17 de junio y el «no gol» de Pelé en el Mundial de 1970

Hoy, 17 de junio, se cumplen 46 años de una de las jugadas más míticas y recordadas de la historia del fútbol. Sucedió en el partido de semifinales del Mundial de 1970 que se disputó en México que enfrentó a Brasil y a Uruguay. Un encuentro que finalizó con el resultado de 3 a 1 a favor de los cariocas, lo que les permitió «vengarse» del maracanazo de unos años antes.

Aquel fue el mundial de Pelé. Y en aquel partido se produjo un «no gol» a cargo de Pelé que ha sido más recordado que muchos otros de los goles marcados en los mundiales.

«El regate» de Sérgio Rodrigues (Anagrama, 2014) es una novela que además de poner el listón de la literatura sobre fútbol muy alto, otorga un gran protagonismo a la jugada de Pelé.

Lo que ves en la imagen liberada por última vez, la definitiva, es lo siguiente: mientras el tal Ancheta que iba a perder el tren se desploma en el césped, la pelota chutada por Pelé pasa rozando el poste derecho de Uruguay. Saque de meta, hecho consumado, el crack de cracks sale chupando un hielo que recogió por ahí con expresión levemente contrariada pero serena.

El viejo detiene el video. Coloca el control remoto en el brazo del sofá, te mira a los ojos otra vez y dice, lo que pasó aquí, Neto, fue simple: Pelé desafió a Dios y perdió. Imagínate que no hubiera perdido. Si no hubiera perdido, la humanidad nunca más habría dormido tranquila. Pelé desafió a Dios y perdió, pero qué desafío soberbio. Ese gol que no hizo no es sólo el mayor momento de la historia de Pelé, es también el mayor momento de la historia del fútbol. ¿Entiendes eso? ¿La intervención de lo sobrenatural, el relámpago de eternidad que cayó a la izquierda de las cabinas de radio y televisión del simpático estadio Jalisco, el 17 de junio de 1970? Puedo asegurarte que eso fue lo que sucedió, yo estaba allí y lo sé, y si fue algo más no me sorprendería, pero, como mínimo, eso fue lo que sucedió y lo que la cinta de video nos permite ver y rever para siempre, ¿entendiste? Una cosa tremenda, Tiziu.

 

Y aquí tenéis la jugada:

 

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Doce meses, doce dorsales: con el número 3, ‘marzo’

 

 

Si el calendario fuera un equipo de fútbol, el número 3 lo llevaría el mes de marzo. Y marzo, en la literatura futbolera, juega más o menos así:

«El encuentro de Peralvo con Pelé tuvo como escenario de apropiada grandeza el Maracaná, un domingo de principios de marzo de 1964. Vasco y Santos abrirían el Torneo Stanley Rous, bautizado así para hacerle la pelota, explícitamente, al entonces presidente de la FIFA. Pelé jugó de blanco, Peralvo con la segunda camiseta del Vasco, negra con franja blanca. Los cronistas de radio dijeron que el mayor templo del fútbol recibía en una tarde gloriosa el número significativo de ochenta mil espectadores. Entrevistado antes del partido, reafirmé a las multitudes, que pegaban los oídos a sus radios de pila, que íbamos a presenciar un momento histórico, el encuentro de dos genios del fútbol que, rivales ahora, pronto estarían hermanados bajo el manto dorado de la selección para ir a buscar a Inglaterra el tricampeonato mundial que era nuestro por derecho.»

Fragmento de “El regate“, de Sergio Rodrigues. Anagrama, 2014.

 

Doce meses, doce dorsales: con el número 2, ‘Febrero’

 

Imagen de www.eumd.es

 

Si el calendario fuera un equipo de fútbol, el número 2 lo llevaría el mes de febrero. Y febrero, en la literatura futbolera, juega más o menos así:

«Revelé todo, nuestro secreto de hermanos, en aquella edición de mediados de febrero de 1964 del Jornal dos Sports. El don para leer en las auras multicoloridas de compañeros y adversarios un mapa fluido de puntos flacos y fuertes que se movían por la cancha. La visión anticipada de la jugada por un escaso mas decisivo segundo en el que cabía el mundo entero. La preocupación de la mae-de-santo que diera a luz al prodigio al vislumbrar en la infancia del hijo, en un pueblito distante llamado Merequendu, los desafíos que le guardaba su grandioso futuro. Un furo que estaba escrito en las estrellas y que todo indicaba que incluiría el Mundial de Inglaterra, dentro de dos años, en el cual el hechizo decente de Peralvo sería un arma de grueso calibre en la tercera conquista consecutiva de la copa. Eso parecía cada vez más claro y sólo podía ser rebatido, concluía el texto en gran estilo, «por gente de poca visión, poca luz y poca fe».

Fragmento de «El regate«, de Sergio Rodrigues. Anagrama, 2014.

 

 

Imagen de www.mercafutbol.com