El pasado miércoles, en el programa Radioestadio Catalunya de Albert Arranz, en Onda Cero Catalunya, hice referencia a algunas obras relacionadas con el Mundial 82, del que el pasado sábado se cumplieron 40 años. A continuación encontraréis las portadas de las obras citadas así como la sinopsis de cada una de ellas. También incluyo el enlace al audio del programa, por si os apetece escucharlo.
Gran Enciclopedia del Fútbol. Edición conmemorativa Mundial 82 (Océano, 1982)
Enciclopedia de fútbol integrada por 18 volúmenes editada con motivo de la celebración del Mundial de España de 1982.
Artículos publicados por Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa fue enviado por el diario El Gráfico de Perú a cubrir el Mundial 82. Escribió diversos artículos, que fueron también publicados en los diarios ABC y La Vanguardia.
El otro fútbol, por Miguel Delibes (Destino, 1982)
Recopilación de artículos de temas diversos que incluyen tres futbolísticos, y uno de ellos dedicado al Mundial 82.
Secuestro en el Mundial’82, de Basilio Rogado (Caralt Editor, 1982)
Tanto como una novela de acción trepidante y de emoción a raudales, esta obra es un canto conmovido y trágico al amor filial de un hombre duro.
Todas las miradas del mundo, de Miguel Mena (Suma de Letras, 2013)
Málaga, 1982. Campeonato Mundial de Fútbol. Un miembro de la delegación neozelandesa desaparece el mismo día en que el equipo austral aterriza en la Costa del Sol. El inspector Luis Mainar, un policía solitario y sentimental, a veces atormentado por su divorcio y la enfermedad de su hija, viajará hasta el sur con intención de buscarlo, el mismo viaje que emprende un comando de ETA para ejecutar un gran atentado.
Con pinceladas de novela negra, de crónica de la Transición y de relato emocional, Todas las miradas del mundo es una historia vibrante y conmovedora en la que confluyen el fútbol y la política internacional con terroristas iluminados, aficionados entusiastas, delincuentes de poca monta, jóvenes fascistas o enfermos de colza.
Un caleidoscopio de una época y un país que compaginaba la sonrisa de Naranjito con la rutina de los funerales.
Es verano y mientras en Sudáfrica se realiza el Mundial de Fútbol 2010, a cientos de kilómetros de allí, en Barcelona, tres inmigrantes disímiles, un exfutbolista argentino, un periodista colombiano y un gángster búlgaro, se toman la tarea de revivir el partido Italia-Brasil del Campeonato Mundial de España 1982. Lo hacen con el fin único de crear un ¿falso? tour que atraiga a los visitantes llegados a la Ciudad Condal. Un tour que recorra las calles y plazas que reemplazaron al estadio de Sarrià, entre el triángulo marcado por la avenida del mismo nombre, la General Mitre y la calle doctor Fleming. Los tres quieren aprovechar el flujo de turistas para venderles la ruta, la historia y simulados souvenirs -incluso hierba de un campo que ya no existe-. Sin embargo, su idea se ve truncada cuando intentan convencer al jardinero que cuidó el césped durante 43 años para ser el guía del recorrido. El viejo prefiere seguir en un geriátrico, en donde se recluyó, queriendo olvidarse del fútbol, tras la demolición del estadio en 1997.
Piero Trellini tenía solo doce años el 5 de julio de 1982, cuando Brasil e Italia se disputaron el pase a la semifinal del mundial de España. El resultado parecía decidido: los brasileños poseían la belleza en la técnica y la ejecución; las apuestas estaban con ellos. Para los italianos, sumidos en un silencio tácito de años y en una guerra con el mundo y consigo mismos, el reto era imposible. Y, sin embargo, tras ese día, el fútbol nunca volvió a ser lo mismo. Ganó un país que no se atrevía a soñar con una victoria.
Este libro es el relato de una pasión narrado con la pulcritud de un historiador, la curiosidad de un reportero y la pasión de un aficionado. En él cabe todo, desde los anteriores mundiales hasta las trayectorias políticas de los países implicados, desde las alineaciones hasta el análisis del minuto a minuto. Es una crónica apasionante con un elenco de personajes inolvidables (Rossi, Sócrates, Falcao, Junior, Conti, Tardelli, Zoff) del que quizá fue el mejor partido de fútbol de la historia. Pero no es solo una oda al juego, es también la recreación del ambiente político, social y económico de los años setenta y ochenta, una línea cronológica que trasciende el ensayo deportivo para entender lo que fuimos y nunca volveremos a ser.
