que le cayera bien, y de hecho no puedo evitar preguntarme ahora si le habría hecho la menor gracia que yo escribiera nada sobre él en un día como hoy, en contra de lo que ha creído EL PAÍS. Futbolero como soy, respeté su casi total mudez de hora y pico de viaje, no me empeñé en darle conversación. Al fin y al cabo, pensé, yo haría lo mismo, seguir los partidos si tuviera valor. Así que aquel trayecto transcurrió en un silencio que, sin embargo, no me fue embarazoso. Y quise creer que quizá mal no le caía, a la postre, cuando al cabo de un buen rato me dirigió la palabra de nuevo para comunicarme algo que a él no le alegraría, pero a mí sí. «Ha empatado el Madrid», me dijo.

Muchas veces coincidimos, en cambio, en las páginas deportivas de este periódico, y además, formando pareja de contrarios. Él, como representante literario o incluso «ideológico» del Barça; yo, del Madrid, cada vez que nuestros respectivos equipos se enfrentaban a muerte. Creo que en la última ocasión falté yo a la cita, y ahora sé que en las próximas quien faltará seguro será él. Hoy somos muchos los escritores que nos atrevemos a hablar de fútbol sin temer nuestro desprestigio por ello, pero no cabe duda de que Vázquez Montalbán fue el gran pionero y el más audaz, así como el primero en señalar lo que luego tantos hemos repetido: que así como uno cambia de gustos, de pareja, de convicciones, de ideas y aun de ideologías, de lo que nunca cambia es de equipo favorito de fútbol. Curioso que las lealtades mayores sean las que parecen menores. O no tanto: supongo que él sabía, desde su fuerte conciencia política, la importancia que algo tan desdeñado como el fútbol puede tener en la cotidianidad de las personas que poco tienen. Sabía que si tu equipo gana, los problemas reales no desaparecen ni se padecen menos las injusticias. Pero también que si tu equipo pierde, los problemas se aparecen más graves e irresolubles al día siguiente y uno se resiente más de las injusticias. Conocía y aceptaba la dimensión simbólica, y aun supersticiosa, porque ayuda a ir de día en día.

Fue a menudo un culé desesperado, ante la ineptitud de los dirigentes o el mal juego del Barça. Pero, pese a sus ocasionales amenazas de dejar de seguir al equipo, o hacerlo sólo de lejos, imagino que sabía que eso no es nunca posible del todo. Como también sabía que el rival más acérrimo, en su caso el Real Madrid, es tan necesario como el aire, en el juego como en la vida, para temerlo, envidiarlo, odiarlo, admirarlo y derrotarlo. Hoy yo sé que perder a un antagonista entristece tanto como perder a un aliado. Quizá más. Me alegro de que Manuel Vázquez Montalbán viera al menos una vez a su equipo campeón de Europa. Y la próxima vez que eso suceda, estoy seguro de que me acordaré de él y pensaré lo que también pienso y digo ahora en su honor: Visca el Barça.

Fuente: diario El País

Más novedades de fútbol y literatura para el inicio de curso

Un nuevo curso escolar acaba de comenzar. En las aulas, los profesores de literatura proporcionan a sus alumnos el listado de libros que deberán leer a lo largo del curso. Este modesto espacio virtual no es una escuela, pero voy a aprovechar para compartir las sinopsis de una relación de novedades de temática futbolera o publicadas durante los últimos meses, como complemento a la que publiqué en este artículo de hace unas semanas.

Jugada personal, de Joanjo Pallás (Univers Llibres, edición en catalán)

La historia más personal de uno de los grandes periodistas del país. «Me he propuesto ser fiel al nombre de la colección de este libro, “La joie de vivre”, aunque siempre haya tenido una cierta inclinación al pesimismo y al cinismo. Es uno de los retos de este primer libro, mirar hacia atrás, encontrar rastros de felicidad como quien busca vida extraterrestre en otros planetas y ser capaz de transmitirlo mediante palabras. Soy un exagerado. En realidad no me ha ido tan mal.»

El último libro de fútbol, Enrique Ballester (Libros del KO)

Si Ballester fuese defensa central no sacaría de rabona la pelota en el minuto 90, sino que la golpearía lo más lejos posible de su portería. Por eso ha titulado «El último libro de fútbol» su último libro de fútbol. Pero no se engañen, por debajo de ese espíritu práctico (resumido en su aforismo autobiográfico: «No aporta soluciones, pero tampoco da problemas») late un esteta finísimo, uno de esos que disfruta tanto de tantas cosas que no llegará nunca a ser un cínico.

