8 de marzo: en el Día Internacional de la Mujer el fútbol y la literatura es de ellas

 

Imagen de Deportivo Sapriss

 

Hoy, 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, también llamado Día Internacional de la Mujer. Fue institucionalizado por las Naciones Unidas en 1975, y tiene como objetivo el de reivindicar la lucha de mujer por la igualdad de oportunidades. Aunque afortunadamente se han producido importantes avances en la realidad social en materia de igualdad, todavía queda un largo camino por recorrer, existiendo aún numerosos ámbitos en los que la mujer está en clara desventaja respecto de los hombres.

El terreno de juego del fútbol ha sido, tradicionalmente, territorio masculino. Durante décadas, se vio con malos ojos que las mujeres asistieran a los estadios. La reacción, en negativo, se multiplicaba si lo que las mujeres pretendían era jugar al fútbol. Pese a las dificultades, desde los primeros tiempos han ido cayendo los muros que hacían que la práctica del balompié fuera cuestión de sexos.

Y, como no podía ser de otra manera, algo similar sucede en el ámbito del fútbol y la literatura, un territorio en el que cada vez van ganando en visibilidad. En la introducción del imprescindible «Poesía y patadas«, explica Miguel Ángel Ortiz, su autor:

«No me he olvidado del fútbol femenino ni de las escritoras que le han dedicado textos al balompié. Ellas también juegan este partido. El fútbol -dijo Pasolini- ha sido un mundo solo de machos o de machos solos. Y el rectángulo de hierba, el terreno masculino por antonomasia. Su conquista por parte de las mujeres no ha sido fácil. En este sentido, aunque devolviendo un triste reflejo, el fútbol también ha funcionado como espejo de nuestra sociedad machista y patriarcal. Pero, a la vez, ha devuelto el reflejo  de muchas mujeres luchadoras  que han peleado por todos los balones, a pesar de que el árbitro estaba vergonzosamente comprado, y el partido, amañado».

 

Hoy en día, pese a las triquiñuelas masculinas de las que Miguel Ángel habla, la situación se va normalizando, aunque continúa siendo largo el camino a recorrer. Grandes escritoras han dedicado algunas de sus obras al balón en forma de cuentos y relatos: «Ganas de quejarse, la verdad«, de Rosa Regàs, «El mejor«, de Josefina R. Aldecoa, «Un día, de repente, sucede«, de Ana María Moix, o «De Zaragoza a Madrid«, de Soledad Puértolas, son algunos ejemplos.

También podemos encontrar artículos y columnas en prensa dedicadas al fútbol por parte de autoras como Liliana Haker, Milena Busquets, Elvira Lindo, Laura Restrepo o Almudena Grandes.

Hace un tiempo, también con motivo del Día Internacional de la Mujer, publiqué una alineación de libros infantiles y juveniles de temática futbolera escritos por mujeres. Añado alguno más para aportar un granito de arena en la reivindicación de que también ellas son piezas imprescindibles en este equipo.

 

 

En el mundo de la novela:

 

También es importante la representación en el mundo de la literatura infantil y juvenil:
La serie de libros juveniles «Solo para chicas«, de Claudia Ondracek y Martina Schrey:

Y algunos ejemplos más sobre la presencia de la mujer en el mundo del fútbol y la literatura.

High Spen Women’s Football Team. Imagen de www.ucceares.com

«Verano en rojo», de Berna González Harbour. RBA Serie Negra

 

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“… a esperar a que dieran las nueve y comenzara el partido contra Paraguay. Estaba disfrutando del condenado Mundial. No hacía falta ser muy futbolero para compartir una expectación vibrante, nada contenida, una alegría simple y contagiosa que ilusionaba por igual –y sin que sirviera de precedente- a delincuentes y agentes. Había buen humor en el ambiente y eso era reparador. «España contiene el aliento ante los cuartos de final», «El país está en sus manos», «España fútbol club» eran los titulares en su mesa».

 

Como todo en la vida, también el “placer de la lectura” tiene su cruz. En mi caso, esa parte negativa emerge en cuanto termino uno de esos libros que te atrapan y no te sueltan, y que te hacen perder el mundo de vista durante unas horas. Sucede, especialmente, con esas obras de género negro de trama atractiva y absorbente, protagonizadas por personajes especiales y bien caracterizados, en las que la narración consigue que el lector se sienta partícipe de todo cuanto sucede como si también él formara parte de la historia.

