“Este es un libro para los posmodernos del balompié. Aquellos que no se conforman con los tópicos típicos y convierten su análisis del partido en algo más que una lectura de lo acontecido. Aficionados que transforman la heurística del juego en una piel que habitan”.
Hoy, 22 de septiembre, se cumplen 25 años del estreno de una de las grandes películas de la historia del cine. Se trata de “Seven”, un título que hace referencia a los 7 pecados capitales: lujuria, ira, soberbia, envidia, avaricia, pereza y gula.
Ha querido el destino, siempre caprichoso, que sea precisamente hoy, en el día de ese cinematográfico aniversario, cuando publique esta reseña vinculada a un libro que habla de otros 7 vicios, relacionados en este caso con el mundo futbolístico. Se trata de “Los 7 pecados capitales del fútbol”, un ensayo que es una de las aproximaciones al mundo del fútbol más brillantes, atractivas y originales que he tenido la oportunidad de leer.
Su autor es José Manuel Campillo, un profesor de Filosofía de un IES de Murcia, autor de tres novelas (“Sonata para perdedores”, “Susurrante devenir” y “Rapsodia en negro tristeza”) y dos ensayos más (“Kant y Sofía van al cine” y “Kubrick en la Filosofía”), y una de esas personas que además de acumular un gran bagaje de conocimientos tiene la extraña habilidad de saberlos trasmitir.
SINOPSIS
Si quiere disfrutar de un partido en el que los goles son más claros que el de Michel a Brasil, en el que el fuera de juego solo se le pita al no lector y en el que los regates nunca respetan su orden natural, acérquese a estos noventa minutos en los que nada es lo que parece. Ya insinuó Cruyff lo particular de este juego: «Al fútbol se juega con el cerebro». Este es un ensayo en el que se analizan los «pecados» que cometen los jugadores y los entrenadores en una temporada. Utilizando el fútbol como hilo conductor, se explican aspectos de otras disciplinas. El cine, la literatura, la psicología y la filosofía apoyan el relato para generar la sensación de que uno, mientras lee el libro, está adquiriendo conocimientos de otros saberes. No hay en esta obra tiempo para el aburrimiento. Desde el momento en el que empieza la lectura del partido hasta que el árbitro, al llegar a su última página, pita el final, el lector se encuentra con penaltis, faltas, decisiones comprometidas para el VAR, jugadores perezosos, entrenadores egoístas, injusticias y, sobre todo, la sensación de haber disfrutado del partido de su vida. Y recuerden lo que dijo Bill Shankly: «El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso».
Tal y como decía al principio, ha querido el azar que los siete pecados de «Seven» y los de este libro se entrecrucen en este día. En el caso que nos ocupa, los pecados difieren de los propuestos por la moral cristiana, y se convierten en Pensamiento, Desconfianza, Avidez, Egoísmo, Relajación, Tristeza y Gula. ¿Qué aficionado al fútbol no ha identificado en alguna ocasión la aparición de estos conceptos en jugadores o momento de partidos presenciados?
Demorarse en un remate por pensar demasiado en la decisión correcta, pecar de egoísmo a la hora de culminar una jugada, perder la confianza en uno mismo hasta no dar pie con bola, o caminar sobre los bordes que limitan la depresión hasta desembocar en el fracaso son algunos fenómenos de los que todos los aficionados al fútbol hemos sido testigos en un momento u otro.
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Este es, en mi opinión, uno de los puntos, entre los muchos que podemos identificar, más interesantes que nos transmite el libro, y es la capacidad para señalar con acertada capacidad analítica algunos de los defectos en los que acaban cayendo tanto jugadores como equipos. Dicho de otro modo: el autor ha sido capaz de leer e interpretar el fútbol hasta detectar algunas de las causas de gran parte de los males que desde un punto de vista estrictamente deportivo lo aquejan.
“La alegría, aparte de mantener al equipo más cohesionado, genera una ingente cantidad de serotonina, neurotransmisor vital para alejar la tristeza y a su demoledor correlativo, la depresión”.
En el libro se dedica a cada uno de estos ‘pecados‘ un capítulo en el que se desarrolla cómo aparecen cada uno de ellos en el universo futbolístico. Al mismo tiempo, cada apartado termina con una original propuesta de ejercicios para ser realizados por el equipo, como forma de tratar de evitar caer en el pecado en cuestión, denotando un gran conocimiento por parte del autor de los entresijos que hay detrás de equipos y jugadores.
Creo que ya he expresado en más de una ocasión mi predilección por los trabajos en los que lo futbolístico es descrito a través de su interrelación con otras disciplinas culturales. Esa peculiaridad es aquí satisfecha con creces, puesto que la tesis que constituye el núcleo del libro es defendida a partir de la utilización de múltiples piezas que, aparentemente, poco tienen que ver con el fútbol. Sin embargo, es gracias a ellas que se clarifican conceptos difíciles de comprender de otro modo. Parafraseando la expresión «si te lo explican con fútbol lo entiendes«, aquí podríamos decir que «si te explican el Fútbol con Filosofía, con Arte, con Literatura, o con Cine lo vas a comprender (y disfrutar) mucho más».