Y así, sus columnas se leen con un cosquilleo de ligereza y felicidad, como quien escucha la charla inspirada de un amigo que enumera anécdotas cotidianas (familia, trabajo, sofá, amigos) entrelazadas con historias de fútbol. Y al revés. Porque hay escritores que convierten el fútbol en una metáfora de la vida, y luego está Ballester, que también sabe convertir su vida en una metáfora del fútbol.

60 historias de vida y fútbol, de Luis Ángel Gómez (Letrame Editorial)

Fernando Cáceres abandona por un momento su silla de ruedas para golpear de nuevo un balón y emocionarnos a todos. Dennis Bergkamp nos priva de sus grandes noches europeas con el Arsenal aferrado a su miedo a volar. Jesús Castro se lanza al mar para salvar la vida de dos niños y ofrecernos su última parada. Sebastian Deisler decide dejarlo porque algo en su cabeza le dice que ya basta. Paul Gascoigne nos regala el genio y el complicado camino del exceso. Abdon Porte entrega la vida por sus colores. Gerd Müller va llevando al olvido toda su montaña de goles. La historia del fútbol esconde historias maravillosas, ejemplos de superación, tragedias, pasiones, miedos, decepciones, frustraciones y adicciones que merecen ser contadas. Cuando pensamos que los actores de este espectáculo, viven en su propia burbuja y permanecen alejados de estas sensaciones, nos equivocamos. Sienten y padecen como cualquiera de nosotros y conviven con situaciones que pertenecen a la propia vida. Es entonces cuando nos regalan estas historias nacidas desde lo más primitivo del ser humano. Historias con alma. Nacidas desde dentro del corazón. Por algo siempre se ha afirmado que este es el más pasional de entre todos los deportes.

Guarda silencio, de Lorena González (Plaza Janés)

Gabriel Baroli llega desde su Argentina natal convertido en el fichaje estrella de uno de los clubes más grandes de España. La inesperada muerte de su padre provoca que Álvaro de la Cruz, el capitán de su nuevo equipo, se convierta en el mayor apoyo del jugador argentino. De esta forma, ambos futbolistas comenzarán a estrechar una amistad que, poco a poco, se acabará convirtiendo en algo mucho más intenso y de consecuencias inimaginables. Así, Gabriel se debatirá entre esconder y negar la relación, o hacer pública su homosexualidad, con todo lo que eso podría conllevar. En su primera y valiente novela, la periodista Lorena González se adentra en temas tabú como la homosexualidad en el fútbol, la salud mental o el suicidio. Y lo hace a través de una emocionante historia de amor que indaga también en la trastienda del deporte rey, un mundo movido a menudo por el dinero, la presión mediática, el desarraigo, los prejuicios y las traiciones. Guarda silencio es también el intento de mostrar el lado más humano de figuras endiosadas, y de sacar a la luz lo que nadie sabe y todos callan.

La tribu vertical. Una historia de los ultras, hooligans y otros grupos radicales del fútbol español, Borja Bauzà (Libros del KO)

Fútbol, política, violencia, tribus urbanas, mitología. Borja Bauzá no escribe de oídas. Él mismo formó parte de un grupo ultra en su juventud, y para escribir este libro ha pasado años recorriendo España de norte a sur y de este a oeste entrevistándose con docenas de radicales de un sinfín de aficiones e ideologías. La tribu vertical es una radiografía sociológica, cultural y política de un fenómeno de masas transversal a nuestra historia reciente; desde sus orígenes en los años setenta hasta el día de hoy, pasando por el caos de los ochenta, el salvajismo de los primeros noventa y la sofisticación que llegó a partir del 2000 con las nuevas tecnologías. Entretenidísimo, pedagógico y plagado de anécdotas increíbles. Mientras pasa las páginas, el lector, sin darse cuenta, irá comprendiendo algunas de las claves de la evolución de la sociedad española —y del llamado «fútbol moderno»— en las últimas décadas. Un libro llamado a ser un clásico.

Crónicas balcánicas, de Axel Torres (Editorial Contra)

Impulsado por un profundo deseo de descubrir, comprender y explicar lo desconocido, de aventurarse lejos en busca de experiencias y aprendizaje, en 2013, Axel Torres emprendió un fascinante viaje a los Balcanes con un doble propósito: explorar Albania, una nación que durante el siglo XX se caracterizó por su notorio hermetismo hacia el exterior, y sumergirse en la compleja realidad del fútbol en Kosovo, un territorio cuya selección no contaba con reconocimiento y cuyo campeonato de liga no clasificaba para competiciones europeas. Desde ese primer viaje, Axel logró establecer vínculos profundos con diversas personas en ambos lugares.

