– Yo también siento los colores –dije un poco molesto porque parecía que él era el único que gozaba o sufría con los triunfos o las derrotas.
– Entonces debes estar dispuesto a partirle la cara al que no nos trate con respeto.”
Una de las zonas más oscuras del mundo del fútbol es aquella que se relaciona con los movimientos radicales. Aunque poco a poco se han ido tomando medidas para conseguir su erradicación de los estadios (y alrededores), de tanto en tanto continúan siendo noticias algunos lamentables episodios protagonizados por estos grupos.
La literatura futbolera no ha sido ajena a este fenómeno. Existen interesantísimas obras que lo afrontan desde el campo de la ensayística, como por ejemplo “El mundo ultra. Los radicales en el mundo del fútbol”, de Carles Viñas, o “Entre los vándalos”, de Bill Buford. Y otras, como “En la turba”, de Mauvignier Laurent, o “Heysel”, de Armand Company, que ficcionalizan episodios reales como la tragedia de Heysel con la intención de denunciar las acciones de estos grupos.
Los libros citados están destinados al público adulto. Pero existe una interesante obra destinada a lectores a partir de 12 años que afronta este tema de una manera muy acertada e interesante. Se trata de “Sentir los colores”, de María del Carmen de la Bandera, publicado en el 2000 por la Editorial Casals en su colección Punto Juvenil. La obra, una novelita de apenas 100 páginas, describe la forma en que Quique, un joven que aún no ha cumplido los 13 años, se introduce en un grupo ultra y las vivencias que allí tiene.
SINOPSIS
Quique, un chico de doce años, siente los colores de su equipo hasta tal punto que llega a vivir experiencias insólitas; quizás demasiado arriesgadas, peligrosas… El mundo del fútbol irrumpe en su vida. Dice que para él hay tres cosas principales: el equipo, el abuelo y Lobi (su perro). No sabría decir el orden. Más tarde aparece María, una chica de su clase, que de ser amiga, puede pasar a algo más: nunca se sabe. Es amigo de sus amigos, pero si alguno se le atraviesa… hay que pararlo. En el colegio sufre un bajón en el rendimiento. Los hinchas del equpo lo enardecen en los partidos y Quique responde con un entusiasmo excesivo. ¿Qué pasa con los “radicales” del fútbol?
El libro está narrado en primera persona por Quique, el protagonista, quien nos va explicando, capítulo a capitulo, cómo fue cayendo en las redes de un grupo radical y lo que con ellos acabó viviendo. Casi sin darse cuenta, y como consecuencia de una conflictiva situación personal, Quique acaba encontrando refugio en un grupo en el que proyectará su necesidad de estabilidad emocional. La defensa a ultranza de unos colores será el punto en común que lo hará creer que los integrantes de ese colectivo solventarán la necesidad de identificación que suele aparecer en estas edades.
La historia de Quique gira en torno a tres ejes principales. Por un lado está su familia, en la que la separación de sus padres le ha generado cierta desestabilización. Aunque, por otro lado, ha encontrado un mayor refugio en la estrecha relación que mantiene con su abuelo, con quien comparte afición por el fútbol.
Por otro lado está la escuela, en el que la rivalidad con otro grupo, provocada en parte por tratarse de seguidores de diferentes equipos genera tensiones y conflictos continuos. Y, un tercer ámbito es el de su incursión en el mundo de los radicales. Se trata de un terreno en el que poco a poco se va introduciendo, bajo el espejismo de encontrar en ellos respuestas a su necesidad de pertenencia a un grupo. Y así, un día, casi sin saber cómo, se hallará envuelto en una terrible experiencia que se convierte en uno de los puntos culminantes de la historia.
“No paró el delirio durante el descanso. Una cadena de policías antidisturbios daba la cara a las gradas de los Radicales, entre los que me encontraba. En un momento de lucidez pensé: “estoy entre los míos, ahora sé lo que es sentir los colores”.
El relato y su progreso son idóneos para aproximarse al tema de los fanatismos en el mundo del fútbol. Y se consigue, además, con un lenguaje muy cercano al de los adolescentes a quienes el libro se dirige. Es interesante, como curiosidad, el nombre de los diferentes equipos y jugadores que aparecen, todos ellos inventados y ficticios pero perfectamente identificables con los de la realidad: el Real Majestic, el Letimadrid, el Barcarola, Holgado, Ponientes…
La obra se acompaña de una serie de potentes ilustraciones en blanco y negro realizadas por Rafael Estrada y J. Requena a página completa.
“No fui yo solo el que, en algún momento, sintió pánico. Una oleada de gente despavorida corrió calle abajo. Los dueños de los bares echaron los cierres para evitar que la avalancha les inundara el local. Decididamente era mejor entrar al campo. Allí estaría más seguro”.
Por último, vale la pena destacar el completo dossier de actividades complementarias relacionadas con la lectura que se puede encontrar en la web de la editorial, y que incluyen tanto ejercicios escritos como videos y audios sobre el tema en cuestión.
Podéis leer un fragmento haciendo clic aquí.
3 comentarios en “«Sentir los colores», de María del Carmen de la Bandera. Editorial Casals”