Ayer por la mañana tuve el gran honor de presentar “La hermandad de los balones desaparecidos” en la Biblioteca Pública Terra Baixa del Vendrell. Rodeado de amigos, compañeros y algunos usuarios, fue un acto en el que disfruté mucho compartiendo con los asistentes cuestiones relativas a lo que me ha arrastrado a escribir la novela, y a lo que se puede encontrar entres sus páginas.
Saltaron al terreno de juego episodios de infancia, balones que desaparecen, fábricas abandonadas y el maravilloso universo del fútbol callejero. Y también nos acompañaron Roy Batty en “Blade Runner”, el Adidas Telstar del Mundial de 1974, expresiones para referirse a la desaparición de una pelota en diferentes zonas geográficas, una antigua colección de cromos llamada “Naturaleza y vida”, anécdotas que vinculan ‘castellers’ y fútbol, la “Tregua de Navidad de 1914”, la importancia de la rivalidad bien entendida, los equipos de fútbol (Passive Resisters) que Ghandi creó en Sudáfrica, y las reivindicaciones de Mandy Barker, entre otras muchas cosas.
Como colofón, mis compañeros y compañeras me tenían reservada una sorpresa final, un inesperado detalle que me emocionó y les agradezco enormemente.
La vida tiene estas cosas: un día pierdes una pelota y años después vives una mañana espléndida.