Libros de trama policiaca en las que la minuciosa investigación se acompaña del ritmo adecuado para mantener la tensión en todo momento, pero en los que también hay espacio para intercalar interesantes reflexiones que no solo no entorpecen la historia, sino que la enriquecen y la refuerzan. Obras, en definitiva, que explican el porqué del éxito del género negro.

Una de esas obras es la magnífica “Verano en rojo”, escrita por Berna González Harbour y publicada en el 2012 en Serie Negra de RBA. Se trata de una historia en la que se trata un tema delicado y polémico, como son los casos de pederastia en el seno de la iglesia. La aparición del cadáver de un joven en el estanque de un parque de Madrid pondrá en marcha los mecanismos de una acción que irá alternando tres puntos de interés. Por un lado, el de la minuciosa investigación policiaca, dirigida por la comisaria María Ruiz, mujer valiente, luchadora y atractiva que ha conseguido hacerse un hueco en un mundo de hombres. María contará con la ayuda de otros compañeros del departamento, especialmente Tomás y Carlos, su mentor, con los que conserva vínculos emocionales de diferente tipo. Por otro lado está la participación de Luna, el viejo periodista, conocedor del auténtico oficio en un mundo en el que el periodismo parece estar derrumbándose. Y luego están los personajes del mundo eclesiástico y su oscura atmósfera de actos inconfesables.

SINOPSIS

Madrid, verano de 2010. Corren los días del Mundial de fútbol y, mientras los ojos de todos están puestos en los tortuosos avances del equipo de España en Sudáfrica, la comisaria María Ruiz se enfrenta a un tenebroso crimen: un joven ha aparecido asesinado. Sin identidad visible. Sin pistas aparentes. Sin móvil. Mujer atractiva, concienzuda y tenaz, María iniciará una investigación que se complicará cada vez más. Pero no está sola: el veterano periodista Luna, un maestro de la profesión hoy acorralado por la crisis y la era digital, y Tomás, brillante informático de la Policía, serán claves para llegar hasta el fin. La intriga será para ellos tan trepidante como la que acompañó a la selección nacional hasta su gesta final.

La intriga y el desarrollo de la acción son impecables y te atrapan sin soltarte desde la primera página. La acción va saltando de Madrid a Santander y Burgos, y a lo largo de la novela el lector es testigo de la minuciosa investigación. Esto, acompañado de unos diálogos ágiles, unos personajes muy bien construidos y un cierto tono de crónica periodística hacen que la lectura sea muy fluida.

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En lo que al fútbol respecta, aquí lo encontramos como telón de fondo y acontecimiento que ayuda a definir el marco temporal de la historia. Los sucesos y la investigación que se describen transcurren durante el verano del 2010, el año del Mundial de Sudáfrica. La aparición del cadáver del joven del inicio de la novela se produce el mismo día en el que el equipo español, tras superar la segunda fase, se encamina hacia los cuartos de final.

Es interesante en este sentido el papel de lo futbolístico en el conjunto de la novela. Cada vez que la selección debe disputar un partido se hace referencia en el texto, por ejemplo, porque algún trámite relacionado con la investigación obligará a los policías a perdérselo. Así mismo, parece como si todo lo que sucede pasara en una burbuja aislada del mundo exterior. Los personajes, las acciones, todo cuanto sucede está directamente relacionado con la investigación y los sucesos de la historia. Es como si fuera de ahí no hubiera nada, como si el mundo se hubiera detenido y nada sucediera en él. Excepto el fútbol. El fútbol es el nexo de unión entre lo policial y todo lo demás.

            – Parece que la han puesto solo para nosotros. ¿Dónde se ha metido el resto del universo?

            – ¿No te acuerdas? El partido. La semifinal.

 

En un momento de la historia se hace una referencia a la obra de Turner, el pintor inglés de atmósferas y horizontes difusos e indefinidos. La alusión me parece muy sugerente, puesto que el mundo que hay fuera de la investigación apenas se intuye, quedando difuminado como un cielo de Turner que impide adivinar sus contornos. En cambio, cuando llegan los partidos y los goles las nubes desaparecen, y el mundo que hay fuera de la realidad del caso se vuelve transparente gracias a la presencia del fútbol. Como colofón final, la resolución del caso se produce casi en paralelo a la resolución del Mundial.

Verano en rojo”, como decía, es una gran novela altamente recomendable. Además, supone el debut de la comisaria María Ruiz, uno de esos personajes inolvidables que los amantes del género pueden seguir disfrutando gracias a las dos novelas que dan continuidad a su serie: «Margen de error«, y «Las lágrimas de Claire Jones«.

 

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