Y es que, sin dejar de orbitar en todo momento en torno al planeta fútbol, el lector recibe explicaciones muy interesantes sobre materias como el funcionamiento de los neurotransmisores cerebrales, sobre la importancia de la nutrición, o sobre la vocación de las personas, entre otras muchas.
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“Utilizando cuatro partidos de Champions que han marcado el imaginario colectivo, analizamos los instantes en los que los siete pecados capitales se muestran en el juego. Una suerte de pantallazos críticos que nos pueden servir para entender mejor la teoría. Ya saben que una imagen vale más que mil palabras”.
Tras el desarrollo de cada uno de los capítulos el libro da una vuelta de tuerca para sumergir al lector en el placer de revivir cuatro recordados partidos de Champions League, e identificar en ellos algunos de los vicios anteriormente descritos: el Liverpool – Milan de 2005, el Real Madrid – Atlético de Madrid del 2014, el Barcelona – Juventus de 2015, y el Real Madrid – Liverpool de 2018.
“A veces, el jugador teme más perder que ansía ganar, y eso es un problema que incide en la actitud con la que aborda el deporte. Ya lo decía Jimmy Connors: “Odio más perder que lo que amo ganar”. Tiene que ver con el sesgo de negatividad”.
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Pero, insisto, lo mejor de todo, es que las descripciones del desarrollo de los partidos, en las que se intercalan observaciones pedagógicas, humorísticas, psicológicas y, por supuesto, futbolísticas, son siempre de gran amenidad y lucidez, con una envidiable capacidad para captar el interés del lector y llevarlo a revivir con un estilo muy ameno y dinámico los momentos clave del partido.
“Los modelos señalan el camino, pero frustran la creatividad. En pintura, con la aparición de las vanguardias, se aprecia claramente. Los impresionistas eran eso, los dadaístas lo otro, los surrealistas igual, los fovistas, los expresionistas… Todos seguían la corriente hasta que aparecía un pionero que generaba otra forma de expresar o mostrar su inventiva. Pues esto es lo que ocurre en el fútbol”.
Sin duda, hay en esta habilidad mucho del oficio de profesor. Y no me queda más que pensar en los alumnos que tienen la suerte de tener que soportar las clases de alguien con este don. Alumnos, por otro lado, que no puedo más que clasificar en dos grupos: a los que envidio, por haber tenido la suerte de que alguien como José Manuel Campillo te imparta clases de Filosofía, y a los que compadezco, por no ser capaces ni estar dispuestos a aprovechar el tiempo en el aula.
“A través del cine, la literatura, la filosofía, la psicología y, por supuesto, el propio fútbol, mostraremos los errores que cometen los jugadores y los equipos durante un partido. Intentaremos responder a las preguntas de por qué se producen y qué debemos hacer para evitarlos. Y lo haremos con el mismo atrevimiento con el que Butragueño encaraba defensas del Cádiz”.
Un libro, en definitiva, que es una auténtica obra a la que regresar de tanto en tanto para reflexionar sobre las cuestiones que plantea, pero también para disfrutar por la forma en que ofrece lo que explica. Como antes decía, dos de mis pasiones son el fútbol y la lectura. Cuando ambas se unen y se complementan con ideas de otras disciplinas, dando lugar a trabajos de tipo transversal, el disfrute es mayor. «Los siete pecados capitales del fútbol» es un ejemplo magnífico ejemplo de ello, pues las citas literarias, las referencias a escritores, películas de cine u obras artísticas son abundantes.
Y es que por las páginas de «Los 7 pecados capitales del fútbol» desfilan Kant, Séneca, Nietszche y Bertrand Russell. Schopenhauer, Sartre, Ortega y Gasset y Juvenal. Hemingway, Mark Twain, Calderón de la Barca y Harry Potter. Matrix, Memento, Eyes Wide Shut y Blade Runner. O Kung Fú Panda, Los puentes de Madison, Delitos y faltas y El sargento de hierro, entre otros muchos films, filósofos, literatos o cineastas. Un conjunto de piezas que enriquecen la lectura
Un conjunto de ingredientes en los que no faltan las necesarias dosis de humor incluyendo chistes (la mayoría buenos, por cierto) que hacen de la lectura un auténtico disfrute.
“Los cambios individuales, en números matemáticos, producen una variación de un nueve por ciento aproximadamente (un jugador sobre once). Aunque las matemáticas y el fútbol guardan la misma relación que existe entre lo que es y lo que parece ser. Lo contrario de lo que afirmaba Groucho Marx: “Puede que parezca un idiota y hable como un idiota, pero no deje que eso le engañe. Realmente es un idiota”. Cambiar a un jugador puede provocar un efecto mariposa en el equipo y modificar el juego sustancialmente”.
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Y termino la reseña con una observación. Aunque sea un tópico decirlo, este es un libro en el que el fútbol es una excusa, posiblemente el núcleo central, pero en torno al cual el autor ha conseguido organizar toda una galaxia de asuntos que interesarán a cualquier lector con ganas de leer un buen libro que, además, le ayudará a conocer, reflexionar y aprender muchas otras cosas.
“El ajedrez es el mejor deporte para que el entrenador de fútbol mejore en la toma de decisiones y en su propia capacidad resolutiva. Aparte de que mejora la creatividad, ejercita ambos hemisferios cerebrales y hace crecer las dendritas, entre otras cosas”.
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