Corría el año 1982 cuando el norteamericano Bill Buford cogió un tren en Gales rumbo a Londres. Lo que parecía un apacible viaje —la verde campiña traqueteando al otro lado de la ventanilla— se transformó en una pesadilla. En su mismo vagón, un grupo de aficionados al fútbol comenzó a divertirse con el mobiliario mientras atronaban […]
a través de ENTRE HOOLIGANS CON PHILIPP WINKLER — A RAS DE HIERBA