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El 5 de diciembre, en la literatura futbolera, refleja dos caras opuestas del fútbol.
Por otro lado, describe un día lleno de goles. Son los que marcó Juanito y explicó Álex Grijelmo en el relato «El día en que Juanito no lloró de rabia sino de tristeza«, publicado en el libro «57 historias del deporte por una causa solidaria«:
Desde aquel partido en El Plantío contra el Baracaldo, le seguí siempre que pude. Vi en el Manzanares (aún no se llamaba Vicente Calderón) el mítico 0-3 del Burgos ante el Atlético el 5 de diciembre de 1976, cuando Juanito desbordó a Luiz Pereira y a Panadero Díaz para entregar sendos goles a Viteri y a Kresic como si fuera un mensajero que les llevase un paquete hasta la puerta de su casa. (El tercero lo marcó aquel gran uruguayo llamado Valdés, a pase de Ruiz Igartua). El público aún no sabía que ese año iban a ganar la Liga, y por eso se volvió hacia el palco, para preguntar por qué ese jugador estaba en el Burgos, primero cedido y luego transferido. Y Luis Aragonés, en el banquillo rojiblanco, pensaría sin duda que vaya desgracia que aquel muchacho de la cantera atlética, despachado en dirección a Burgos tras una lesión, se les escapara del todo: por la banda derecha y por los despachos. El Real Madrid andaba ultimando el acuerdo para el traspaso, que se anunciaría meses después. Malvendido por veintisiete millones de pesetas, biencomprado por la mitad de lo que valía.
Pero, por otro, encontramos la decisión tomada por la federación inglesa también un 5 de diciembre, pero de 1921, haciendo lo posible para impedir que las mujeres pudieran jugar al fútbol.
Lo podemos leer en «Atlas de una pasión esférica«, la reciente obra de Toni Padilla, con ilustraciones de Pep Boatella y publicado por Geoplaneta:
La derrota no afectó a la popularidad de las chicas de Dick, Kerr & Co. Delante de más de cincuenta y cinco mil hinchas, vencieron a un combinado del resto del Reino Unido por 9-1. La prensa se llenó de fotos suyas trabajando en la cadena de montaje. Salieron cromos con sus imágenes y las entrevistaron. Eran sencillamente perfectas: mujeres que habían trabajado duro fabricando las balas para los soldados y con la energía suficiente para jugar partidos los fines de semana, con los que ganaban un dinero que destinaban a causas benéficas. Con la paz, también ellas pudieron vivir mejor y se organizó una gira por Francia, para devolver la visita a las francesas. Se jugaron cuatro partidos, como en Inglaterra. Tres acabaron en empate. El Dick, Kerr’s Ladies FC ganó el último.
Pero, el 5 de diciembre de 1921, la federación inglesa emitió una circular que prohibía a los equipos ceder sus campos para partidos de fútbol femenino. En el comunicado se afirmaba que «el fútbol no es apropiado para las mujeres». Detrás se ocultaba la obsesión por no perder el monopolio de este deporte. Frankland siguió luchando por su equipo y en 1922 se las llevó de gira por Estados Unidos. Disputaron nueve partidos y perdieron tres, un buen resultado teniendo en cuenta que jugaron contra equipos masculinos.