Con el transcurso de los acontecimientos, su fascinación por la región lo llevó a regresar en cuatro ocasiones más. Estos viajes le otorgaron un conocimiento profundo del territorio desde un punto de vista futbolístico, político, histórico y cultural. Al concluir su quinto viaje, Albania, Kosovo, y él mismo, habrán cambiado mucho.

La pasión por el fútbol de Pier Paolo Pasolini

«El fútbol es un lenguaje con sus prosistas y sus poetas»

En el número 351 de Revista de Occidente, ejemplar correspondiente a los meses de Julio-Agosto de 2010, José Luis González Quirós, escribía:

«De la misma manera que ha abundado el desdén intelectual respecto de la tecnología y la ciencia, continúan existiendo una serie de prejuicios muy fuertes contra el deporte, en especial contra el fútbol. Se podría decir que al resto de los deportes les ha llegado una cierta redención, pero que el fútbol continúa siendo demasiado popular e innoble”.

Y completaba su afirmación con la siguiente cita de Jorge Luis Borges:

«Siempre me ha parecido más viril el desafío entre cuchilleros. Sigo sintiendo que a pesar de que matar formaba parte de esta práctica, había una nobleza que no he podido encontrar en un hombre que patea una pelota.»

La afirmación del gran escritor argentino no hacía más que poner de manifiesto, exageradamente quizá, el rechazo que el fútbol experimentó durante años (y sigue sufriendo, en ocasiones) por parte del mundo de la cultura. Una época en la que, sin embargo, no faltaron quienes entendían que reducirlo al romano panem et circenses, a una sencilla expresión de opio para el pueblo, era una injusta simplificación. Y entre esos intelectuales, uno de los que de forma más valiente y firme se manifestó como auténtico apasionado del juego de la pelota fue uno de los grandes intelectuales del siglo XX: Pier Paolo Pasolini.

-Sin cine y sin escritura, ¿qué le hubiera gustado ser?

-Un buen futbolista. Después de la literatura y el eros, para mí el fútbol es uno de los grandes placeres.

Pasolini no entendía la vida sin fútbol. Y aunque nunca llegó a escribir una novela que se pudiera calificar de futbolera, encontramos referencias al balompié tanto en sus obras Chavales del arroyo como en Una vida violenta. Así mismo, se vistió de futbolista siempre que pudo. Jugó partidos en el equipo de la universidad, y organizó otros incluso cuando estaba trabajando. Fue el caso del que montó entre su equipo de grabación, en proceso de filmación de Saló. Los 120 días de Sodoma y Gomorra y el de otro grupo, el de Bernardo Bertolucci, que no lejos de allí trabajaba en Novecento. Aquel partido terminó con victoria del equipo de este último por 5 a 2, aunque se dice que hubo algo de «trampa» puesto que contrató a algún jugador profesional (como un joven Carlo Ancelotti) para contrarrestar la calidad como jugador que al parecer tenía Pasolini.

Su amor por el fútbol le llevó a ponerse a jugar siempre que pudo en cualquier partido que se estuviera jugando en los arrabales. En cuanto veía a un grupo de muchachos corriendo tras una pelota Pasolini se veía impulsado a lanzarse a participar del juego. Una afición acerca de la cual teorizó en forma de varios artículos recogidos en su obra Sobre el deporte, que recoge los textos que escribió entre 1957 y 1971.

Hace un par de años se publicó Pasolini. El último profeta, biografía escrita por Miguel Dalmau y premiada con el XXXIV Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias. En esa completísima obra no faltan las referencias a su querencia sobre el fútbol. Pero si queremos adentrarnos en su relación con el fútbol podemos recurrir a El fútbol según Pasolini, de Valerio Curcio, publicada por la Editorial Altamarea también en el 2022.

Se trata de un completo trabajo que profundiza en todas las facetas del Pasolini futbolero. Con prólogo de Toni Padilla, el libro se divide en varios apartados que nos ofrecen una completa imagen del significado que el fútbol tenía para él: el forofo, el futbolista, el narrador, el cronista y el intelectual.

SINOPSIS

Este libro es un viaje que recorre, a través de entrevistas, fragmentos literarios y testimonios directos, la profunda relación sentimental entre Pier Paolo Pasolini y el fútbol. Antes que un deporte, el fútbol fue para Pasolini un lenguaje humano capaz de hablar a las masas; un idioma universal con sus poetas y sus prosistas que siempre atrajo el interés del autor italiano como intelectual y como aficionado.
Igualmente fascinado por el fútbol popular de los campos del extrarradio y por el espectáculo de los grandes escenarios de la Serie A, Pasolini siempre reivindicó con orgullo la aparente contradicción de ser un pensador comprometido y a la vez enamorado de un juego considerado por muchos como el «opio del pueblo».
Desde este insólito punto de observación, su mirada pudo abarcar tanto los aspectos más estéticos y lúdicos de las pachangas entre los «chavales del arroyo» de los suburbios romanos como el lado sociológico y político del fútbol profesional en cuanto último rito sagrado de la era contemporánea.
En palabras de Toni Padilla, autor del prólogo, El fútbol según Pasolini es «un homenaje precioso, un gesto de amor» hacia el jugador, el intelectual, el hincha, el cronista y, en fin, hacia el genio en su totalidad, pues «no hay nada más pasoliniano que el fútbol».