Seguramente, todos hemos comprado alguna vez un libro por su portada. Las cubiertas, a las que no siempre se otorga la importancia que merecen, son el primer contacto con el posible lector. Muchas veces la imagen que muestran guarda una relación directa con el contenido, y pretende ser un primer indicio de lo que encontraremos en las páginas del interior. En otros casos, aún no teniendo una gran relación con el objeto de la obra, ejercen una tremenda atracción sobre nosotros.
Es habitual que en las publicaciones de determinadas temáticas predomine un color. Por ejemplo, el negro es el más habitual en las obras de género criminal. Es difícil que en una novela de piratas no aparezca el azul del océano, o que en una historia ambientada en la nieve no se utilice el blanco. Si hay sangre, el rojo. Y si hay fútbol… ¿Está claro, verdad? El verde.
Esto, evidentemente, no siempre es así, y existen numerosas obras futboleras en las que la portada no siempre recurre a la utilización del color del césped. Sin embargo, existen muchas otras en las que sí es el protagonista del fondo de la portada. Y, como se suele decir, como muestra… unas cuantas. Aquí tenéis una recopilación de portadas en las que el color de fondo predominante es el verde.
Rafa Cabeleira: «Alienación indebida«.
Círculo de Tiza, 2018
Wilmar Cabrera: «Los fantasmas de Sarrià visten de chándal«.
Milenio, 2012
Luis Cantarero: «Diario de campo de un psicólogo en un club de fútbol«.
Ediciones Pregunta, 2017
Horacio Convertini: «El último milagro«.
Barrett, 2017
Simon Critchley: «En qué pensamos cuando pensamos en fútbol«.
Sexto Piso, 2018
Wenceslao Fernández Flórez: «De portería a portería«, 1957
Roberto Fontanarrosa: «Puro fútbol«.
Ediciones de la Flor, 2002
Manuel Mandianes: «El fútbol (no) es así«
Sotelo Blanco, 2015
Víctor Panicello: «7000 metres quadrats de gespa«.
Estrella Polar, 2015
Dante Panzieri: «Fútbol. Dinámica de lo impensado«
Capitán Swing, 2012
Galder Reguera y Carlos Marañón:
«Quedará la ilusión. Una correspondencia durante el Mundial de Rusia«
Libros del K.O., 2019
Galder Reguera: «La vida en fuera de juego«
Literatura SM, 2019
Manuel Rodríguez García: «De fútbol y de hombres«
Ushuaia, 2016
Antonio Skármeta: «El arquero de los Andes«
Editorial Sudamericana, 2013
Javier Tebas y Pedro Torrens: «El fútbol no es así«
Titano Ediciones, 2014
VV. AA: «El futbol és així«.
Edicions Xandri, 2018
Edgardo Marín: «Centenario historia total del fútbol chileno: 1895-1995»
Del 23 al 26 de agosto se celebra el «Cubelles Noir, III Festival de Novela Negra del Garraf«. Se trata de una interesante e imprescindible cita para los amantes del género negro, y en la que también tienen cabida los aficionados a la novela negra de temática futbolera.
Hace un tiempo publiqué este artículo con una selección de obras en las que el fútbol y lo negro iban de la mano. Pero si queréis profundizar en esta cuestión no os perdáis la sesión que han programado, en el marco del festival, para el próximo viernes 24 a las 17.30. Se trata de una mesa redonda sobre fútbol y literatura, moderada por Maria Talló, y en la que participarán Luis Gutiérrez Maluenda, Yoli García, Carlos Quilez y Jordi Agut Parrés, autor de la destacada y más que recomendable “L’últim defensa”, y cuya versión en castellano acaba de ser recientemente publicada bajo el título de “El último defensa”.
Así que ya sabéis: si andáis cerca de Cubelles durante estos día, no os perdáis esta interesante convocatoria.
Hace tiempo escuché a un escritor decir que a la mayoría de las novelas le sobran 200 páginas. Se refería, claro está, a las que sobrepasaban las 400 o 500. Durante una época de mi vida dejaba caer esa cita cada vez que tenía ocasión, pues me parecía que me hacía más intelectual y conocedor de los entresijos de la alta literatura. Una chorrada como tantas otras de las que acostumbro a soltar en cuanto puedo.
Hoy me reafirmo en la idea de que el número de páginas a veces es importante. Y no porque sobren, sino justamente por todo lo contrario. Porque esas 200 páginas que a aquel autor le sobraban hoy las he echado en falta. Y cuando eso ocurre solo hay una explicación: se está disfrutando tanto que uno no querría que la historia acabara.
