25 de enero y la trágica historia del paraguayo Salvador Cabañas

 


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Hoy, 25 de enero, se cumplen 7 años del trágico suceso que acabó con la carrera futbolística de uno de los más prometedores jugadores paraguayos: Salvador Cabañas. Ídolo futbolístico en su país, pieza clave de su selección, y a las puertas de participar en el Mundial que se celebró en Sudáfrica en el 2010, un encuentro con un sicario puso punto y final a su vida de futbolista.

El periodista deportivo Ferran Correas participó en el libro «Relats Solidaris de l’Esport» publicado el año 2015, con un relato inspirado en esa historia. Titulado «Una bala i cap al forn» («Una bala y para el horno«), aquí tenéis un fragmento del mismo.

            Cabañas era un futbolista de éxito. Había sido nombrado mejor jugador de América el año 2007 por el prestigioso diario ‘El País’. El mismo año y el siguiente fue el máximo goleador de la Copa libertadores con el América de México. Era un ídolo, una referencia en su país y contaba los días que faltaban para que comenzase el Mundial. Tenía un puesto fijo en la selección paraguaya que dirigía Gerardo Martino. Con el sobrenombre de Mariscal, Cabañas había sido clave en la clasificación del combinado paraguayo para la cita sudafricana. Fue protagonista en los dos últimos partidos que dieron la clasificación a los de Martino. Marcando el único gol, de penalti, en la victoria contra Bolivia, y haciendo una espectacular jugada contra Argentina. Arrancando desde el medio campo, superando hasta a tres rivales y facilitando el remate a Valdez. Aquel día, gracias a aquel gol, Paraguay estaba en Sudáfrica.

            Pero aquel sueño que tanto esperaba Cabañas, jugar el Mundial de Sudáfrica, se evaporó en un instante la noche del 25 de enero de 2010, a pocos meses de la cita. Cabañas se encontraba de madrugada en una discoteca de Ciudad de México acompañado de su mujer y unos amigos. Se levantó y se dirigió hacia el lavabo. Allí fue sorprendido por un hombre que le puso una pistola en la cabeza. Cabañas recuerda perfectamente el diálogo que mantuvieron: “Me han contratado para matarte. Estamos hartos de ti porque llevas mucho tiempo robando a los mexicanos, me dijeron. Lo miré a la cara y le dije que estaba seguro de que no se atrevería a disparar. Él, sin dejar de apuntarme, me dijo que pidiera un último deseo porque mi vida se acababa. Poco después, disparó”.

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