Una obra de referencia, más que recomendable, que nos proporciona un completo retrato de uno de los grandes intelectuales del siglo XX, y que, aun siendo un hombre de cultura, nunca ocultó su pasión por el fútbol.

«El fútbol es la última representación sagrada de nuestro tiempo. Es rito en el fondo, y también es evasión. Si otras representaciones sagradas, incluso la misa, están en declive, el fútbol es la única que nos queda. El cine no ha podido sustituirlo; el fútbol, sí.»

«Lanús», de Sergio Olguín (Tusquets, 2008)

“- Pero es verdad, hacés un mito de tu infancia, de la pelota, del Barrio con mayúsculas”.

Lanús es una ciudad de la provincia de Buenos Aires, y Lanús es también el título de la primera de las novelas del argentino Sergio Olguín, cuya lectura tenía pendiente desde hace tiempo. Se trata de una de esas novelas en las que aunque el fútbol no sea el tema principal tiene una presencia constante a lo largo de sus páginas.

SINOPSIS

Antes de que la policía le alcance, Francisco, que ha viajado desde Lanús al centro de Buenos Aires con mil pesos robados para pagar el aborto de su novia, hace una llamada de auxilio a un viejo amigo residente en la capital. Es Adrián, ex jugador de los infantiles del Racing, que ahora se gana la vida como diseñador. Pero Adrián escucha el mensaje demasiado tarde, y sólo el recuerdo de un antiguo pacto le empuja a volver al barrio de Lanús, a aclarar la desaparición de Francisco. Allí reencuentra viejos amigos de una pandilla diezmada, con los que evoca los partidos de fútbol, las peleas entre bandas o las tardes en que esperaban a los marcianos. Ahora, en cambio, no tarda en descubrir negocios clandestinos, historias de violencia y amenaza en un barrio dominado por la mafia local. Adrián se arriesga a sacar al descubierto asuntos turbios, mientras trata de poner orden en su vida afectiva, en la que conviven una ex novia, una secretaria histérica, una amiga prostituta y una enigmática chica de barrio a la que acaba de conocer. Novela de suburbios y de iniciación bajo la apariencia de un trepidante relato policiaco, Lanús es sobre todo una agilísima historia, repleta de vueltas de tuerca, sobre la fidelidad y la traición, los reencuentros y los nuevos amores, con las dosis justas de un humor de la mejor especie.

«A la pelota jugábamos en las veredas, en la calle sobre Catamarca, en alguno de los dos terrenos baldíos de Colombia, en las plazoletas de Arenas o en la Plaza de Mendoza y Paraguay. Como era de los más chicos, me mandaban siempre al arco.»

Se trata de una historia que podríamos encuadrar, con todos los matices, como de “barrio” y de intriga, puesto que gran parte de la trama tiene que ver con ese entorno geográfico y gira sobre la investigación que Adrián, uno de los protagonistas, debe llevar a cabo. Tras tener conocimiento de la desaparición de su amigo de infancia Francisco, regresará al barrio, lo que lo llevará a reencontrarse con sus antiguos compañeros. Un grupo que en su día llegó a hacer uno de esos tratos de honor ante el que se ve obligado a actuar. A lo largo de la narración se van rememorando momentos de la infancia del grupo, entre los que no faltan los relativos a la afición por el fútbol.

«Todo lo que supe sobre mis amigos, sobre lo que tenía que hacer y qué no hacer, sobre lo importante y lo trivial de la vida, lo aprendí jugando a la pelota.»

Una novela muy recomendable, de gran ritmo e intriga permanente, que refleja a la perfección todo el entramado social relativo a los personajes: la huella e influencia del barrio en el que crecieron, la evolución de sus vidas, la amistad y las lealtades inquebrantables que se forjan durante la infancia… Y un libro en el que las pinceladas futboleras van apareciendo como elemento básico de la identidad de los barrios en los que jugar al fútbol en la calle con los amigos, hacerse seguidor de un equipo, o soñar con convertirse en futbolista profesional formaban parte de las vidas de quienes los habitaban.

«Mi sueño era ser como el Héber, un puntero que hacía goles hasta de taquito. Un genio. Éramos dos hinchas de Boca y siete de Independiente.»