Viene todo esto a cuento de la magnífica “Los fantasmas de Sarrià visten de chandal”, una novela de Wilmar Cabrera a la que, ya lo he dicho, me habría gustado que se hubiera prolongado durante 200 páginas más. Un número –el 200- con el que casualmente antes de tener la oportunidad de leer el libro ya se produjo un cierto intercambio. Fue cuando publiqué el artículo con el que conmemoraba el post número 200 del blog. Para celebrarlo, no se me ocurrió otra cosa que publicar 11 páginas 200 de 11 novelas futboleras. Como aún no había tenido la ocasión de leer la novela de Wilmar, contacté con el autor para que me facilitara, al menos, una fotografía de la página 200 de su novela. Su respuesta fue: “Te lo agradezco, pero mi novela tiene menos de 200 páginas”.
Visto lo visto, Wilmar, no sabes cuánto me habría gustado que las tuviera. O 200 más 😀
Sinopsis
Es verano y mientras en Sudáfrica se realiza el Mundial de Fútbol 2010, a cientos de kilómetros de allí, en Barcelona, tres inmigrantes disímiles, un exfutbolista argentino, un periodista colombiano y un gángster búlgaro, se toman la tarea de revivir el partido Italia Brasil del Campeonato Mundial de España 1982. Lo hacen con el fin único de crear un ¿falso? tour que atraiga a los visitantes llegados a la Ciudad Condal. Un tour que recorra las calles y plazas que reemplazaron al estadio de Sarrià, entre el triángulo marcado por la avenida del mismo nombre, la General Mitre y la calle doctor Fleming. Los tres quieren aprovechar el flujo de turistas para venderles la ruta, la historia y simulados souvenirs –incluso hierba de un campo que ya no existe-. Sin embargo, su idea se ve truncada cuando intentan convencer al jardinero que cuidó el césped durante cuarenta y tres años para ser el guía del recorrido. El viejo prefiere seguir en un geriátrico, en donde se recluyó, queriendo olvidarse del fútbol, tras la demolición del estadio en 1997.
Los fantasmas de Sarrià visten de chándal, más que una novela, es una “almazuela literaria” que mezcla, agrupa, contiene, incorpora y combina: ficción, crónica deportiva, realidad, periodismo, inmigración, soledad, olvido, supervivencia y turismo futbolero. Una historia para leer más allá de los 90 minutos.
“Revivir un partido mítico como la derrota de Brasil frente a Italia en el Mundial de España regala grandes momentos de disfrute en esta novela”. David Trueba.
Estructura
La estructura de la novela no podría ser más futbolera: once capítulos que incluyen tres niveles de lectura. Por un lado, la historia de los protagonistas, Wolframio Caballero y José Wenceslao Novac Irigoyen, y su surrealista proyecto de convertir la memoria del antiguo estadio de Sarrià en una ruta turística, impulsada por el búlgaro mafioso Dimitar Zehirov.
Y, por un último, un tercer nivel, más breve y conciso, pero no por ello menos interesante y ameno, el de los apuntes que Wolframio va registrando en su “Cuaderno de notas” tras recibir el encargo del búlgaro de ir preparando el folleto publicitario para la ruta turística.
Las tres capas de lectura se complementan a la perfección, ofreciendo al lector tres perspectivas de una misma historia. Una composición en la que las tres partes independientes acaban construyendo el todo, como sucede en un caleidoscopio.
“Los fantasmas de Sarrià visten de chándal” nos ofrece un detallado desglose de uno de los partidos más míticos de la historia del fútbol: el Italia-Brasil del Mundial 82. El autor aplica el microscopio y desmenuza el partido para volverlo a mostrar a partir de la gran cantidad de detalles que en él se pueden encontrar. Detalles que no solo se limitan a lo futbolístico (una alineación, una jugada, un gol…) sino que también contienen una gran componente emocional, y que nos muestra a algunos de sus protagonistas desde el punto de vista de lo que son: futbolistas, pero también personas.
Explica Wilmar Cabrera que uno de sus objetivos en relación con la literatura futbolera es el de intentar ir más allá de la mera descripción futbolística, alejarse del terreno tan habitual que se limita a aproximarse al fútbol desde una óptica más periodística que literaria. El fútbol, dice, también puede ser materia literaria. En torno a él también hay vida, y la vida puede ser explicada en igualdad de condiciones aun cuando el fútbol sea el escenario principal. Y cita como ejemplo de esta idea la novela de Ramiro Pinilla “Aquella edad inolvidable”.
