«Estimat Leo, volia escriure’t una carta però…», de Miquel y Daniel Arguimbau. Barcanova Editorial

 

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– Aquesta manera de veure les coses, les haig d’agrair a l’esport?

Em sorprèn quan diu això.

– Una mica, suposo…

– Doncs m’agrada l’esport.

(- Esa forma de ver las cosas, ¿tengo que agradecerla al deporte?

Me sorprende al decir eso.

– En parte, supongo…

– Pues me gusta el deporte.)

El deporte en general, y el fútbol en particular, son una escuela de valores y enseñanzas para la vida cuando se alejan de todo lo que no tenga que ver con su pura esencia. Si lo despojamos de los elementos contaminantes que en ocasiones lo envuelven –intereses económicos, ambiciones de poder- es una auténtica academia de la que extraer enseñanzas positivas.

Un magnífico ejemplo de ello es lo que encontramos en “Estimat Leo, volia escriure’t una carta, però…” (“Querido Leo, te quería escribir una carta, pero…”), escrita a cuatro manos por Arguimbau&Arguimbau (Miquel y Daniel, padre e hijo), y publicado por la Editorial Barcanova.

Escrito en catalán y en primera persona, está destinado a los lectores entre 8 y 14 años.

SINOPSIS

“Adrià aprende a perder dentro y fuera del terreno de juego de los sentimientos, cuando su mejor amigo también se enamora de la misma chica, la Sara.

En la vida, el 10 es un número muy importante. El lector deberá decidir si Adrià, su familia y sus amigos e incluso los profesores y entrenadores merecen un reconocimiento por sus actitudes y actuaciones en el día a día.

¿Hay humor? Sin duda.

¿Y mal rollo? Pues también.

¿Hay desánimo, frustración…? Hay superación.

¿Es un libro para chicos o para chicas? Este libro es para ti, te llames Sara o Adrià…


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Imagen de Miguel Arguimbau en el programa FAN Castelldefels

Tal y como explica la sinopsis, el núcleo de la historia de “Estimat Leo…” está en el conflicto que aparece entre dos amigos en cuanto ambos se interesan por Sara, la misma chica. Pero se trata de un planteamiento muy original al que llegamos después de conocer uno de los sueños de Adrià, jugador de un equipo de fútbol en la posición de portero.

A lo largo de la historia asistimos al nacimiento y evolución del problema entre dos de los protagonistas, y de qué modo intervienen el resto de elementos y personajes que forman parte de la novela: el entorno familiar, Maurutto, el amigo italiano de Adrià, Gardelo, el novio argentino de su hermana, o Sara y Pol.

“La Sara té raó: l’esport ens ensenya un munt de lliçons”.

«Sara tiene razón : el deporte nos enseña un montón de lecciones”.

Además, a lo largo de la historia aparecen diferentes situaciones en las que el fútbol puede ser útil para enfrentarse a determinadas situaciones de las vidas de un joven como Adrià. Una serie de enseñanzas que acaban confluyendo al final del libro. Y un ejemplo más de la positiva función que puede cumplir la relación entre fútbol y literatura.

Precisamente esa transmisión de valores es una de las razones por las que “Estimat Leo…” fue premiada con el Premi de Narrativa Infantil i Juvenil Guillem Cifre de Colonya 2016, por tratarse de un “canto al valor del deporte y la amistad, con una visión positiva y optimista de la vida de los jóvenes de hoy en día, que también tienen sus problemas pero que se acaban resolviendo en un final feliz y emocionante al mismo tiempo”.

Una lectura ideal para que ser propuesta y comentada por grupos de alumnos, por los abundantes temas y matices que en ella se pueden encontrar y con los que los jóvenes se podrán identificar plenamente.

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Imagen del blog de Literatura Infantil y Juvenil de la Editorial Barcanova.

Podéis leer el primer capítulo haciendo clic en este enlace.

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FutBlog: ¿Estoy viviendo una versión futbolero-literaria de «El show de Truman»?

 




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A veces me siento como el personaje que interpretaba Jim Carrey en “El show de Truman”. ¿Lo recordáis? Un tipo normal, con una vida aparentemente normal, pero que en realidad no es más que un títere inconsciente que deambulaba por un mundo totalmente planificado por otros. Protagonista de un programa de televisión con millones de espectadores que eran testigos de su día a día sin que él sospechara nada. Una vida teledirigida en la que todo cuanto sucedía estaba perfectamente programado.

