
Aunque soy poco televisivo, de vez en cuando me gusta ver el concurso Pasapalabra de Antena 3. Eso es lo que hice el jueves, y me llevé una más que agradable sorpresa con una de las preguntas, la correspondiente a la letra M del rosco de uno de los concursantes. Le preguntaban, en relación con esa letra, por el apellido del sociólogo que escribió el libro Fútbol en la escuela, goles en las aulas. Se trata de un título que no había escuchado jamás, aunque parecía señalar, claramente, que se debía tratar de un ensayo que defendía las bonanzas de vincular lo futbolístico con lo educativo.
Tras buscar información al respecto he descubierto que se trata, en efecto, de un ensayo académico, publicado en el 2018, por el Fondo Editorial de la Universidad Científica del Sur, en Lima (Perú).
SINOPSIS
Este libro es el resultado de un trabajo de equipo, como lo es el fútbol. Las gracias van, en primer lugar, a los estudiantes. Las ganas infantiles y juveniles de vivir el gozo del esfuerzo compartido fue la energía que hizo posible el proyecto. Y gracias a las profesoras y profesores del colegio República del Paraguay, especialmente de la sección primaria, cuyos nombres aparecen al pie de sus ejercicios de articulación curricular. Rompieron rutinas y saborearon la libertad de renovar su práctica pedagógica. Tuvieron la respetuosa compañía de las psicólogas Leonor y María Chávez Ferrer. Y la presencia amiga de padres, pero, sobre todo, de madres de familia. Tras el gozoso aprendizaje de sus hijos llegaron a recuperar el sabor del juego (Edmundo Murrugarra Florián).
El descubrimiento de esta obra me llevó a pensar enseguida en la de otros autores peruanos que han utilizado el fútbol como material de sus libros. Y el primero que me viene a la cabeza es Mario Vargas Llosa y las crónicas que escribió durante el Mundial 82, tras ser enviado a España por el diario El Gráfico de Perú.
En el volumen Cuentos de fútbol impulsado por Jorge Valdano encontramos dos cuentos escritos por dos autores peruanos: Pasalacqua y la libertad, de Alfredo Bryce Echenique, y Atiguibas, de Julio Ramón Ribeyro. El volumen fue publicado en 1995, y tuvo continuidad tres años después, en 1998, con una nueva recopilación de relatos futboleros. En este segundo volumen aparece el texto Como un mariscal de campo, escrito por J. J. Armas Marcelo, que no es peruano, sino canario, pero lo cito porque hace unos años, como presidente de la Cátedra Vargas Llosa, organizó la conferencia El juego de la vida. Fútbol y literatura, que fue impartida en la Universidad de Lima.
En el 2014 se publicó La pena máxima, del peruano Santiago Roncagliolo, una de las novelas que más veces he recomendado a la hora de intentar describir que es eso de relacionar fútbol y literatura. Se trata de una fantástica obra en la que el fútbol, centrado en el Mundial de Argentina de 1978 planea como telón de fondo de toda la trama, tal y como describe la sinopsis:
“Un hombre que porta una mochila sospechosa es perseguido por las calles de uno de los barrios más populares de la ciudad y asesinado a plena luz del día. Pero nadie ha visto nada. El asesino ha elegido el momento perfecto para cometer su crimen: la ciudad se halla en ese instante desierta y concentrada ante el televisor. La selección peruana se juega mucho en el Mundial de Fútbol de Argentina”.
Y termino este repaso por obras de autores peruanos en los que el fútbol está presente con otra maravillosa novela, Una canción de Bob Dylan en la agenda de mi madre, escrita en el 2017 por Sergio Galarza y publicada por la Editorial Candaya: Se trata de un libro en el que sin ser de temática futbolera, lo futbolístico tiene una importante presencia entre sus páginas.






























































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