«El silbido de una bala y el pitido de un silbato. Suenan a la vez, separados por quinientos kilómetros, cuando todas las miradas del mundo están pendientes de un balón».
Hace unos días tuve el honor de participar en el magnífico podcast El Barrilete Cósmico, donde tuve la ocasión de conversar con Carlos Roberto, de Odio el fútbol moderno, y hacer algunas recomendaciones de obras de temática futbolera. Una de las citadas fue la más que recomendable Cuero contra plomo. Fútbol y sangre en el verano del 82, escrita por el periodista Alberto Ojeda, publicada a finales del pasado año por la Editorial Altamarea, y de la que también publiqué hace unos días una reseña que podéis leer aquí. Se trata de un libro que habla sobre el contexto social y político que se vivía en la España de 1982, tomando como telón de fondo la celebración del Campeonato del Mundo de aquel año, y estableciendo un paralelismo entre las realidades de España e Italia, tanto en lo social como en lo deportivo.
La bibliografía relacionada con el Mundial 82 es amplia. En el ámbito de la ficción, publiqué hace un tiempo este artículo recogiendo algunas novelas ambientadas en aquel acontecimiento, siendo una de ellas Todas las miradas del mundo, de Miguel Mena, publicada por Suma de Letras en el 2013. Se trata de una obra ideal para leer como complemento de la anteriormente citada Cuero contra plomo, en tanto que si una nos sirve para señalar el contexto histórico, la otra nos dibuja una ficción ambientada en aquella época.
«Al fútbol no le asustan los militares. Solo hay que recordar que el Mundial anterior se jugó en la Argentina de Videla y su Junta Militar. El fútbol se adapta a todo».
SINOPSIS
Una apasionante novela negra con fútbol, política y terroristas que nos devolverá a los ochenta.
Málaga, 1982. Campeonato Mundial de Fútbol. Un miembro de la delegación neozelandesa desaparece el mismo día en que el equipo austral aterriza en la Costa del Sol. El inspector Luis Mainar, un policía solitario y sentimental, a veces atormentado por su divorcio y la enfermedad de su hija, viajará hasta el sur con intención de buscarlo, el mismo viaje que emprende un comando de ETA para ejecutar un gran atentado.
Con pinceladas de novela negra, de crónica de la Transición y de relato emocional, Todas las miradas del mundo es una historia vibrante y conmovedora en la que confluyen el fútbol y la política internacional con terroristas iluminados, aficionados entusiastas, delincuentes de poca monta, jóvenes fascistas o enfermos de colza.
Un caleidoscopio de una época y un país que compaginaba la sonrisa de Naranjito con la rutina de los funerales.
Todas las miradas del mundo es una novela que va más allá de la simple trama de intriga de género negro. Todo comienza con la desaparición de uno de los integrantes del equipo de la selección neozelandesa, un caso que deberá investigar el inspector Luis Mainar. Pero el contenido va más allá, y no se limita a la mera descripción del desarrollo de las pesquisas a realizar, sino que durante todo el libro se intercalan pinceladas directamente relacionadas con la sociedad y el contexto de la época.
Así, en paralelo a la desaparición, nos encontramos con un comando terrorista que también ha viajado hasta Málaga con la intención de cometer un atentado. La novela aprovecha para hacer una radiografía de los principales aspectos de gran presencia durante aquellos años. Los pensamientos y opiniones de los terroristas, que conoceremos por sus conversaciones. La visión de los policías, en el punto de mira del terrorismo. Las descripciones de la situación social de la época, con episodios como el del aceite de colza que tantas víctimas causó. Y, por supuesto, las referencias futbolísticas, que en este caso arrancan con el papel de los neozelandeses en aquel mundial.
Una novela muy recomendable, que además de desarrollar una atractiva intriga nos ayuda a conocer mucho mejor cómo fueron aquellos turbulentos años. Y un libro, como al principio decía, que es una lectura ideal en complemento como Cuero contra plomo.
– ¿Le gusta el fútbol, Dammers?
– ¿Fútbol? Sí, bueno, pero en realidad prefiero el críquet.
– Lástima, si le gustara el fútbol tendría una misión para usted en el Mundial de España.


































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