No solo estoy totalmente de acuerdo con él, sino que, en mi opinión, en “Los fantasmas de Sarrià visten de chándal” consigue que eso sea así, que el fútbol sea el cemento para construir una novela como cualquier otra cuyo tema fuera de tipo más “literario”. Aquí, lo que al final queda, además de aumentar nuestro idilio hacia un espectáculo histórico como fue aquel partido, es la sensación de que gracias al fútbol hemos conocido a unos personajes y unas vidas.
Lo que al final queda es el recuerdo de lo vivido, las ilusiones, las expectativas, la emoción vital que nos empuja a continuar adelante. Y eso, en esta novela, lo encontramos perfectamente descrito gracias al telón de fondo de dos episodios futbolísticos: el partido Italia-Brasil y la memoria del estadio de Sarrià.
Tal y como explica el propio autor, nos encontramos ante una historia de transformaciones con el fútbol como motor de cambio. La transformación de un periodista en falso futbolista, y la transformación de un estadio en un conglomerado de viviendas. Un contenedor de historias en el interior del cual encontramos crónica deportiva, ficción, realidad, periodismo, supervivencia, inmigración, soledad…
Y también nos encontramos ante una contraposición entre dos modelos del fútbol. El de antes, en el que quien dominaba eran los futbolistas, representado por el jardinero, que tras la demolición del estadio se interna en un geriátrico, desaparece, como ha desaparecido su vida, y el del negocio actual, simbolizado por la sustitución del campo de fútbol por viviendas, por la sustitución del juego por el negocio inmobiliario.
Fútbol y literatura
Que el fútbol pueda ser considerado materia literaria de primera división y no de la tercera territorial es una de las intenciones del autor ya indicadas. La literatura, también lo he dicho ya, forma una excelente pareja con el fútbol en esta novela. Y, por si fuera poco, esa relación se remata con numerosas referencias a obras y autores repartidas a lo largo y ancho del terreno de juego del libro.
Así, por sus páginas no solo desfilan citas de autores como Juan Villoro o Dante Panzieri, sino que encontramos referencias a Osvaldo Soriano, Peter Handke, Enrique Vila-Matas e incluso a “La plaça del diamant” de Mercè Rodoreda.
Un tema acerca del cual tuve oportunidad de hablar con el autor el día que pude conocerlo. Una muy agradable conversación que espero no tardar en repetir.
Y para los que somos unos amantes de este tipo de referencias en los libros tenemos un regalo extra, como es el caso de las referencias cinematográficas, e incluso musicales, que van apareciendo dispersadas entre las páginas del libro. Y alguna escena, como la pasión del búlgaro por cierto cantante es impagable.
Wolframio y Wenceslao, o Valentí y Fermín, son parejas de personajes que perfectamente podrían haber coincidido con Carvalho y Biscuter en alguna de las novelas de Vázquez Montalbán. Gentes que intentan tirar hacia adelante como pueden, algunos (Wenceslao y Wolframio) con más esperanza que otros (Valentí y Fermín, en el final de sus vidas). Los unos en fase de reconstrucción tras haber superado una etapa que ya no volverá (la de futbolista, en el caso de Wenceslao). Los otros, a la espera del derribo definitivo, apartados ya de toda circulación, como Valentí y Fermín.
Especialmente significativo es el caso de Valentí, jardinero durante más de 40 años del estadio de Sarrià. Aquel césped era su vida. El fútbol era aquel césped. Desaparecido el uno, desaparecido el otro. Y a partir de entonces, el aislamiento. El derribo. La desaparición.
Y todo ello con el telón de fondo de una identificación geográfica muy concreta y precisa, que hace que la novela se convierta también en un homenaje a una cierta zona de Barcelona, con numerosas referencias geográficas que, al menos a mi, me hacen entrar ganas de “recorrerla” y pasear por los lugares que aparecen.
Una novela en la que los dualismos son continuos, con una historia de parejas encabezada por la que para siempre será una de las más distinguidas y elegantes de la historia del fútbol: la formada por Italia y Brasil.
(Por cierto: “bonaerense” y “baronense” solo se diferencien en una letra “e”. ¿Otro dualismo?)
Una novela, en definitiva, que es una pequeña joya en la que el autor combina diferentes y variados ingredientes para conseguir su objetivo: que el fútbol sea la excusa y el contexto para tratar temas universales. Para demostrar, nuevamente, que el fútbol y la literatura, cuando van de la mano, tienen mucho que decir.
Una historia llena de detalles a los que regresar, de referencias que releer, de ángulos desde los que aproximarse, rica en matices, y que, como al principio decía, me habría gustado hubiera tenido 200 páginas más 😀
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