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Con mayor o menor protagonismo, en la literatura futbolera podemos encontrar con cierta frecuencia padres e hijos (o abuelos y nietos) que mantienen un vínculo especial gracias al fútbol. A continuación, algunos ejemplos:
En “Fiebre en las gradas” de Nick Hornby (Anagrama), el autor explica que ir al fútbol con su padre se convirtió en su actividad de los domingos. Y ahí nació su “fiebre”.
En “El sueño de París”, de Vicenç Villatoro y (Planeta), un padre intenta recuperar la perdida relación con su hijo adolescente haciendo un viaje para ver la final de la Champions que el Barça disputó en el 2006 en París (contra el Arsenal de Hornby, precisamente).
El protagonista de «Tres actos y dos partes«, de Giorgio Faletti, es Silvano Masoero, utilero de un equipo de segunda división en el que juega su hijo Roberto. Ambos se verán involucrados en un asunto de apuestas ilegales.
En “El ídolo sin pies”, de Federico Revilla, la relación de un padre y un hijo se traslada al terreno de juego, pues ambos son futbolistas de equipos diferentes que acaban disputando un partido como rivales.
“Días de fútbol”, de Luis Aleixandre (Unaria Ediciones), es todo un homenaje a la inquebrantable relación entre un abuelo y su nieto con el Villarreal CF de fondo.
En “Heysel”, de Armand Company (Editorial 3 i 4), un padre y su hija Giussy viajan a Wembley para ver la infausta final de la Copa de Europa de 1985 entre la Juventus y el Liverpool con trágico final para ella.
“Independiente, mi viejo y yo”, es un emocionante relato de Eduardo Sacheri cuyo título lo dice todo, y que podemos encontrar en el volumen “Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol”.
En “La ciudad de la lluvia”, de Alfonso del Río (Destino), encontramos una poderosa vinculación emocional entre Alain Lara, uno de los protagonistas, y su abuelo, y en la que el Athletic Club es el nexo de unión entre ambos.
En el inicio del relato “El míster y Iron Maiden”, Manuel Rivas, un padre y su hijo discuten sobre las decisiones del entrenador mientras contemplan un partido de su equipo, el Deportivo de la Coruña.
También es un magnífico homenaje a esta relación el artículo de Lucas Sánchez Garrido “Por qué sigo viendo fútbol”, publicado en la Revista Panenka.
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«Dream Team”, de MarioTorrecillas y Artur Laperla (Reservoir Books), es una maravilla de cómic en el que el pequeño Enzo, de glorioso futuro en el mundo del fútbol, hará todo lo que pueda para rescatar a su padre de la desastrosa vida que lleva.
Incluso en “Una canción de Bob Dylan en la agenda de mi madre”, de Sergio Galarza (Candaya) encontramos alguna referencia a la especial vinculación que el narrador mantiene con su madre gracias al fútbol.
Y en el podio de este tipo de obras encontramos “Hijos del fútbol”, de Galder Reguera, imprescindible para entender cómo se contagia el virus de la afición por el fútbol de padres a hijos.
También podemos identificar ejemplos de este tipo de historias en la literatura infantil de tema futbolero. En “Demà anirem al camp, Joan!”, de Josep Maria Fonalleras y (Cruilla), un padre lleva a su hijo por primera vez a un estadio, el Camp Nou en este caso.
En “El mundial de fútbol más raro del mundo”, de Carlos Peramo (Edebé), el fútbol sirve de puente para conectar a nietos y abuelos,
“Sentir los colores”, de Maria del Carmen de la Bandera (Editorial Casals) es una novela juvenil con gran importancia de la relación entre un abuelo y su nieto aficionados del Real Madrid.
“Armando”, de Fernando Pérez Hernando, es un álbum de Takatuka en el que un padre enamorado del fútbol intenta transmitir su pasión regalando un balón de fútbol a su hijo. Aunque, en este caso, la reacción de este no será la esperada.
Y en la misma línea del anterior está “No me gusta el fútbol, ¿y qué?”, de Mikel Valverde y Andoni Egaña (Editorial La Galera), en el que otro padre tampoco consigue contagiar la afición por el fútbol a su hijo, más interesado en otras actividades.
Y acabo esta recopilación con unas viñetas del imprescindible “Fútbol. La novela gráfica”, de Pablo Ríos y Santiago García (Astiberri).
Padres, hijos, abuelos, nietos… y el fútbol