¿Y por qué digo esto? Pues porque tal y como me he propuesto ir explicando en esta azarosa sección, a menudo me suceden cosas extrañas, como si algún oculto guionista estuviera empeñado en que mi cotidianidad literario-futbolera estuviera gobernada por las más inverosímiles y retorcidas coincidencias. Os explico la última.

(Por cierto: una más que se interpone en la que desde hace ya más de dos semanas tengo pendiente de explicar, la de las famosas “hormigas”, en relación a la cual el viernes vino a sumarse otro episodio que la refuerza aún más. Pero ya llegará el momento de explicarlo, si es que el destino me deja).

A lo que iba.

El domingo 29 de enero, tal y como expliqué en este artículo, fui hasta Mollerussa acompañando al equipo de mi hijo (el Alevín A del Calafell), con el objetivo de participar en un torneo de fútbol base en aquella localidad. Situada en el centro de Catalunya, y perteneciente a la provincia de Lleida, creo que disputé algún encuentro allí durante mi etapa de jugador juvenil. Es decir, hace más de 30 años. Desde entonces, no recuerdo haber pisado Mollerussa.

Cuatro días después, es decir, el jueves 2 de febrero, recibí con alborozo la llegada de un invasor a mi buzón. Se trata del libro “Estimat Leo, volia escriure’t una carta, però…”, de Miquel y Daniel Arguimbau y publicado por la editorial Barcanova. Esa misma noche comencé a leer sus primeras páginas, protagonizadas por un chico de 16 años cuyo nombre es Adrià y que juega de portero.

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El sábado 4 de febrero, a las 10 de la mañana, mi hijo tenía partido de liga en campo propio, así que a las 9 llegábamos los dos al campo. Él se dirigió hacia los vestuarios, y yo, para hacer tiempo, me volví al coche para continuar avanzando en la lectura de “Estimat Leo”. Al llegar a la página 22 descubro que el protagonista de la historia juega en el Igualada, un equipo de la provincia de Barcelona al que también me enfrenté en los tiempos de la prehistoria.

Mientras navegaba entre futboleros recuerdos del pasado percibí que ya faltaban pocos minutos para que comenzara el partido de mi hijo, así que decidí aparcar la lectura, salir del coche y observar el calentamiento que realizaban sobre el terreno de juego.

A las 11.15, aproximadamente, finalizó el partido, con victoria cómoda por parte de los nuestros. Cuando se dirigía hacia los vestuarios, mi hijo me vio en la grada, se acercó para saludarme y, a continuación, añadió:

– Después juega el infantil. ¿Nos podemos quedar a ver el partido?

El partido al que se refería era el que disputaría una hora después el Infantil A del Calafell, equipo que milita en una categoría (la Preferente) que acostumbra a ofrecer atractivos momentos de fútbol. Como no teníamos prisa, le dije que vale, que podíamos quedarnos a verlo, pese a que todavía faltaba casi una hora y media para que empezara.

Decidí hacer tiempo regresando al coche para retomar la lectura. Cuando me dirigía hacia el parking pasé por delante del tablón de anuncios en el que aparece la relación de los partidos que se juegan en ese día en el campo y busqué el rival del infantil.

Era el Igualada.

Sobresalto. Treinta años sin noticias de este equipo y ahora reaparecía ante mi por dos sitios. Y claro, pregunta inevitable que emergió a continuación. ¿Se llamará Adrià el portero del Igualada?

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Entré en el coche dándole vueltas a la coincidencia de que fuera precisamente ese equipo y no otro el rival de ese día. Pensé, además, que si aquel día estábamos allí era por una casualidad, ya que lo habitual es que el equipo de mi hijo juegue como local los domingos, y no los sábados.

Tomé nota mental del episodio para regresar a él y escribirlo en cuanto llegar a casa, y continué avanzando en la lectura. Cuando llegué a la página 57 os juro que me sentí igual que Truman cuando descubre que todo lo que le rodea no es más que una ficción diseñada por otros. Miré nervioso hacia un lado y a otro del interior del coche, convencido de que en algún lugar alguien había ocultado una cámara a través de la cual estaban observando mi reacción. Y es que esto es lo que leí en la página en cuestión:

“El patit va bé, distret, amb alternatives. A la primera part, faig bones parades i, tot i que el Mollerussa marca primer…”

¡¡¡¿¿¿El Mollerussa???!!!

¡¡¡El partido que aparece en el libro que estoy leyendo es un Igualada-Mollerussa!!!

¿No os parece cosa de brujas?

P.D. Por cierto. «Estimat Leo…» es un libro magnífico, una recomendable lectura para jóvenes de la que en unos días publicaré la reseña.

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